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Papa Francisco
Columna
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El argentino papa Francisco ya tiene al sucesor que desea

El pontífice elige al argentino Víctor Manuel Fernández como nuevo responsable de la Doctrina de la Fe, el órgano que se ocupa de los casos de abusos

El papa Francisco y Víctor Manuel Fernández
El papa Francisco junto a Monseñor Víctor Manuel Fernández.Víctor Manuel Fernández (RR SS)
Juan Arias

Quien conoce el lenguaje subliminal y cifrado del Vaticano, ha entendido que el papa Francisco acaba de escoger a quien le gustaría que le sucediera al mando de la Iglesia en uno de los momentos más convulsos de su historia.

Francisco sabe que su salud no es buena y es normal que se preocupe por su sucesor, quien le asegure que la Iglesia de los Evangelios, de la paz, del perdón, de la preferencia por los despreciados por el poder, la del ojo por ojo, la machista que desprecia a la mujer, la heredera de la vieja Inquisión, la de los escándalos de la pederastia, sea solo una triste y lúgubre pesadilla del pasado.

Todo ello lo acaba de confirmar la importante noticia dada por mi colega, el corresponsal de Italia y Vaticano, Daniel Verdú, de la sustitución en la importante Congregación para la Doctrina de la Fe, triste herencia de la Santa Inquisición, una de las épocas más tenebrosas del Catolicismo.

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Es sintomático y simbólico para quien conoce el entrelazado de teología y política del Vaticano que el revolucionario papa Francisco, que se negó a vivir en los palacios vaticanos y que despojó al papado de la triste herencia de los emperadores romanos, haya colocado en el corazón doctrinal de la Iglesia a alguien llegado como él de la periferia de la fe y que se identifica con su visión evangélica de la fe y no en la vieja doctrina del castigo, del pecado y del infierno.

Francisco, con el nombramiento del argentino Víctor Manuel Fernández para el dicasterio más importante del Vaticano, ha enviado un mensaje cifrado al cónclave que deberá decidir su sucesor.

No es acaso que una de las publicaciones del nuevo responsable de defender el dogma católico sea el autor del libro simbólico Liberarse de la ansiedad y de la impaciencia. Todo un programa y una profecía de la Iglesia que defiende Fernández.

No es Francisco el primer papa que revela, aunque sea entre líneas, al que le gustaría como su sucesor en un momento de transición en la Iglesia. Uno de esos ejemplos fue el del papa Juan XXIII, de familia humilde y campesina, que quebró con su sencillez, su ecumenismo y su sentido del humor la antigua rigidez de los dogmas.

Juan XXIII, que sucedió al hierático príncipe Pacelli, el papa Pío XII, sorprendió a la Iglesia y al mundo con la convocatoria del revolucionario Concilio Vaticano II. Ya enfermo y con el Concilio inacabado, Juan XXIII, se preocupó de que pudiera sucederle un conservador que cambiaría los rumbos del Concilio más revolucionario de la Historia de la Iglesia.

¿Qué hizo? Ya próximo a su muerte, tuvo un gesto simbólico que los obispos del Concilio entendieron muy bien. Desde el lecho donde agonizaba envió al entonces cardenal arzobispo de Milán, Montini, que estuvo a punto de ser juzgado por el Santo Oficio como excesivamente progresista, un mensaje de elogio y de cariño. Fue un modo de señalar al Concilio que su deseo, en el momento de su muerte, fuera que pudiera sucederle y encerrar el Concilio un papa abierto a la nueva primavera de la Iglesia. Y así fue.

Ahora, también en tiempos turbulentos y de cambios radicales en la Iglesia en la que está tomando protagonismo la presencia en la Iglesia de la mujer como en los albores del cristianismo, el papa Francisco, el más parecido hasta en su humor desacralizado a Juan XXIII, ha querido con el nombramiento de su viejo amigo, enviar, como lo hiciera el papa Roncalli en tiempos del Concilio, un claro mensaje de que su deseo es que pueda sustituirle al frente de la Iglesia alguien que pueda seguir sus huellas.

Que se lo pregunten sino al teólogo progresista brasileño, Leonardo Boff que anticipó la profética Teología de la Tierra y que sufrió el tener que pasar por las horas caudinas de un duro interrogatorio de cuatro horas por el entonces prefecto de la Doctrina de la Fe, el futuro y conservador, papa Ratzinger.

Yo le esperé las cuatro horas a la puerta del palacio Vaticano. El teólogo Boff salió sereno pero agotado y triste de las cuatro horas del duro examen del que salió condenado. Boff me contó que cuando inició el interrogatorio por parte del cardenal Ratzinger, le pidió, que como solía hacerse en sus comunidades de base progresistas en Brasil, le gustaría que hicieran una oración para pedir luz a Dios.

Hoy el papa Francisco, con su nuevo e inesperado nombramiento para la Congregación de la Fe, está enviando un mensaje cifrado en los turbulentos tiempos del Vaticano para que pueda tomar su relevo alguien que apueste más que en la rígida ortodoxia de la vieja Inquisición, en las esperanzas del revolucionario Concilio, que la Iglesia de la nueva extrema derecha política que está contagiando al mundo desearía sepultar.

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