Las Tablas de Daimiel en riesgo
No bastan los cuidados paliativos para preservar un enclave natural único en Europa
Más de 500 científicos han enviado a las autoridades españolas un manifiesto llamando la atención sobre el estado desesperado de las Tablas de Daimiel, en Ciudad Real. Esta llanura de inundación, prácticamente única en Europa y con alto valor ecológico, agoniza desde hace décadas víctima de la extracción masiva de agua para regadíos, aunque sus problemas empezaron ya a mitad del siglo pasado, cuando se inició una gran operación de desecación de más de 30.000 hectáreas de las cuencas de los ríos Guadiana, Záncara y Gigüela para convertir la zona en tierras de cultivo. A partir de los años sesenta, con las obras de canalización de los ríos manchegos desecando la zona y el comienzo de lo que sería una progresiva e imparable extensión de regadíos, las Tablas de Daimiel comienzan su agonía. Tanto, que el acuífero que las alimenta se declaró sobreexplotado en 1994. Sólo faltaba la sequía que se viene prolongando ocho años para que la situación sea, como afirman los científicos firmantes del manifiesto, “insostenible”, y sin “atisbos de que el acuífero recupere sus niveles de sostenibilidad a largo plazo”. Hoy, tan sólo 250 hectáreas de las 1.750 que tenía el paraje están inundadas.
Como la ciencia sabe y comprueba cada vez en más ocasiones, el planeta tiene una enorme capacidad de regeneración, resiliencia y recuperación. De ahí que en este manifiesto los científicos insistan en que aún es posible salvar las Tablas de Daimiel si se ponen medidas de restauración ecológica. Entre otras, aportaciones de en torno a 17 hectómetros cúbicos de agua al año. Para ello plantean distintas propuestas que van desde el reciclado y reutilización de aguas residuales a la captación de agua de lluvia o la cosecha de vapor de agua. Proponen también, mientras estas alternativas se ponen en marcha, que el volumen hasta llegar a los 17 hectómetros cúbicos de agua “debe ser completado cuando sea necesario a través del trasvase Tajo-Segura”, tal como establece una batería de leyes desde 1987 hasta diciembre de 2017. Esta última medida es la que puede generar mayores discrepancias porque supone retraer mayores recursos al Tajo, lo que podría llevar a comprometer la salud de su ecosistema. Eso, en el caso de que se pudiera hacer sin sobrepasar los límites del caudal ecológico.
La situación agónica que viven las Tablas de Daimiel, como otros entornos similares, necesita medidas de urgencia, pero necesita también una mirada a medio plazo desde el análisis de las causas que ha provocado esta situación. La extensión masiva del regadío con la correspondiente extracción permanente de agua para atender sus demandas, junto con el desgobierno que provocan las extracciones ilegales, están acabando con ecosistemas como el de las Tablas de Daimiel abocándolo prácticamente a su desaparición. Urge tomar medidas paliativas, lo menos lesivas posible para el medio ambiente y otros ecosistemas, pero al mismo tiempo no deben olvidarse las causas de fondo que han llevado a esta situación.
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