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COLUMNA
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No le deis dinero a Bolsonaro

El Gobierno brasileño llegará a la COP26 con una maleta de mentiras sobre cómo protege la Amazonia para conseguir inversiones internacionales, mientras en su país destruye la selva a gran velocidad

Un fragmento de la selva amazónica junto a campos de soja en Belterra, en el Estado de Pará, Brasil.
Un fragmento de la selva amazónica junto a campos de soja en Belterra, en el Estado de Pará, Brasil.Leo Correa (AP)
Eliane Brum

La mayoría de los observadores concuerdan en que el Brasil de Jair Bolsonaro llegará a la Cumbre del Clima de Glasgow con el propósito de pedir dinero para la Amazonia. Como es típico del Gobierno de extrema derecha, sus negociadores presentarán logros y objetivos sin ninguna conexión con la realidad presente y sin el compromiso real de cumplirlos en el futuro. La realidad muestra récords de incendios y de deforestación, unos órganos de inspección debilitados y militarizados, mineros ilegales, madereros y ladrones de tierras públicas siendo estimulados a invadir territorios indígenas, proyectos de ley del presidente para permitir la explotación de tierras protegidas. Bolsonaro está llevando deliberadamente la mayor selva tropical del planeta al punto sin retorno. Su objetivo es convertir la Amazonia en haciendas de ganado, proyectos de extracción minera e inmensas plantaciones de soja en manos de sus partidarios. Y lo está consiguiendo.

Bolsonaro necesita dinero internacional y la Amazonia es la mejor manera de conseguirlo. Ante el colapso climático, que ha dejado huellas recientes en el verano del hemisferio norte, con inundaciones y olas de calor por encima de los peores registros históricos, la primera cumbre climática presencial desde que comenzó la pandemia tiene la espinosa misión de evitar que Brasil impida cualquier acuerdo mínimamente decente y, a la vez, no dejarse engañar por un Gobierno criminalmente mentiroso. La tarea es ingrata.

El presidente de Brasil no es un mentiroso patológico, como algunos creen, sino un gobernante que utiliza la mentira como activo político estratégico para ejecutar su proyecto de poder. En su último directo semanal en las redes sociales, anunció que un estudio realizado en el Reino Unido había descubierto que la vacuna contra la covid-19 aumenta la probabilidad de contraer el VIH. Obviamente, la información es falsa. Responsable directo, junto a su Gobierno, de más de 600.000 muertes por covid-19, Bolsonaro todavía considera que es importante boicotear la vacunación. Nadie que siga de cerca —o incluso de lejos— a este Gobierno espera que las mentiras sobre su actuación en la Amazonia que sus representantes llevarán a la COP sean menos absurdas y letales que esta.

La protección de la Amazonia, la lucha contra el crimen organizado que actúa en varios frentes en la región, así como el fortalecimiento de los pueblos de la selva, necesitan una inversión urgente. Pero para que el dinero se utilice efectivamente para proteger la selva y reforestarla será necesario que los recursos se inviertan en los Gobiernos estatales y no en el federal, para apoyar a los gobernadores que de hecho se comprometan a proteger la selva. Y, sobre todo, para apoyar directamente los proyectos de los pueblos amazónicos y de las organizaciones no gubernamentales que realizan un trabajo sólido en la región. Dicho está: poner dinero en la mano de Bolsonaro significa convertirse en cómplice de la reelección de una amenaza global.

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