_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Galicia, faro de Occidente

Vencer tanto en una comunidad histórica con tanta identidad propia es una gesta para la derecha española. Pero no es un milagro, sino su antítesis: una gestión responsable, sin alharacas y que roza el aburrimiento, pero que la población valora

Alfonso Rueda saludaba a los militantes tras la victoria, el domingo en Santiago.
Alfonso Rueda saludaba a los militantes tras la victoria, el domingo en Santiago.Samuel Sánchez
Víctor Lapuente

Tres mensajes poselectorales:

1. El PP gallego es Rafa Nadal o Serena Williams. Cinco mayorías absolutas es como ganar cinco veces Wimbledon. Pero, mientras al deportista veterano le valoramos más cada victoria, arrancada con sudor al inexorable paso del tiempo, al PP se la criticamos más. Decimos que se llevó un susto, en lugar de admirar su capacidad para sobreponerse al desgaste. Además, como Nadal, la superficie del PP es la tierra batida de Castilla o Murcia y no la hierba de Galicia. Vencer tanto en una comunidad histórica con tanta identidad propia es una gesta para la derecha española. Pero no es un milagro, sino su antítesis: una gestión responsable, sin alharacas y que roza el aburrimiento, pero que la población valora. El PP cometió errores forzados criticables, como enviar un SMS a los trabajadores sanitarios anunciándoles una subida salarial dos días antes de las elecciones, y se puede discutir su inversión en algunos servicios públicos, pero, en términos relativos con otras regiones, la sanidad, la educación y la economía puntúan decentemente en Galicia.

2. Ojalá el problema del PSOE fuera la amnistía. Y se pudiera rectificar como una ley. La amnistía no es la razón de la caída del PSdeG porque sus votos han ido mayormente al BNG, que la defiende aún más. El drama del PSOE es más profundo. Va más allá incluso de las modificaciones ad hoc del Código Penal o de la deuda pública de las comunidades autónomas, aunque estas sean manifestaciones del mismo. El problema del PSOE es su acercamiento a los nacionalismos, que es una bendición para formar mayorías en el Congreso, como bien sabe Sánchez, pero una maldición para ganar elecciones en los territorios, como bien saben los barones socialistas. La percepción del votante moderado es que el PSOE ha legitimado tanto el discurso nacionalista del hecho diferencial ―de exigir al Estado un tratamiento especial, fiscal o penal, y negociaciones bilaterales en vez de conferencias solidarias con todas las CC AA― que ha deslegitimado su programa clásico de igualdad territorial. Quizás es una percepción ficticia, no real. Quizás los logros de la mayoría progresista taparán este pecado original. Pero, de momento, no es así.

3. Galicia es el faro de Occidente. Vox ha vuelto a fracasar. Mientras de Estados Unidos a los países nórdicos, pasando por Alemania, Países Bajos, Francia o Italia, la extrema derecha gobierna o lidera las encuestas, unas aldeas pobladas por irreductibles galos siguen resistiendo. Gracias a una poción nada mágica, el sentidiño. @VictorLapuente

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_