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PAPA FRANCISCO
Columna
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El sector conservador de la Iglesia vs el papa Francisco: “Solo un loco puede hablar de una nueva primavera”

El antiguo responsable de Congregación de la Fe, Gerhard Ludwig Muller, cuestiona las decisiones del máximo pontífice

Papa Francisco I
El papa Francisco en la Ciudad del Vaticano, este 2 de julio.Associated Press/LaPresse (Associated Press/LaPresse)
Juan Arias

Era de esperar una reacción de la Iglesia conservadora a la decisión del papa Francisco de nombrar como responsable de la Congregación de la Fe, heredera de la vieja Inquisición, responsable por velar sobre la pureza de la doctrina, al argentino y progresista, Víctor Manuel Fernández, arzobispo de La Plata.

El cardenal, Gerhard Ludwig Muller que había sido nombrado por el fallecido Benedicto XVI, el teólogo alemán conservador Joseph Ratzinger, acaba de conceder una entrevista a Michael Hayenes, de Life Site News, en la que hace duras críticas al nuevo nombramiento del argentino Fernández.

Aunque a veces con el lenguaje felpado de los eclesiásticos, el antiguo responsable del Santo Oficio de Ratzinger, ha sido duro con el papa Francisco, al que ha acusado de haber abierto a la Iglesia a doctrinas progresistas. Según el cardenal alemán, “solo un loco podría hablar de una nueva primavera de la Iglesia”.

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En la entrevista, el teólogo llega a ser sutilmente crítico con las ideas revolucionarias del papa Francisco al que, subliminalmente, acusa de vanidoso. “La Iglesia de Dios”, afirma el teólogo alemán, “no necesita de nuevos fundamentos o de modernizaciones como si estuviera en ruinas y como si hombres flacos pudieran sustituir al constructor divino”. El cardenal Muller recuerda con los ojos puestos en Francisco que “el papa no puede pretender obediencia por sus opiniones particulares”. Y menos aún, subraya, “confundir la fe con juegos de poder, consecuencia de autoestima o de busca de gloria”.

Según Muller, “la doctrina de la Iglesia es la expresión de la palabra de Dios y nosotros los hombres no podemos completar, corregir o modernizarla”. El cardenal, sin embargo, ha querido recordar que él “no es enemigo del Papa”, aunque subraya que existe “un fantasma sobre los Palacios Sagrados: los cismas”.

El exprefecto de la Congregación de la Fe, retirado del cargo por el papa Francisco, habla de la posibilidad de que pueda producirse un cisma dentro de la importante Iglesia de Alemania, a causa de la apertura del papa Francisco al matrimonio de los homosexuales, algo que, según Muller, “es contra la palabra de Dios”.

Ya en enero pasado, el cardenal Muller, acusó al papa Francisco de “olvidarse de los conservadores” y llegó a afirmar que “bendecir a los homosexuales, va contra Dios”. El cardenal alemán insiste que las aperturas teológicas del papa Francisco pueden arrastrar a juegos de poder “consecuencia de autoestima o de busca de gloria”, una forma subliminal de acusarle de vanidad.

Según el cardenal, el argentino Fernández, ha insistido desde el primer momento sobre los peligros de lo que él llama “modernizar la fe”, y añade: “Nosotros, los hombres, no podemos completar, corregir o modernizar la palabra de Dios”, una acusación larvada y grave al papa Francisco.

Uno de los puntos de divergencia entre el cardenal alemán y el Papa, es el de la posibilidad de que la Iglesia permita que divorciados que se aman puedan casarse de nuevo por la Iglesia. Según Muller, el sacramento del matrimonio “es indisoluble por voluntad divina. Nadie puede cambiarlo”. Y debe ser entre un varón y una mujer. Y explica que la única posibilidad para los divorciados es “volver al cónyuge legítimo o desistir de las relaciones que no son válidas”. Dicho en lenguaje castizo: si se han divorciado que vuelvan a juntarse o que aguanten.

Lo curioso es que el cardenal Mulller no debería olvidar que el único sacramento en el que los oficiantes son los esposos, es el del matrimonio, del que el sacerdote es simplemente un testigo.

En las primeras comunidades cristianas, los que deseaban unirse en matrimonio avisaban simplemente al resto de la comunidad que a partir de entonces iban a formar una familia. Lo que los consagraba era el deseo de compartir una vida de amor.

Es lo que el papa Francisco intenta cuando se refiere al cristianismo primitivo, que fue poco a poco dogmatizándose y encastillándose en discusiones teológicas que eran las que Jesús criticaba a los fariseos y a los sacerdotes leguleyos amantes de la letra más que del espíritu de la ley.

El cardenal Muller no parece perdonarle al papa Francisco, a quien no considera un teólogo, el que lo hubiera relevado de su cargo. Y menos que haya colocado al frente del tribunal dogmático de la Iglesia al argentino amigo suyo, Fernández, que comparte con él sus ideas sobre el tema de la Iglesia y la sexualidad.

Se le critica también a Francisco el resurgir de la importancia que las mujeres habían tenido en el cristianismo primitivo y original. En realidad, a todo aquello que Francisco lo apellide de una nueva primavera de la Iglesia. “Una locura”, subraya el cardenal en el que se inspiraba el desaparecido y amigo suyo, el papa Ratzinger.

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