La derecha pelea en el campo: “Me fijaré en un partido con soluciones para mis problemas”
El PP y Vox pugnan por capitalizar las protestas de los trabajadores agrícolas ante la defensa de otras prioridades que han abanderado las izquierdas y en medio de una semana de fuertes movilizaciones por toda España
Un zorro cruza el jueves al amanecer la carretera N-110 en El Burgo de Osma (Soria, 5.161 habitantes) entre campos de cultivo. En el segundo municipio más grande de la provincia, un grupo de agricultores se divide en dos. Algunos marchan con sus coches a la capital soriana a intentar entrevistarse con el subdelegado del Gobierno. Otros, con sus tractores, parten en marcha lenta a Langa de Duero, a unos 30 kilómetros, donde una veintena de trabajadores del campo se han citado para participar en una de las protestas no oficiales del sector que se iniciaron el martes. La tractorada arranca las 10 de la mañana entre banderas de España y a unos 10 grados, una temperatura inusualmente suave para ser Soria en febrero, aprecian algunos manifestantes, que están en contra, sin embargo, de las medidas para paliar el cambio climático. Andrés Calvo gestiona 300 hectáreas de tierra y señala a lo lejos una granja en la que cría unos 5.000 cerdos. “Es una vergüenza la de papeles que hay que rellenar”, se queja, al pie de la carretera. Luego cuenta que siempre ha sido de derechas. Antes votaba al PP, pero su papeleta cambió a Vox desde su irrupción en el tablero político. La formación de Santiago Abascal ha entrado de manera transversal en todos los estratos del mundo agrícola, asumiendo, e incluso capitaneando sus reivindicaciones. Ahora los populares tratan de recuperar el terreno perdido ante los ultras en el campo español, y lo hacen, en buena medida, tomando como propio el discurso de aquellos.
José Luis Monge, de 53 años, espera junto a otra veintena de agricultores para circular en formación. No quieren significarse con ningún partido político, pero reconocen que hay formaciones más sensibles que otras a sus reivindicaciones. “La amnistía me puede gustar más o menos, pero sí me fijaré en un partido que me dé una solución para los problemas del campo”, afirma Monge, arrendatario de tierras de cereal. Como la mayoría, achaca buena parte de sus penurias al “exceso de burocracia”, a la entrada de productos extracomunitarios “sin los mismos controles” y a las restricciones medioambientales de Bruselas.
Hace justo dos años, en el primer capítulo de la serie La España Silenciada —publicada por Vox en la campaña de las elecciones autonómicas de Castilla y León de febrero de 2022—, Abascal conversaba en un vídeo con un agricultor en una aldea de Palencia. El líder ultra defiende en la escena un argumentario similar a las banderas que hoy agitan los trabajadores agrícolas en sus movilizaciones por toda España. Tras esos comicios, Vox entró por primera vez en un Gobierno autonómico junto al PP, precisamente en uno de los principales feudos populares y de marcada actividad agrícola y ganadera. Durante la negociación de aquel Ejecutivo, la extrema derecha se hizo con la Consejería de Agricultura. Y tras las elecciones del 28 de mayo de 2023, en nuevos pactos de coalición con los populares, logró sumar las de Aragón y Comunidad Valenciana. En Extremadura, ostenta la cartera de Gestión Forestal y Mundo Rural. “No íbamos a darles Hacienda o Economía”, argumentan ahora fuentes de Génova. Esos acuerdos de gobierno fueron la puerta de entrada de la extrema derecha al control de las políticas agrarias.
Respecto a la distribución del voto, Carlos Domínguez, de la agencia demoscópica 40dB., apunta a que Vox ha logrado penetrar de manera “transversal” en el campo con un “discurso pretendidamente cercano”, sin importar la estructura de la explotación agrícola —latifundio o minifundio—, grandes tenedores o trabajadores asalariados. En territorios como Castilla y León o la Región de Murcia, donde se votaba tradicionalmente a la derecha y con un sector primario fuerte, existía un “caldo de cultivo” para que Vox se expandiese, frente a comunidades como Andalucía, donde la izquierda era dominante. Aunque la situación empieza a variar.
