China simula ataques a objetivos clave de Taiwán en una segunda jornada de maniobras militares
Pekín aumenta la presión sobre la isla en respuesta a la visita de la presidenta a Estados Unidos
El Ejército Popular de Liberación (EPL) chino ha simulado este domingo “ataques de precisión contra objetivos clave en Taiwán y en las aguas circundantes”, según la cadena de televisión estatal CCTV. En esta segunda jornada de maniobras militares a gran escala, las Fuerzas Armadas chinas han continuado “ejerciendo presión” sobre la isla, a modo de “severa advertencia” a las “provocaciones de las fuerzas separatistas”. El sábado, China anunció tres días de ejercicios bélicos en torno a Taiwán, en respuesta a la visita de su presidenta, Tsai Ing-wen, a Estados Unidos, durante la que se reunió con el líder de la Cámara de Representantes de ese país, el republicano Kevin McCarthy. Pekín asegura que este tipo de acciones son “necesarias para proteger la soberanía nacional y la integridad territorial” del país. China considera a esta isla, que funciona como un Estado de facto, una provincia rebelde, y asegura que no descarta el uso de la fuerza para la unificación.
En los ejercicios de guerra del Mando del Teatro Oriental del EPL están participando todos los servicios y unidades militares bajo un sistema de combate conjunto. Según expertos citados por la prensa estatal, los simulacros están orientados a rodear simultáneamente la isla, creando una situación de capacidad de ataques desde todas las direcciones. Los medios chinos adelantan que ya se han desplegado portaviones, misiles de largo alcance, buques, cazas y misiles convencionales, pero que también se espera que participen otros equipos y tipos de armamento, como aviones y bombarderos de guerra electrónica.
Zhao Xiaozhuo, investigador de la Academia de Ciencias Militares de China, declaró al diario nacionalista Global Times que los simulacros “están muy orientados al combate”. “Un objetivo claro es hacerse con el control de la información, incluida la supresión electrónica de radares y bases antimisiles en la isla”, apuntó Zhao. Según ha informado CCTV, se han ordenado “docenas” de incursiones de aviones de alerta temprana, reconocimiento, ataque, bombardeo e interferencia, mientras que patrulleros del EPL “han ocupado posiciones de ataque” mediante “maniobras de alta velocidad”.
El Ministerio de Defensa de Taiwán declaró que durante el domingo se habían avistado cerca de su territorio 70 aviones chinos, incluidos cazas Su-30 y bombarderos H-6, así como 11 barcos. En la jornada previa, las autoridades taiwanesas indicaron que 71 aeronaves de guerra chinas habían cruzado la línea media divisoria, una frontera no oficial entre China y la isla, pero que se suele respetar. No obstante, esta mañana rectificaron y aclararon que la mitad de esos aparatos la traspasaron.
El Departamento de Defensa taiwanés también ha destacado que presta especial atención a la Fuerza de Misiles del EPL, la unidad de misiles estratégicos con base en tierra de China. “Nuestro ejército está controlando minuciosamente los sistemas de inteligencia, vigilancia y reconocimiento, y nuestras fuerzas de defensa aérea permanecen en alerta máxima”, ha comunicado el ministerio, aunque reitera que sus fuerzas “no intensificarán conflictos ni provocarán disputas” y que responderán “adecuadamente”.
El conocido analista chino Hu Xijin publicó anoche en Global Times un análisis en el que enfatiza que las maniobras “no son un juego de pesca con explosivos, sino la explosión en el corazón y las entrañas de los separatistas de Taiwán”. “Algunos funcionarios estadounidenses alertan de que ‘la parte continental de China podría atacar Taiwán antes de 2027′. Pero es porque no tienen la conciencia tranquila, y temen ser ellos quienes provoquen la guerra”, acusa Hu.
China había subrayado por activa y por pasiva que no toleraría que Tsai Ing-wen se reuniese con Kevin McCarthy en suelo estadounidense. A pesar de las constantes amenazas, Tsai se reunió el sábado en Taipéi, a su vuelta de Estados Unidos, con una delegación de congresistas estadounidenses que estaban en la isla para “enviar al Partido Comunista de China una señal de apoyo de su país a Taiwán”. El presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara Baja estadounidense, Michael McCaul, prometió a la presidenta taiwanesa “acelerar la entrega de armas” y “proporcionar entrenamiento militar, no para la guerra, sino para la paz”, sin especificar más.
Para el gigante asiático, cualquier tipo de comunicación entre funcionarios taiwaneses y estadounidenses supone una “flagrante provocación” y una “violación del principio de Una Sola China” en el que se basan las relaciones diplomáticas de esta nación con el resto de los países. Desde que en 1979 establecieron vínculos bilaterales, Washington reconoce al Gobierno en Pekín como representante de China, en detrimento de Taipéi. Sin embargo, con Taiwán mantiene una relación “no oficial” y defiende una “ambigüedad estratégica”: le vende armamento para su autodefensa y no especifica si sería su mayor aliado militar en caso de un ataque de China. El propio presidente chino, Xi Jinping, expresó ante el estadounidense, Joe Biden, que “la cuestión de Taiwán es la más roja de todas las líneas rojas” en las relaciones sinoestadounidenses.
La antigua Formosa es el lugar al que huyeron en 1949 las tropas nacionalistas derrotadas por el ejército comunista en la guerra civil. Allí, establecieron el Gobierno de la República de China en el exilio, mientras en la parte continental Mao Zedong declaraba la fundación de la República Popular. Actualmente, solamente 13 Estados reconocen a Taiwán como una nación soberana.
Cuando la predecesora de McCarthy en el puesto, la demócrata Nancy Pelosi, visitó Taiwán en agosto, Pekín respondió con unos ejercicios bélicos de magnitud insólita en el estrecho de Formosa y cortando el diálogo con Estados Unidos en áreas clave (como el cambio climático, el control de drogas o reuniones militares). Entonces, el tráfico aéreo se vio interrumpido después de que China señalara varias áreas donde se estaban disparando misiles. Esta vez, los vuelos civiles han continuado funcionando con normalidad, incluidos los de las islas Kinmen y Matsu, muy cercanas a la costa china pero controladas por Taipéi. También continúan abiertos los canales de comunicación entre las dos principales potencias económicas mundiales.
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