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Columna
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Taiwán y la UE equilibrista

De todos los líderes europeos que han viajado a Pekín en los últimos meses, Emmanuel Macron es el que ha tensado más la cuerda, generando un debate dentro y fuera de Europa

El presidente chino, Xi Jinping, y el presidente francés, Emmanuel Macron, asisten a una ceremonia del té en la residencia del gobernador de la provincia de Guandong, en Guangzhou, el pasado 7 de abril.
El presidente chino, Xi Jinping, y el presidente francés, Emmanuel Macron, asisten a una ceremonia del té en la residencia del gobernador de la provincia de Guandong, en Guangzhou, el pasado 7 de abril.THIBAULT CAMUS (AFP)
Ana Fuentes

En el tema de Taiwán, la Unión Europea está haciendo equilibrismos: quiere tener una agenda propia sin que se la marque Estados Unidos, es decir, ejercer su autonomía estratégica. Pero que al mismo tiempo eso no le lleve a hacerle el juego a China, que justamente busca una Europa no alineada con Washington.

De todos los líderes europeos que han viajado a Pekín en los últimos meses, Emmanuel Macron es el que ha tensado más la cuerda, generando un debate dentro y fuera de la UE. El presidente francés insistió en que las prioridades de Bruselas no son las de la Casa Blanca y que lo peor para los europeos sería “entrar en una lógica de bloques”, siguiendo lo que marcan China o EE UU. En un contexto de tensión máxima entre las dos potencias, los más críticos interpretaron que Macron estaba siendo complaciente con China, que parecía un kou tou ante Xi Jinping, el término chino que significa postrarse ante un líder como se hacía ante los emperadores. Otros señalan que el mandatario francés no estaba pensando tanto en Europa como en las empresas de su país. Es cierto que en su visita lo acompañaron varias compañías galas como Airbus y EDF, que cogieron el avión de vuelta con contratos firmados.

China sigue estas discusiones con cien ojos: le preocupan mucho porque Taiwán es prioridad nacional, un asunto clave en el tercer mandato de Xi. Y la posición de la UE le afecta, ya que es su segundo mercado. Se nota que la propaganda oficial se desvive con cualquier líder que se desmarque de Washington, como ahora con Macron. Es curioso que el concepto de autonomía estratégica está unido a un momento áspero con Bruselas, cuando en 2019 la UE declaró oficialmente a China como rival sistémico. Sin embargo, hoy para el Partido Comunista eso es un mal menor, comparado con lo que sería para ellos que Bruselas se alineara con Washington. Medios chinos destacaban de forma positiva estos días que la autonomía puede llevar a Europa a tener “una visión objetiva de China”. Cui Hongjian, del Instituto Internacional de Estudios chinos, decía que el mayor test para los europeos a la hora de desarrollar esa autonomía sería ver si terminaban cediendo a la presión estadounidense o eran capaces de manejar sus diferencias y encontrar maneras de cooperar con China.

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Es un momento complicado: Pekín está en pleno despliegue de diplomacia para recuperar los tres años que ha pasado prácticamente aislada por la pandemia. Hay muchísimas tareas pendientes, empezando por un acuerdo de inversiones UE-China que aún no se ha firmado y que se planteó en un mundo pre-covid, es decir, muy distinto. Desde entonces Pekín se ha embarcado en una etapa de más seguridad, más control, todavía menos libertades. Ha conseguido colocar el relato de que puede mediar por la paz en Ucrania. Mientras, acaba de encarcelar a dos abogados históricos en la lucha por los derechos humanos acusados de subversión contra el Estado. Con todo eso hay que lidiar. @anafuentesf

Sobre la firma

Ana Fuentes
Periodista. Presenta el podcast 'Hoy en EL PAÍS' y colabora con A vivir que son dos días. Fue corresponsal en París, Pekín y Nueva York. Su libro Hablan los chinos (Penguin, 2012) ganó el Latino Book Awards de no ficción. Se licenció en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y la Sorbona de París, y es máster de Periodismo El País/UAM.

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