El investigador de la Universidad de Ciencia Política de Salamanca (USAL) Álvaro González explica así los cambios: “La izquierda tradicional de clase tendía a luchar más por los derechos de los trabajadores de lo que hoy podemos entender por una izquierda posmaterialista, que lucha más por derechos sociales, reducción de la desigualdad, derechos LGTBI o cuestiones medioambientales. Muchos de esos trabajadores, por sus valores más tradicionales en el mundo del campo, se sienten más alejados de esa lucha, lo que llaman élite urbana. De ahí que la izquierda de Europa se esté alejando más de ese agricultor de sectores más tradicionales”. También influyen las normas que coartan la caza o protegen al lobo. Y la cuestión identitaria española frente al independentismo.
La candidata de Podemos a las elecciones europeas Irene Montero pidió este sábado en A Coruña “defender” a los agricultores “aunque la derecha intente instrumentalizar” las protestas. Y aseguró que su batalla es una lucha “contra el capitalismo”. Montero lleva en su lista a Diego Cañamero, histórico sindicalista del campo andaluz de izquierdas.
Las movilizaciones de los agricultores han marcado la agenda política de la semana. Abascal tuvo la oportunidad de interpelar directamente a Pedro Sánchez durante la primera sesión de control de la legislatura con el presidente presente, el pasado miércoles. El líder de Vox cruzó palabra con Sánchez en el pleno del Congreso durante la segunda jornada de movilizaciones de los agricultores. En las semanas previas, Sánchez había cedido nuevamente ante a Junts al incluir en la ley de amnistía a los acusados de terrorismo siempre que en sus actuaciones no hubiera “violaciones graves de los derechos humanos”. El presidente había asegurado además que “todos los independentistas catalanes van a ser amnistiados porque no son terroristas”. Pero Abascal no mencionó la palabra amnistía durante su intervención contra Sánchez: sus ataques se enfocaron en las protestas de los agricultores. Porque guerras hay muchas. Y hay que centrar al tiro. También aprovechar el coste de oportunidad.
Sánchez respondió a Abascal con el anuncio de que reforzará la Ley de Cadena Alimentaria para que los agricultores no vendan a pérdidas. Y este sábado defendió la inversión de 4.000 millones de euros del Gobierno en el sector agrícola. “No necesita discursos ni negacionistas ni antieuropeístas, sino más recursos”, abundó el presidente. Además prometió “simplificar” los trámites de la Política Agraria Común (PAC).
Junto a su tractor en Langa de Duero, el “joven agricultor” —como anticipa el logotipo de su sudadera verde—, Adrián Vicente sentencia que no “le salen las cuentas”. Tacha su situación de insostenible en comparación a la vivida por su padre, de quien heredó 220 hectáreas de regadío. De 22 años, se organiza con otros jóvenes a través de una cuenta de Instagram donde vuelcan sus frustraciones y agendan las protestas. Vicente conoce el enfrentamiento que Sánchez y Abascal habían protagonizado el día anterior. “Los políticos nunca bajan al campo. Tienen que venir a ver las cosas como son”, asevera el joven, que también había escuchado declaraciones vertidas por Alberto Núñez Feijóo durante el pleno.
El líder del PP utilizó el miércoles el mismo concepto que el presidente de Vox para referirse a determinadas medidas de protección medioambiental: “Dogmatismo ambiental”. Al escucharle, Abascal sonrió sentado en su escaño. Feijóo acuñó ese término para cargar contra el Gobierno y se reafirmó en las mismas palabras el viernes, durante una entrevista en EsRadio. El jefe de la oposición tachó de “urbanita” al Ejecutivo y acusó de legislar desde una oficina con vistas a “la Castellana” de Madrid. Conceptos similares a los planteados por el joven agricultor Vicente. En privado, fuentes de la cúpula popular tildan al Gobierno de aplicar “la ideología” en el campo.
