El pulso entre Occidente y el eje Pekín-Moscú ensombrece el G-20 de la India
La cumbre de los países más relevantes del mundo, que abordará este fin de semana las exigencias del Sur Global, se verá marcada por las ausencias de Xi Jinping y Vladímir Putin
El G-20, el foro que reúne a los países más relevantes del mundo con el objetivo de cooperar en la solución de problemas globales, se dispone a celebrar este fin de semana en Nueva Delhi una cumbre que la presidencia india pretende usar para impulsar los intereses del llamado Sur Global. Sin embargo, esta reunión está protagonizada por el creciente pulso entre Occidente y el eje Pekín-Moscú. Las ausencias del chino Xi Jinping y del ruso Vladímir Putin, así como la descarnada discrepancia acerca de la invasión rusa de Ucrania, retratan la gravedad de una tensión que complica el hallazgo de un consenso en materias económicas, medioambientales o de otra índole.
La presidencia de turno de la India ha dado vuelo, a lo largo de su mandato, a una serie de reivindicaciones del heterogéneo grupo de países emergentes y en desarrollo, también con el objetivo estratégico de convertirse en referente de esa constelación. Sin embargo, las tensiones originadas en el eje Este-Oeste del hemisferio Norte cuestionan la capacidad del G-20 de lograr avances significativos, o incluso meramente un consenso.
El bloqueo es de tal calibre que el grupo —que representa un 80% del PIB mundial, un 75% del comercio internacional y dos tercios de la población— no ha podido cerrar ni siquiera un acuerdo en la veintena de reuniones ministeriales celebradas a lo largo de la presidencia anual de la India. El anuncio de la ausencia de Xi —que sí participó en la cumbre del año pasado, en Indonesia— ha sido un nuevo golpe para las perspectivas de un positivo impulso político. La incomparecencia se produce después de que, en agosto, China y Rusia capitanearan la iniciativa para ampliar el grupo de los BRICS (en el que figuran como miembros también la India, Brasil y Suráfrica) a otra media docena de países relevantes: Irán, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Etiopía y Argentina.
A continuación, algunos de los asuntos clave de la cumbre del G-20, una cita desprovista de carácter ejecutivo per se, pero importante por el valor político global de los mensajes que se lanzan y de los compromisos que se asumen.
Ucrania
El G-20 cobró vuelo con el estallido de la crisis de 2008-2009 como foro dedicado a la forja de un consenso internacional antes desafíos económicos. Paulatinamente ha ido extendiendo su radio de acción. Aunque no esté en su ADN una vocación geopolítica clásica, la invasión de Ucrania por parte de Rusia ha generado una sacudida política de tal envergadura en el tablero mundial que, inevitablemente, representa un asunto central en esta cumbre.
Un alto funcionario europeo señalaba en vísperas de la cumbre que el elemento clave del bloqueo reside en que Rusia y China rechazan que el comunicado final de Nueva Delhi recoja el mismo lenguaje que fue plasmado en la declaración de Bali del año pasado. En aquel texto, se indicaba que “la mayoría de miembros condena con firmeza la guerra en Ucrania” —Rusia evita el vocablo “guerra”—, se recordaba la resolución reprobatoria de la ONU aprobada con 141 votos a favor cinco contrarios y 35 abstenciones y se señalaba que en la cumbre “hubo otros puntos de vista” en la materia. Este pulso geopolítico es de profundidad suficiente como para proyectar una enorme amenaza sobre el conjunto de la cumbre.
Economía
En el apartado más tradicional de operatividad del G-20 se hallan sobre la mesa múltiples cuestiones. El asunto central es dar pasos para que la arquitectura financiera internacional preste mayor atención a las vicisitudes de los países en desarrollo. Así, se discute un aumento de la capacidad de préstamo del Fondo Monetario Internacional —que Estados Unidos avala, según dijo la secretaria del Tesoro, Janet Yellen—; se debate la gestión de niveles de deuda cada vez más insostenibles para muchos países debido a la subida de tipos, con la perspectiva de restructuraciones y alivio; se aborda el viejo anhelo de los países emergentes de reformular los equilibrios de poder fijado en esas instituciones después de la II Guerra Mundial.
También en este apartado se cuela la guerra de Ucrania, por la vía de las tensiones de precios en los mercados de energía y alimentos, que siguen creando presiones inflacionistas cuyas principales víctimas son los países en desarrollo.
Medio ambiente
Es otro de los asuntos centrales de la cumbre, en un contexto de creciente alerta climática y agrios reproches en varias direcciones. Sobre la mesa negociadora se hallan propuestas para que los miembros asuman el compromiso de fijar el pico de gases de efecto invernadero para 2025, reducir el uso de combustibles fósiles y triplicar los objetivos de energías renovables.
El contexto de fondo es el habitual, con los países en desarrollo que recriminan a los desarrollados haber causado el problema, reclamando indemnizaciones para los daños y ayudas para afrontar una transición que es urgente; con los países emergentes que exigen mayor margen para el ajuste con respecto a los más avanzados y estos últimos, aunque con posiciones algo diferentes, subrayando que ellos están en la labor y que otros —sobre todo China— deberían hacer más esfuerzo.
Ampliación
Una de las cuestiones de la cumbre es la perspectiva de ampliar el grupo. Actualmente, pertenecen a él 19 países y la Unión Europea. España es un invitado permanente. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tenía previsto acudir, pero ha tenido que cancelar su viaje al dar positivo por covid. Representarán a España la vicepresidenta Nadia Calviño y el ministro de Exteriores, José Manuel Albares. Los socios barajan ahora otorgar condición de miembro pleno a la Unión Africana. Según la agencia Reuters, hay un consenso al respecto. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, se pronunció a favor de esta ampliación en una conferencia de prensa en Nueva Delhi. Por otra parte, Nigeria, según declaró su presidencia, considera solicitar su adhesión.
Bilaterales
Las cumbres del G-20 son siempre ocasión para un considerable flujo de reuniones bilaterales. La ausencia de Xi y Putin —también faltará el mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador— dejará al presidente estadounidense, Joe Biden, una posición de gran centralidad. Biden mantendrá una nueva bilateral con el anfitrión, el primer ministro Narendra Modi, tras la reciente visita de este a Washington, un nuevo paso de acercamiento de las dos naciones que la ausencia de Xi, de la que sin duda Nueva Delhi ha tomado buena nota, propicia.
Precisamente, estos dos países, junto a Arabia Saudí y otras naciones, tienen previsto hablar de un amplio proyecto de infraestructuras que pretendería reconfigurar el comercio entre el sureste asiático y el Golfo a través del desarrollo de nuevos ferrocarriles y puertos, según informa la agencia Reuters. El proyecto claramente se perfila como un intento de competir con la Iniciativa de la Ruta y de la Seda promovida por China.
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