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Columna
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Pedro Sánchez no se equivoca

La justificación de medidas que degradan el Estado de derecho es ambivalente: el Gobierno ha hecho esto porque no tenía otro remedio; al mismo tiempo, es una muestra de audacia

Salvador Illa y Pedro Sanchez
Salvador Illa y Pedro Sánchez durante un acto de apoyo al candidato socialista a la alcaldía de Barcelona el domingo.Alejandro García (EFE)
Daniel Gascón

Varios ministros han negado que vaya a celebrarse un referéndum de autodeterminación en Cataluña, así que la reacción más sensata es preguntarse cuándo se pondrán las urnas. Hay algunos problemas, como que no sea constitucional, pero esos detalles no son un obstáculo insalvable. Una posibilidad es cambiarle el nombre. El líder del PSC, Salvador Illa, ha declarado en una entrevista con José Antonio Zarzalejos que no habrá referéndum de autodeterminación pero sí consulta a los catalanes: ya descubriremos lo que significa. Quizá también tenga que descubrirlo el propio Illa; es más dudoso que lo logre Patxi López, pero lo explicará de todos modos.

Uno podría pensar que la propia discusión es la que crea la posibilidad, o que es una maniobra de distracción: esa opción inverosímil, teóricamente inasumible para los votantes, aparece en el horizonte para que no nos fijemos en lo que sucede ahora. Pero leímos ese argumento con los indultos y se hicieron, y también con la modificación de la sedición, que en vez de proteger mejor la democracia la deja más desguarnecida. También pensábamos que no se reformaría la malversación: una ley ad personam indefendible en términos de honradez, calidad democrática o igualdad ciudadana. La combinación de las tres medidas es una amnistía en diferido, y cumple una de las exigencias de Esquerra; la segunda exigencia es la autodeterminación. En los tres casos, el Ejecutivo negó que haría lo que hizo, y tuvo el gesto manierista de intoxicar a periodistas cercanos. A menudo, el procedimiento —crucial en democracia— no es el adecuado, como ha explicado Ana Carmona acerca de la reforma del Código Penal. La justificación de medidas que degradan el Estado de derecho es ambivalente: el Gobierno ha hecho esto porque no tenía otro remedio; al mismo tiempo, es una muestra de audacia, que es algo de lo que al Ejecutivo le gusta presumir.

Francis Scott Fitzgerald decía que un genio es quien tiene un cerebro con dos ideas totalmente contradictorias al mismo tiempo y sigue funcionando: desde luego, el análisis político de nuestro país cumple el primer requisito. Otros lamentan, un poco perplejos, un error intolerable. Aunque entre tanta apelación a la audacia uno echa de menos algún llamamiento a la responsabilidad, no hay que ser timoratos: intolerable significa en realidad que se tolera y hablar de un error es infravalorar al Gobierno. Lo que parece una equivocación puede ser algo peor: una estrategia. @gascondaniel

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Sobre la firma

Daniel Gascón
Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) estudió Filología Inglesa y Filología Hispánica. Es editor responsable de Letras Libres España. Ha publicado el ensayo 'El golpe posmoderno' (Debate) y las novelas 'Un hipster en la España vacía' y 'La muerte del hipster' (Literatura Random House).

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