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Columna
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La penúltima línea roja

Sería más rápido que la ley amnistiara a todo independentista de cualquier delito que pueda cometer y que para mayor seguridad la protección afectara tanto al pasado como al futuro

La portavoz de Junts, Míriam Nogueras, pasa frente a María Jesús Montero y Félix Bolaños, tras intervenir en el Congreso.
La portavoz de Junts, Míriam Nogueras, pasa frente a María Jesús Montero y Félix Bolaños, tras intervenir en el Congreso.Álvaro García
Daniel Gascón

El Gobierno de progreso ha anunciado la creación de un comité de expertos que ataje el consumo de pornografía por parte de menores, mientras las votaciones parlamentarias se convierten en una snuff movie donde Junts tortura al presidente. Como ha señalado Manuel Arias Maldonado, el elemento pornográfico central de la legislatura es el pacto de impunidad por votos en que se sostiene el actual Gobierno: de ese modo se justifica la extensión de un privilegio medieval. No hay otra cosa que poder; es la consagración de una visión cínica de la democracia. Así, se habla sin reparos de dibujar la ley de amnistía para sortear las actuaciones judiciales: se discute con seriedad la manera de alejar crímenes de la justicia, como quien deja los medicamentos fuera del alcance de los niños. Se establecen diferencias y límites: son regateos en una transacción corrupta.

Por suerte, hay momentos de alivio cómico: el hecho de que Junts per Catalunya vote contra una ley que ha impuesto Junts per Catalunya, el espectáculo formidable de la propaganda gubernamental presentando la derrota de Sánchez ­—¡se plantó!; ¡ahí están Vox, el PP y Junts votando lo mismo!­­— como una nueva victoria: esta vez no había que hacer de la necesidad virtud; todo es bueno para el progrés. Hacemos descubrimientos fascinantes: esta semana Junts no ha vuelto a la escondida senda constitucional, los partidos que diseñaron una república catalana donde el Tribunal Supremo estuviera sometido al poder ejecutivo critican la independencia judicial, las fuerzas políticas cuyo objetivo es destruir el Estado no están interesadas en propiciar la estabilidad gubernamental, los partidos que condujeron su comunidad autónoma al enfrentamiento social y político son socios incómodos, y un tipo que huyó de la justicia en un maletero no es fiable del todo.

Se critica que el PSOE hable de líneas rojas. Cada vez que menciona una, la traspasa: más que una barrera son un objetivo. Para saber cuál es el paso siguiente, lo mejor es ver lo que niega que vaya a hacer. Sería más rápido que la ley amnistiara a todo independentista de cualquier delito que pueda cometer y que para mayor seguridad la protección afectara tanto al pasado como al futuro. Pero, entretanto, las líneas rojas son una táctica dilatoria. Se trata de ir graduando las concesiones, como en la parábola de Aquiles y la tortuga. Marcar y cruzar líneas rojas es la única estrategia.

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Sobre la firma

Daniel Gascón
Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) estudió Filología Inglesa y Filología Hispánica. Es editor responsable de Letras Libres España. Ha publicado el ensayo 'El golpe posmoderno' (Debate) y las novelas 'Un hipster en la España vacía' y 'La muerte del hipster' (Literatura Random House).
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