Me enfado y no respiro
La derecha española es europeísta cuando le dan la razón y eurófoba cuando se la quitan
”España es el problema y Europa la solución”, dijo en 1910 José Ortega y Gasset. El regeneracionismo buscaba en la Europa anterior a la Primera Guerra Mundial un flotador tras la debacle de 1898. Más de un siglo después, en un país que ha mostrado en democracia uno de los índices de europeísmo más elevados del continente, las derechas políticas y mediáticas se reviran contra esa Europa que no les da la razón y no ampara su pataleo, como no amparó la perrera (benditos canarismos) secesionista del procés en 2017.
La eurofobia de la extrema derecha le viene de fábrica, pero la derecha europea, en sus variantes “popular” (italiana, francesa, española, griega) o “democristiana” (belga, alemana, holandesa, escandinava) fue europeísta desde la Segunda Guerra Mundial. La excepción era la británica, que tras décadas de jugar a la eurofobia terminó por sacar a su país de la Unión Europea.
¿La derecha española va a aceptar que la Unión Europea no es la solución a su incapacidad para reunir esta vez 176 diputados o va a darle la espalda y a atizar un sentimiento eurófobo minoritario en España? El repaso a sus medios y a sus opinadores de cabecera ya apunta por dónde irán los tiros. Teodoro León Gross, columnista de Abc, escribía en X este martes que a “Bruselas” (les cuesta identificar instituciones) “solo le interesan, cínicamente, sus fondos y que lawfare no se mencione de manera expresa”. Europa cínica.
Luis Ventoso, en El Debate, le exige a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que despierte. Y en su columna incluye hasta la dirección de correo electrónico de la alemana, a ver si algún lector se anima y le escribe. Les pongo la dirección postal (Rue de la Loi 200, 1049, Bruselas, Bélgica) por si se animan a enviarle un despertador. Después de explicarle muy por encima la Constitución Española de 1978, de contarle un ficticio proceso independentista en Baviera con participación de un tal Petrus Sachs (ingenioso, ¿eh?), le dice: “Estimada Úrsula, espero que lo hayas entendido, espabiles y despiertes. De lo contrario España y Europa tienen contigo un serio problema”. Cuidadito Von der Leyen, que Ventoso se enfada y no respira.
En el mismo digital, Rodrigo Ballester asegura que en la UE hay “doble vara de medir” y “sadismo” contra algunos Estados miembros “mientras se hace la vista gorda con otros”. Le molesta que se vigilen las derivas autoritarias polaca y húngara. Ballester dice que el Parlamento Europeo es “cobarde e hipócrita”. El columnista advierte de que si la UE no da la razón a la derecha española “quedará desnuda y demostrará que su cruzada por el Estado de derecho no es más que un ejercicio masivo de hipocresía, una cínica excusa para librar batallas políticas y la consagración del imperio de la arbitrariedad”. Otro que igual se enfada y no respira.
Alejandro Molina escribía la semana pasada en The Objective que “ni aún estando en el ajo Putin (...) le preocupan a la Comisión Europea los enjuagues con delincuentes que haga Sánchez para hacerse con el Gobierno”. Molina cree que “hay una escandalosa pérdida de neutralidad en las instituciones comunitarias”. Como si Von der Leyen, miembro del Partido Popular Europeo, sacara los pies del tiesto institucional para apoyar a un dictador socialista. En el mismo digital, Miguel Ángel Benedicto atisba parte de la explicación a las repetidas malas caras bruselenses a los populares: “Parece pesar más en Bruselas el miedo a la extrema derecha antieuropeísta de Vox que el populismo independentista”.
José María Izquierdo cataba veneno, pero el veneno tiene un aura de misterio que lo hace atractivo, muy lejos de la mugre que encuentra uno en medios como Libertad Digital. Ahí escribe Pilar Díez que Von der Leyen “mira embobada al chulo que castiga” (se refiere a Sánchez) y que “la UE no es más que un grupete de funcionarios a los que pagamos un dineral para que vivan como marajás y no quieren problemas”. La carcundia eurófoba española, prima hermana de la británica.
José Antonio Vera, columnista de La Razón, tiene una forma original de verlo. Si la Unión Europea no hace caso, es que “Europa cada vez importa menos”. Europeísta cuando me dan la razón, eurófobo cuando me la quitan.
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