La odisea de gobernar Guatemala
Las elites del país centroamericano pretenden boicotear la presidencia que dieron las urnas a Bernardo Arévalo
El presidente electo de Guatemala, el progresista Bernardo Arévalo, se enfrenta a un viacrucis para poder gobernar. Pese a su victoria contundente en las urnas el pasado 20 de agosto frente a la representante del establishment, la ex primera dama Sandra Torres, el largo camino a la presidencia está siendo complicado. Arévalo, un atípico candidato antisistema de 64 años que hasta la primera vuelta no aparecía en ninguna encuesta para ganar las elecciones, supo capitalizar el hartazgo de los guatemaltecos con un firme mensaje anticorrupción y una condena a las élites tradicionales que, en los últimos años, han pisado el acelerador para sembrar el autoritarismo en el país centroamericano con la persecución de fiscales, activistas y periodistas, principalmente los que investigaron al actual Gobierno de Alejandro Giammattei.
Tras la victoria de Arévalo, el presidente saliente se comprometió a respetar el traspaso de poder, que debe hacerse efectivo el 14 de enero, pero en la práctica el mandatario electo se está enfrentando a una carrera de obstáculos para poder gobernar marcada por decisiones judiciales que pretenden boicotear el mandato que le dieron los guatemaltecos.
En las últimas semanas, la justicia suspendió provisionalmente la personalidad jurídica del Movimiento Semilla por supuestas anomalías en el proceso de creación del partido de Arévalo. Él ha acusado a la fiscal general Consuelo Porras de intentar perpetrar un “golpe de Estado” para evitar que tome el poder. Por otra parte, el Congreso ha aprobado un presupuesto público para 2024, que, según algunos analistas, pondrá en apuros las inversiones previstas en su plan de Gobierno.
Frente a lo que en Guatemala llaman el pacto de corruptos, las élites que se protegen entre sí para mantener el poder, los ciudadanos están dando un firme ejemplo de defensa de la democracia. Los guatemaltecos llevan en las calles más de dos meses para exigir que se respeten los resultados de las urnas y pedir la renuncia de la fiscal Consuelo Porras. A la cabeza de la resistencia pacífica están grupos indígenas mayas que han hecho cortes de carreteras y se han trasladado desde todo el país a la capital a modo de presión. En las últimas semanas, además, sus líderes se han reunido con empresarios, con el amparo de la Embajada de Estados Unidos, para asegurarse que la transición sigue adelante.
Los guatemaltecos están dando un ejemplo a sus instituciones. Ahora estas deben garantizar el traspaso de poder, algo fundamental en el proceso democrático. Arévalo necesita garantías para gobernar y poder concentrarse en los grandes retos que tendrá como presidente como reducir la pobreza, la desigualdad o la inseguridad, además de luchar contra la corrupción. La comunidad internacional, por su parte, debe acompañar un proceso que puede ser vital para frenar el avance del autoritarismo en Centroamérica.
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