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Red de redes
Columna
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Facebook, un muerto muy vivo

Nos equivocamos si relegamos al primer acorazado del grupo Meta al puesto de mero chivato de los cumpleaños familiares

Una mujer consulta Facebook en su ordenador.
Una mujer consulta Facebook en su ordenador.Alamy Stock Photo
Carmela Ríos

El Reino Unido acaba de anunciar un novedoso mecanismo de lucha contra la inflación que promete aliviar la situación económica de miles de ciudadanos. Se trata de una aplicación creada por el multimillonario Elon Musk que procesa, gracias a técnicas de inteligencia artificial, grandes volúmenes de información económica en tiempo real. El análisis de estos datos económicos ayuda a los particulares a realizar inversiones bursátiles con posibilidades de rendimiento nunca alcanzadas. Como explica el primer ministro, Rishi Sunak, en el vídeo elaborado por la cadena pública de noticias BBC, el Reino Unido es el país elegido por Musk para probar esta prometedora aplicación.

Medio millón de personas se han cruzado en Facebook con este y otro centenar de versiones del mismo vídeo de la BBC que presentan un rasgo común: todo es una manipulación. La imagen y la voz de la periodista y del primer ministro han sido clonadas mediante inteligencia artificial. La noticia es tan falsa como los perfiles que impulsaron su difusión. Lo único cierto en este trabajito fino de deepfake y suplantación de identidad es, como demostró el análisis de los vídeos, que alguien se ha gastado más de 15.000 euros en pagar a Facebook para que los vídeos circularan a lo largo y ancho del ciberespacio. La empresa británica de comunicación Fenimore Harper destapó la campaña a principios de año, y los responsables de Meta desactivaron las publicaciones. No está mal como aperitivo de manipulación política para comenzar 2024, el año en que votará más de la mitad de la población del planeta.

Quizás alguno de ustedes se pregunte qué interés tienen los actores de la desinformación en dedicar tantos esfuerzos a Facebook, una red social que, según anuncian algunos titulares de prensa, pasó de moda. Sin embargo, nos equivocamos si relegamos al puesto de mero chivato de los cumpleaños familiares al primer acorazado del grupo Meta. Facebook concentra 3.049 millones de usuarios, un número que no ha dejado de crecer en sus 20 años de existencia. Un reciente informe del instituto norteamericano Pew Research confirma a esta red como la preferida de los estadounidenses, solo superada por YouTube. En España, Facebook tiene más de 21,5 millones de usuarios y comparte liderazgo con Instagram y YouTube. Sus beneficios económicos se han disparado un 69% con respecto a 2022, en parte gracias a las mejoras en su imponente sistema de gestión publicitaria en el que, discretamente, se dejan millones de euros empresas, instituciones y un buen número de candidatos y partidos políticos.

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Conviene además asomarse a Facebook para entender todas las esferas de la política, desde las contiendas locales a los grandes desafíos geoestratégicos (Rusia sabe algo de esto), pasando por la política nacional. El conflicto del campo español y europeo permite constatar estos días la envidiable salud de los grupos ultrapatrióticos españoles y la eficacia de lo ultraemocional como agente movilizador dentro de la Red. Cerca de 700.000 seguidores acumulan los grupos de Facebook España no se rompe (245.000), Orgullo de ser español (195.000), Los que amamos España (123.000) y España, qué grande eres (119.000). Son solo algunos ejemplos de los foros digitales a los que recurren miles de ciudadanos para ser informados y comentar la actualidad. Abundan estos días publicaciones sobre la “maléfica” Agenda 2030. Se habla de la sequía, de la “dictadura climática” o de los supuestos planes de la UE para acabar con la agricultura. Los insultos a Sánchez, Puigdemont o Núñez Feijóo, en diversas modalidades narrativas, se mezclan con capturas de pantalla de otras redes, como una estampita de santo “tuneada” con la cara de la presidenta madrileña: “Comparte a Santa Isabel de Madrid para que te proteja de rojos, piojos, podemitas, socialistas, feministas y demás mugre”. Una muestra más de que vivimos en una campaña electoral que no tiene fin.

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