La batalla entre las derechas se ahonda con la mirada puesta en las elecciones gallegas del 18-F, pero sobre todo en el horizonte de los comicios europeos previstos para junio, pues la acción de la UE sobre el sector agrario es clave. En las elecciones generales de julio, Vox sufrió una fuerte caída. Pero el voto agrícola podría suponer un acicate para remontar en los próximos comicios. El PP necesita tanto en Galicia como en las europeas un resultado que reafirme el liderazgo de Feijóo tras el shock del verano pasado. Y ambos pugnan por transformar la rabia del campo en papeletas.
Distintas fuentes populares observaron un cambio de discurso de su líder en el Congreso, asimilado al argumentario ultra: Feijóo llegó a calificar a Bruselas como “un problema” para el sector agrario. Un miembro de su núcleo más cercano admite que las revueltas de los agricultores podrían beneficiar a Vox ante las elecciones europeas. Los ultras albergan escasas opciones de entrar en el Parlamento gallego, pero dicha fuente sostiene que las protestas sí instalan un “marco” propicio para el candidato de Vox a la Xunta, Álvaro Díaz-Mella. “La Agenda 2030 es una traición a los españoles y a la clase trabajadora”, propugnó Abascal anteayer en un mitin en Ourense, y cargó contra Feijóo por votar con los “progres” y los “verdes” en la UE.
En medio de la pugna por capitalizar el voto de los agricultores, varios cargos del Partido Popular han arengado también estos últimos días las manifestaciones. La secretaria general del PP, Cuca Gamarra, se desplazó el viernes a una explotación agraria de Arganda del Rey, en la Comunidad de Madrid, donde acusó a Sánchez de “proteger más a Puigdemont en Bruselas que a los agricultores españoles”. “Vamos a poner en marcha políticas para garantizar el futuro del campo como la reducción de impuestos, medidas fiscales, reformas legislativas, nuestro compromiso de flexibilizar la PAC y cambiar esas normas medioambientales que dejan al campo sin presente y sin futuro”, percutió Gamarra.
El politólogo Álvaro Sánchez aprecia un acercamiento en el discurso de los populares a Vox ante la incertidumbre de las elecciones gallegas y europeas. “La batalla en la derecha es a priori más propicia para Vox. Los manifestantes son más proclives a este partido porque es más desafiante contra lo establecido y no tiene un bagaje político que le lastre. Pensando en lógicas europeas, la presidenta de la Comisión es Ursula von der Leyen, del PP Europeo. Y los agricultores la identifican con parte del problema”, explica el politólogo. Una tesis que abona el líder de Vox en Extremadura, Ángel Pelayo. “El Partido Popular dice una cosa y hace otra. Han votado en el Parlamento Europeo a favor del 87% de todas estas normas restrictivas”, indica el también senador por designación autonómica, que firmó con María Guardiola el pacto de Gobierno de PP y Vox en Extremadura tras el 28-M.
Otra coalición de PP y Vox desbancó al PSOE del Gobierno de Aragón el 28-M. Los ultras ficharon a Ánger Semper, miembro la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja). Y le entregaron la Consejería de Agricultura. “Me llamaron porque coincidían con mis editoriales. La responsabilidad nos tiene que ocupar en el mimo del suelo, el agua y el aire, pero eso no puede elevarse a rango de ideología”, rememora por teléfono. En el PP, la senadora Lorena Guerra se ha estrenado este 23-J en las Cortes. Es agricultora en Córdoba y militaba antes en el PP. “El principal defensor del medioambiente es el agricultor. Hay partidos que no entienden el binomio agricultura-desarrollo, agricultura-medioambiente. Y nosotros estamos con el agricultor. El Gobierno central nos está perjudicando en todo”.
El acento cambia drásticamente al cruzar la frontera de Soria con Zaragoza. En uno de los primeros pueblos de la provincia maña, Tarazona (6.138 habitantes), José Antonio Morer llega a casa a comer tras echar urea en sus tierras. “Vox últimamente parece que nos apoya un poco en el campo. El PP, algo también, pero el PSOE no... Ahora, como nos estamos manifestando, Pedrito González [en alusión a Pedro Sánchez] está poniendo algo de interés”.
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