Finales falsos
Recuerdo que creí que íbamos a hablar durante mucho tiempo de todas esas cosas de las que ya nadie habla
Recuerdo haber visto infectólogos en la televisión que decían que no era peligroso compartir el mate con otras personas. Recuerdo que dos días después esos mismos infectólogos decían que compartir el mate implicaba riesgo de muerte. Recuerdo que las calles parecían sumergidas en un invierno nuclear y que lo único que se movía eran los repartidores de delivery. Recuerdo que la ciudad parecía un galpón vacío. Recuerdo que quisieron detener a una mujer mayor acusándola de ser un agente de propagación del virus por salir a tomar sol a una plaza. Recuerdo que desinfectábamos las ruedas del carro de las compras. Recuerdo que los fines de semana eran los días de hacer la limpieza. Recuerdo que empecé a cocinar usando miso y aceite de sésamo. Recuerdo que había que tramitar un permiso de circulación para cambiar de barrio. Recuerdo que empecé a beber una copa de vino todos los días antes de la cena. Recuerdo que no podía leer. Recuerdo que a las seis de la tarde miraba el reporte de los muertos. Recuerdo que fabricamos nuestros primeros tapabocas con la ayuda de un tutorial, recortando las mangas de una camiseta. Recuerdo que no se conseguían alcohol en gel ni cigarrillos. Recuerdo que un hombre murió al chocar contra un terraplén construido por vecinos a la entrada de un pueblo para impedir que ingresaran personas ajenas. Recuerdo el sonido del último avión que sobrevoló Buenos Aires antes del confinamiento. Recuerdo que había filas en el exterior de las verdulerías y las farmacias. Recuerdo que mi tarjeta de débito se rompió y que la empleada del supermercado chino inventó un sistema para que pudiera usarla igual. Recuerdo que pasé siete meses sin ver a mis vecinos. Recuerdo que pasé casi un año sin ver a mi padre. Recuerdo que nunca pensé que iba a terminar rápido. Recuerdo que creí que íbamos a hablar durante mucho tiempo de todas esas cosas de las que ya nadie habla.
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