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EDITORIAL
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Feijóo muestra sus cartas

La propuesta del líder del PP de una legislatura corta articulada en torno a seis pactos de Estado no resulta creíble

Feijóo, tras la rueda de prensa que ha ofrecido este miércoles después de reunirse con Pedro Sánchez en el Congreso.
Feijóo, tras la rueda de prensa que ha ofrecido este miércoles después de reunirse con Pedro Sánchez en el Congreso.Claudio álvarez
El País

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, se reunió este miércoles con el líder del PSOE, Pedro Sánchez, para proponerle un acuerdo con el que obtener su apoyo en la investidura que va a intentar los próximos 26 y 27 de septiembre. La reunión, en la sede del Congreso, duró menos de una hora y el balance fue el que se esperaba: ni acuerdo ni apoyo. El encuentro tuvo más de mera exhibición que de voluntad real de acercar posiciones. La distancia entre ambos dirigentes es demasiado grande para que pueda haber progresos de un día para otro, pero no deja de ser positivo en términos institucionales que se encontraran y que hablaran. Feijóo presentó un documento en el que resumía su oferta: una legislatura corta, de dos años, presidida por el líder del PP —la fuerza más votada el 23-J es lo que no deja de repetir, pese a su insuficiencia parlamentaria—, durante la que se ejecutarían seis pactos de Estado. Lo que resulta desconcertante y poco creíble es que quien reclama el apoyo de Sánchez sea el mismo que ha hecho de la “derogación del sanchismo” la sustancia de su programa electoral. Resulta lógica la desconfianza que ha despertado la iniciativa de Feijóo en el líder del PSOE.

Desde el mismo momento en que distintas fuerzas parlamentarias, que suman 178 votos en el Congreso, han manifestado que no apoyarán a Feijóo, su investidura será —salvo mayúscula sorpresa de última hora— un fracaso. Él mismo lo reconoció en una reunión con miembros de su partido el pasado fin de semana. La legitimidad que tiene para buscar aliados, desde que el Rey le propuso intentar la investidura, no significa que sus propuestas no queden reducidas a ser tan solo las piezas con las que está armando un escaparate donde definir sus señas de identidad como presidente del PP. Los resultados del 23-J no fueron los que esperaba el partido, así que le toca construir otro marco que pueda llevarlo a gobernar.

La presentación de los seis acuerdos de Estado, la manera de hacerlo —encabezándola con una foto de los Pactos de La Moncloa de 1977—, el llamamiento a “la igualdad y bienestar de todos los españoles”, el énfasis en que no puede surgir un Gobierno que sea condicionado por una minoría —la de los independentistas—, la sugerencia de incluir a figuras independientes de prestigio en su Gabinete, los signos de comportarse como hombre de Estado: todos los recursos que procuró exhibir este miércoles Feijóo forman parte del manual del perfecto moderado, que contrasta con las hipérboles de los últimos tiempos. Esa moderación incluye regeneración democrática, impulso del Estado de bienestar, voluntad de saneamiento económico que apunte a los más vulnerables, las clases medias y los jóvenes, apoyo a las familias, acuerdos sobre el agua y sobre el modelo territorial, donde apuntó convertir el Senado en una verdadera Cámara de las autonomías.

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Se podrá debatir sobre distintos detalles de lo que no deja de ser un repertorio de buenas intenciones —generales y vagas— y que parecen hablar más de una España remota que de la actual, fragmentada y llena de problemas y desafíos urgentes. Más allá de sus propuestas, Feijóo respondió con evasivas a la reclamación concreta de Sánchez de que, sea quien sea el presidente, se renueve el CGPJ antes de fin de año. Esta querencia por lo más abstracto y por renegar de lo concreto despierta suspicacias sobre su compromiso con lo que está proponiendo. Su insistencia en cargarse de razones frente a cualquier movimiento que pueda hacer Sánchez si él fracasa en la investidura genera otra inquietud: la de volver a considerar ilegítimo cuanto acuerden sus adversarios. Es decir: más de lo mismo.


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