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tribuna
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Historia de dos colegios mayores

No todos los colegios mayores son iguales. Los centros mixtos son mucho más abiertos tanto ideológica como sexualmente que los segregados por sexos

Cartel de convocatoria contra el machismo, este viernes en la avenida Complutense en Madrid.
Cartel de convocatoria contra el machismo, este viernes en la avenida Complutense en Madrid.Rodrigo Jimenez (EFE)

Aún recuerdo mi primer día en el Colegio Mayor Universitario Chaminade, a principios de septiembre de 2011. Fui desde Málaga a Madrid en coche con mi padre, un trayecto que hice nerviosísimo. Entré en el Chami con una tienda de campaña y lo primero que vi fue a unos hippies en monociclo, que me saludaron alegremente. Todo el mundo parecía conocerse, así que pasé un rato en mi habitación pensando que había llegado demasiado tarde para hacer amigos. Me equivoqué: bajé al porche y esa misma noche conocí a algunos de los que se convertirían con el paso de los años en mis mejores amigos. Fuimos al parque a beber y todo el mundo se hacía el interesante: o veías cine francés o no había nada que hacer. A mí me habían contado que el Chami era famoso porque sus colegiales y colegialas se tiraban el rollo; era verdad. Lo que no sabía es que por la noche nos visitarían los de los colegios masculinos. El grito más típico, que nosotros celebrábamos, era “Chami, maricón”; el segundo era el Cara al Sol.

Cuando Vox comenzó a ser un partido exitoso, durante los primeros meses de 2019, yo había abandonado Madrid y estaba desconectado de mi etapa universitaria. El acto que organizó Vox en el Teatro Barceló con el objetivo de atraer jóvenes universitarios, “Cañas por España”, me recordó a ese Madrid del que nunca fui parte y a esa Málaga pija que abandoné con mi grupo de amigos cuando empezamos la universidad. En 2011 la mayoría de mis conocidos de Málaga se fueron a colegios masculinos o femeninos, lo que creó una distancia entre nosotros. Ellos se sentían muy orgullosos de estar en colegios mayores en los que no podían dormir en sus habitaciones con nadie; ellas se mostraban conformes con vivir en lugares donde tenían que volver antes de las diez de la noche a riesgo de quedarse tiradas en la calle. La mayoría se hicieron, o quizás lo eran ya sin que yo me hubiera dado cuenta, muy de derechas. Cuando volvía a Málaga, sentía que los que se habían ido a los colegios masculinos y femeninos de Madrid en realidad se habían ido a otro planeta.

Lo increíble es que sea en 2022 cuando se ha problematizado por primera vez el machismo de los colegios mayores masculinos: nadie que haya pasado un tiempo por la Ciudad Universitaria de Madrid se puede sorprender de que desde el Elías Ahuja se gritara así a sus vecinas, ni de que hubiera chicas que salieran luego a defenderlos. La reacción de muchas personas en este entorno ha sido parecida a la de Juan Soto Ivars en El Confidencial: no ha sido para tanto, no deja de ser un rito que tiene que ser entendido. La pregunta es si también justificarán así las novatadas que cada año sufren muchos de los estudiantes que van a Madrid desde el resto de España. Aunque toda la atención está puesta en los colegios mayores masculinos, los colegios mayores femeninos son casi idénticos. ¿O es que en algunos de estos colegios no insultan a las novatas ni someten al ostracismo a las que no están dispuestas a pasar por las humillantes novatadas?

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El vídeo del Elías Ahuja es la punta del iceberg: si se vieran imágenes de lo que ocurre durante las novatadas, los colegios mayores masculinos se cerrarían inmediatamente. Centrarse en los jóvenes que salen en el vídeo, que no dejan de tener entre 18 y 20 años y aún tienen tiempo para cambiar, es un error: lo importante es explicar cómo puede ocurrir algo así hoy en día. Yo no era una persona valiente cuando llegué a Madrid. De haber acabado en un colegio masculino, es probable que hubiera sido uno de los que abrían la ventana en el vídeo y uno más de los que hubiera seguido el ciclo de sufrir y luego hacer novatadas: habría sido un marciano para la versión de mí que fue a un colegio mixto. Hay que tener mucho valor para oponerse al ambiente dominante de los colegios masculinos, donde la vida para los que no siguen la norma no es fácil. Por eso, la primera solución es conseguir que se acabe de una vez por todas con las novatadas y que todos los colegios mayores se hagan mixtos, como han hecho el Cisneros y el Mendel. A medio plazo, las direcciones de los colegios masculinos y femeninos tienen la difícil tarea de terminar con la cultura machista y clasista que existe en estos centros.

No todos los colegios mayores son iguales. En 2011, había una gran diferencia entre los colegios mixtos como el Chami, que solían ser de izquierdas y sin novatadas, y los masculinos y femeninos, que eran de derechas. Más allá de las ideologías, que diez años más tarde quizás no sirvan tanto para distinguir a todos los colegios mixtos, lo mejor que se puede decir del Chami era que es un lugar libre: era un sitio en el que los jóvenes podían opinar lo que quisieran, ser como deseaban y descubrir las distintas versiones de ellos mismos. Como en el resto de la sociedad española, en el Chami también había personas con actitudes machistas, pero eran contestadas desde dentro. Como en todos los lugares donde hay gente tan joven, había personas con más o menos luces; el tema era que pudieran madurar desde el respeto a los demás. El ambiente en el Chami, y en la mayoría de los colegios mixtos, era mucho más abierto tanto ideológica como sexualmente que en los colegios masculinos y femeninos. Se hacía todo lo posible porque fuera un lugar donde cada uno de nosotros pudiéramos desarrollar nuestra personalidad (el lema no oficial del Chami podría ser que es el lugar donde uno puede desarrollar su legítima rareza). A mí, y creo que hablo por mucha gente, pasar por el Chami fue la mejor experiencia de mi etapa universitaria.

Los tiempos han cambiado para bien y hoy en día casi todos nos escandalizamos por vídeos como el del Elías Ahuja. El problema es más profundo de lo que parece: muchas élites políticas de la derecha española han pasado por estos colegios mayores masculinos donde se insulta a las mujeres y se humilla a los novatos. Por eso, que Alberto Núñez Feijóo haya criticado abiertamente el vídeo es una buena noticia, ya que quizás a sus predecesores les hubiera costado más. Sin embargo, la pregunta de cómo se puede acabar con estas actitudes en los jóvenes sigue latente. Después del lógico escándalo que se ha montado, es el momento de dar un paso más. Empecemos por apostar por los colegios mayores mixtos, aumentar la educación sexual y acabar de una ver por todas con las novatadas.

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