Un G-20 positivo
La cumbre de Nueva Delhi evita la ruptura total y refuerza el multilateralismo
Los miembros del G-20 acudieron este fin de semana a la cumbre de Nueva Delhi bajo malos auspicios. Las discrepancias acerca de la guerra de Ucrania habían impedido sellar acuerdos en la veintena de reuniones ministeriales que precedieron a la de los líderes. En agosto, el foro de los BRICS —que agrupa a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica— decidió ampliarse aceptando media docena de candidaturas. Algunos de los miembros actuales de ese grupo —Pekín y Moscú— y alguno de los futuros —Teherán— se presentan como un contrapeso a Occidente. Ni el presidente de Rusia, Vladímir Putin, ni el de China, Xi Jinping, acudieron a la cita en la India. Señales como esa auguraban un creciente deterioro de las relaciones internacionales. Un fracaso de la cumbre habría supuesto otra pésima noticia y cuestionado incluso el futuro del propio G-20. Por ello, el consenso alcanzado en Nueva Delhi debe ser celebrado como un impulso al multilateralismo en un mundo cada vez fragmentado y polarizado.
El contenido del acuerdo es apreciable por lo que tiene de compromiso político con las reivindicaciones del llamado sur global. El texto de Nueva Delhi menciona, entre otras cosas, la voluntad de reforzar los poderes y la eficacia de los bancos multilaterales de desarrollo o la disposición a abordar casos de insostenibilidad de la deuda. La cumbre también ha dado luz verde a la adhesión de la Unión Africana como nuevo miembro. No obstante, son inevitables la cautela y el escepticismo si se piensa en la distancia que va de las declaraciones a la realidad o en el hecho de que en asuntos fundamentales como la transición energética los compromisos se quedan muy cortos. Pero el mensaje político va en la dirección correcta porque es imperativo reducir la brecha entre Norte y Sur y porque el continente africano debe tener más voz en los asuntos internacionales.
El escollo principal para el consenso era la posición del foro respecto a la guerra de Ucrania. La declaración aprobada subraya la necesidad de respetar la integridad territorial y la soberanía de los países y rechaza toda conquista territorial por la fuerza. Un mensaje duro para Moscú. El apoyo a una paz justa y duradera también es favorable a los intereses de Ucrania. Pero la ausencia en el texto de una condena explícita de la agresión rusa ha causado decepción en Kiev y en sus aliados. Habría sido deseable un lenguaje más claro ante la inaceptable invasión. Con todo, la declaración final no supone ninguna victoria para Putin y sienta las bases para futuras negociaciones de paz. En el contexto actual, lo decisivo son la salvaguarda de un foro de diálogo como el G-20 —una organización de carácter más económico que de seguridad— y el espaldarazo al multilateralismo. Un fracaso en Nueva Delhi habría sido un golpe durísimo. En tiempos de polarización, no es poca cosa haberlo evitado.
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