Una carrera electoral abierta en Alemania
El ascenso de los Verdes, la debilidad del candidato de la CDU y el resurgir del SPD acabará dejando la llave del Gobierno en manos del partido que quede segundo
Los alemanes preferirían conservar a Angela Merkel al frente del Gobierno federal, pero ella no volverá a presentarse a las elecciones el próximo el 26 de septiembre. Tras 16 años con una mujer como canciller, a los jóvenes les cuesta imaginar que un hombre pueda ocupar el cargo. Esta es una de las razones por las que los Verdes presentan a una mujer como cabeza de lista.
Parecía que la cosa estaba clara. Los asuntos que más preocupan a la formación ecologista, como la lucha contra el cambio climático, el rápido abandono del carbón y las nucleares, el fomento de la energía eólica y la movilidad eléctrica, se han vuelto aún más apremiantes a causa de las devastadoras tormentas del pasado mes de julio.
Sin embargo, cuando faltan menos de cuatro semanas para las elecciones, la situación es más confusa que nunca. La carrera electoral está abierta, ya que en los sondeos, casi la mitad de los electores declaró que ninguno de los candidatos le parecía idóneo para dirigir el Ejecutivo. Los socialdemócratas, que están el Gobierno de gran coalición junto a los democristianos de la CDU y sus socios socialcristianos bávaros de la CSU, empatan prácticamente con los Verdes con alrededor de un 20% de la intención de voto. La Unión ha perdido casi por completo su cómoda superioridad. La causa es que Armin Laschet, sucesor de Angela Merkel en la presidencia de la CDU, no garantiza a los votantes la misma calidad. Incluso dentro de sus propias filas hay quien hubiera preferido designar al líder de la CSU, Markus Söder, para la campaña.
El giro político de este otoño es obligado: Merkel se va, no la expulsan los electores como a sus predecesores. Que algo tiene que cambiar si no se quiere incumplir los objetivos climáticos de París está claro incluso para conservadores y liberales. Por eso, hace poco el Tribunal Constitucional comunicó formalmente a los parlamentarios que debían aprobar leyes más eficaces. Y con 180 muertos a consecuencia de las inundaciones no cabe desoír la advertencia. Pero el miedo a las rupturas bruscas permanece.
No cabe duda de que los Verdes desempeñarán un papel importante en el futuro Gobierno, pero una victoria electoral parece improbable. La colíder del partido y candidata a suceder a Merkel ha perdido popularidad. Muchos consideran que Annalena Baerbock no es apta para el cargo después de que inflara su currículum y publicara un libro sin suficiente referencia a sus fuentes. No parece tener control sobre su equipo y le falta la seguridad con la que la jefa del Gobierno alemán debe tratar, por ejemplo, a Vladímir Putin.
Así puede ocurrir que Laschet, actualmente presidente de Renania del Norte-Westfalia, el Estado más poblado de Alemania, sea el que más escaños obtenga en el próximo Parlamento federal. Ello a pesar de que no haya mostrado especial valía ni en la lucha contra la pandemia ni como gestor en el reciente desastre medioambiental de su región. El resultado será tan ajustado que no podrá gobernar en solitario con su socio preferido, el Partido Democrático Libre (FDP), como hace en su Estado. Es de prever que Laschet necesite un tercer socio fuerte. El SPD ha descartado seguir con la Unión. Hace cuatro años, una coalición con participación del FDP y los Verdes fracasó por culpa de los liberales.
Podría ser que, esta vez, lo más importante sea qué partido queda segundo en número de escaños. Si los Verdes salen mejor parados que el SPD, probablemente Annalena Baerbock se alíe con la Unión. Ella insiste en que el cambio debe apoyarse en una amplia mayoría.
Sin embargo, tras el feliz inicio de campaña del socialdemócrata Olaf Scholz, parece cada día más probable que su SPD supere a los Verdes, y que él pueda gobernar con la llamada “coalición semáforo” (rojo por el SPD, amarillo por el FDP, más los Verdes). Este año, la ventaja se la llevará Scholz, vicecanciller y ministro de Finanzas, que con los subsidios por reducción de jornada y las prestaciones durante la pandemia ha asegurado los puestos de trabajo de muchos ciudadanos. En julio se puso el impermeable y viajó a las zonas inundadas. Allí, el “señor del fisco” pudo prometer ayuda inmediata a las víctimas. Antes fue ministro de Trabajo del Gobierno Schröder y siendo alcalde de Hamburgo hizo construir el mayor número de viviendas sociales de toda Alemania. Por lo visto, esto supera a los puntos negativos, como el deficiente control del escándalo financiero Wirecard.
Si hubiera sufragio directo, el pragmático Scholz seguramente se convertiría en canciller. Del primer debate de los tres candidatos en la televisión privada salió vencedor, aunque su contrincante Laschet se mostrara más combativo y Baerbock, más emotiva. Todo depende de que el más popular de los candidatos tire también de su partido: así podría salvar al SPD de la insignificancia.
Helene Zuber es periodista, excorresponsal en Madrid del semanario Der Spiegel.
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