Incoherencias en la COP28
El perfil de Sultán al Jaber no favorece el papel estratégico que tiene que jugar el presidente en la cumbre
El presidente de la COP28, Sultán al Jaber, escandalizó el pasado domingo a los delegados de la cumbre del clima, que se celebra en Dubái, al hacerse públicas unas declaraciones suyas en las que sostenía que no existe evidencia científica de que el descenso progresivo de combustibles fósiles ayude a alcanzar el objetivo de no sobrepasar un incremento de 1,5º C, establecido en el Acuerdo de París. Con esa afirmación, Al Jaber no solo negaba lo que la ciencia ya afirma de forma categórica, sino que hacía caso omiso a lo que el IPCC, el grupo de expertos que asesora a la ONU sobre cambio climático, dice al respecto, y cuestionaba las palabras del secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, que inauguró la cumbre con una advertencia inequívoca: “No podemos apagar un incendio con una manguera de combustibles fósiles”.
El escándalo ha sido de tal magnitud que a las pocas horas Al Jaber se ha visto obligado a matizar sus declaraciones y a subrayar que cree y respeta mucho la ciencia. Pese a esta rectificación, no se puede pasar por alto lo que esta afirmación supone. La gravedad reside en que pone en duda el ingente conocimiento científico que hay al respecto y da alas a las corrientes negacionistas que, entre otros aspectos, se caracterizan por su desprecio a la ciencia. Algo especialmente grave en un año en el que las emisiones de combustibles fósiles —petróleo, gas y carbón— no ha parado de crecer debido al incremento de estas en países como India o China. Es una evidencia que el calentamiento global roza los niveles de seguridad que establece la ciencia.
Las declaraciones de Al Jaber vuelven a centrar el foco en la idoneidad de su designación como presidente de la COP28, ya polémica por celebrarse en uno de los principales países productores de petróleo. Sultán al Jaber es ministro de industria y tecnología avanzada de los Emiratos Árabes Unidos y jefe de la Compañía Nacional de Petróleo de Abu Dabi, Adnoc. Salta a la vista el conflicto de intereses que acarrea su nombramiento, que contó con la oposición formal ante la ONU de más de medio centenar de organizaciones sociales de EE UU y la Unión Europea.
La COP28 es crucial para avanzar por un camino ambicioso de reducción de emisiones de dióxido de carbono, de gases de efecto invernadero, desarrollo de energías renovables y políticas justas de adaptación para todo el planeta. El rol estratégico que juega la presidencia a la hora de facilitar los debates y de impulsar los acuerdos habría aconsejado contar con alguien cuyo criterio fuera más coherente con el objetivo de la cumbre. Esta se extiende hasta el día 12. Tal vez haya tiempo para que lo tratado allí abra los ojos a los escépticos y dé lugar a acuerdos que comprometan al mayor número posible de países, especialmente a los que más contribuyen con sus políticas al cambio climático.
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