Más de 500 científicos piden al Gobierno agua del Tajo para salvar Las Tablas de Daimiel
Los investigadores apremian en un manifiesto a Pedro Sánchez a tomar una decisión: o se restaura el principal humedal interior de la península Ibérica o en unos años desaparece
La situación de Las Tablas de Daimiel es “insostenible”, defienden 511 científicos en un manifiesto dirigido a las más altas instancias del Estado. La evidencia de que “no hay atisbos de que el acuífero recupere sus niveles de sostenibilidad a largo plazo” les ha conducido a enviar el documento al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; a la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera; y al presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page. En él se sitúa a los políticos como responsables de no frenar el deterioro del ecosistema. El documento, al que ha tenido acceso EL PAÍS, les conmina a decidir qué camino tomar: “Restaurar o abandonar para siempre el principal humedal del interior de la península Ibérica”.
Desde hace décadas la falta de agua acosa a estas llanuras de inundación, prácticamente únicas en Europa, hasta el punto de que en la actualidad tan solo hay anegadas 250 hectáreas de las 1.750 del humedal. Detrás de la inexorable degradación aparecen las extracciones de agua para abastecer a las explotaciones agrícolas ―el acuífero del que dependen Las Tablas fue declarado sobreexplotado en 1994― y una sequía que dura ya ocho años.
Para asegurar la sostenibilidad de Las Tablas es necesario mantener un caudal de agua regular de 17 hectómetros cúbicos anuales, puntualizan los científicos. Y en caso de ser necesario, ese volumen deberá ser completado con el envío de agua del trasvase Tajo-Segura, tal como se prevé legalmente. El manifiesto apunta a que este refuerzo procedente del Tajo se realizaría mientras se buscan otras alternativas hídricas, “tanto para el ecosistema como para los regadíos”. Como soluciones, los científicos enumeran el “reciclado y reutilización de las aguas residuales que se generan en el entorno, la captación de agua de lluvia a gran escala o a la cosecha de vapor de agua”.
Si el sistema natural funcionara, las interacciones entre el agua subterránea del acuífero y la superficial de los ríos Guadiana, Azuer y Gigüela llenaría las lagunas por inundación. Pero en la actualidad el único aporte regular proviene de los pozos de emergencia que extraen agua del acuífero ya sobreexplotado y con ello solo se llena el 20% de las lagunas y se vacía más. El bombeo desde los pozos solo sirve para “humectar [aumentar la humedad] los suelos secos y reducir los riesgos de combustión de la turba [en el subsuelo del acuífero], pero por sí solo no mantiene la inundación del ecosistema”, explica el documento enviado al Gobierno.
Salvador Sánchez Carrillo, científico del CSIC y promotor del manifiesto, espera que los políticos “tomen una decisión de una vez por todas y que asuman sus responsabilidades”. Porque “el estado actual del humedal no es causa, sino efecto de las decisiones poco acertadas” de los políticos y de la sociedad que le da la espalda.
Salvar el humedal es posible
Tomando el camino adecuado, todavía es posible salvar el humedal, porque sigue “vivo” y “nunca antes habíamos tenido tanto conocimiento científico de Las Tablas de Daimiel y de su entorno”, añade el manuscrito. Su capacidad de adaptación es muy alta, explican, y el conjunto de los animales y vegetales que lo pueblan se regenera “de manera casi inmediata cuando hay agua”, aunque cada vez es más complejo. A pesar de ello, “el grado de perturbación que puede soportar está cercano al límite”, advierten, “y es probable que, si no se actúa, sufra cambios muy profundos en su estructura y función que hagan difícil recuperarlos a largo plazo”.
Consideran también que no se puede perder el banco de información “incalculable” que “refleja la historia natural de La Mancha y del interior peninsular” y su biodiversidad. “¿Querríamos perder el Museo del Prado?”, se preguntan. Porque “Las Tablas, Doñana, el Delta del Ebro y otros muchos son nuestros principales museos naturales”. Hasta en sus peores momentos Las Tablas sirve de refugio a más de 2.000 especies (plantas, aves, insectos, peces, réptiles... ), además de estar representados 11 hábitats de interés comunitario. Todas estas características implican que su desaparición supondría “un daño irreparable” para la riqueza natural de España y del planeta. Se perdería un “acervo genético y ecológico irrepetible” que nunca “podrá ser recuperado”.
Sánchez Carrillo recuerda que enviar agua del trasvase Tajo-Segura está contemplado por ley. “No es justo que el ecosistema sea siempre el que sufre y que se le lleve al límite”, plantea. Sabe que hablar de trasvase de agua de otra cuenca genera polémica, pero apunta a que no hay grandes problemas cuando esa agua va a la agricultura. Y advierte: “Si continúa esta explotación, Las Tablas de Daimiel no se van a recuperar, no nos engañemos”.
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