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Scholz resucita a los socialdemócratas alemanes a un mes de las elecciones

El SPD ocupa la primera posición en intención de voto en una encuesta por primera vez desde 2006

Elena G. Sevillano
Imagen del candidato del SPD, Olaf Scholz, y de su eslógan de campaña (Scholz se pone a ello) en la sede de los socialdemócratas en Berlín.
Imagen del candidato del SPD, Olaf Scholz, y de su eslógan de campaña (Scholz se pone a ello) en la sede de los socialdemócratas en Berlín.JOHN MACDOUGALL (AFP)

Hasta hace muy poco, escasas semanas, el candidato socialdemócrata a la cancillería alemana, Olaf Scholz, apenas salía en las quinielas. Durante meses estuvo tercero en intención de voto, por detrás de los Verdes y muy alejado de los conservadores de Angela Merkel. Los analistas elucubraban sobre el duelo entre el candidato de la CDU, Armin Laschet, y la aspirante ecologista, Annalena Baerbock, sin prestar demasiada atención al actual ministro de Finanzas alemán. Pero Scholz ha dado un vuelco a la precampaña electoral. Por primera vez desde 2006, el Partido Socialdemócrata (SPD) ocupa la primera posición en intención de voto de cara a las decisivas elecciones generales del 26 de septiembre, que marcan el fin de la era Merkel después de 16 años en el poder.

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Por ahora el ‘milagro Scholz’ se manifiesta en un primer sondeo, publicado este martes por el instituto demoscópico Forsa, que le da al SPD el 23% de los votos, frente al 22% del bloque conservador de la CDU y su partido hermano bávaro CSU. Los Verdes, que entre abril y mayo lideraron las encuestas durante varias semanas, caen al 18%. A un mes de las elecciones, el promedio de las grandes casas de encuestas ronda el 20% para los socialdemócratas, dos puntos por delante de los Verdes y solo cuatro por detrás de los conservadores. “A día de hoy, Olaf Scholz como canciller federal es un escenario muy realista”, asegura Der Spiegel.

Hablar de milagro no es del todo exagerado. El SPD no levanta cabeza desde la época como canciller de Gerhard Schröder (1998-2005). En un contexto de pérdida de apoyos y de afiliados de los dos partidos mayoritarios, los socialdemócratas obtuvieron su peor resultado de la historia en unas elecciones federales en 2017, con Martin Schulz como candidato, con un 20,5% de los votos. Dos años después, en las europeas, el partido más antiguo de Alemania se desplomó hasta el 15,8%. Como respuesta, la formación trató de volver a sus esencias y eligió para su nueva dirección a dos representantes del ala más izquierdista, Saskia Esken y Norbert Walter-Borjans. A la hora de escoger al candidato, sin embargo, el SPD confió en el centrista Scholz, un político de larga carrera, muy conocido por los votantes y con fama de buen gestor.

¿Existe realmente el ‘efecto Scholz’ del que hablan algunos medios? Sin duda es él quien está tirando de la intención de voto a los socialdemócratas. Hace unos días la televisión pública ARD difundió una encuesta que preguntaba a los alemanes a quién preferiría como canciller si le pudiera votar directamente. El 41% escogieron a Scholz, a mucha distancia del 16% de Laschet y el 12% de Baerbock. El 34% de los votantes de la CDU también señalaron al socialdemócrata como su canciller preferido (el 43% eligieron a Laschet).

El éxito de Scholz no se debe tanto a lo que ha hecho como a lo que no ha hecho. A diferencia de sus competidores, él no ha cometido errores. La suya está siendo una precampaña sin sobresaltos ni grandes anuncios, y desde luego sin escándalos. Scholz quiere presentarse ante el electorado como el más merkeliano de los candidatos, el que puede continuar el legado de la canciller saliente. Lo ha demostrado en varias entrevistas recientes. En una de ellas repitió una de las frases más conocidas de Merkel, la que empleó en un debate televisivo en 2013: “Los ciudadanos me conocen”. Scholz no destaca por su carisma ni por sobresalir como orador, pero tampoco Merkel puede presumir de esos atributos y se ha mantenido en el poder durante 16 años. El socialdemócrata ofrece, como ella, experiencia de gestión, solidez y pragmatismo.

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El duelo, por tanto, enfrenta ahora a Laschet y a Scholz. La inexperiencia de Baerbock, sumada a varios tropiezos en los últimos meses, ha dejado a los Verdes estancados. La candidata ecologista ha sido cuestionada por el presunto plagio de varios pasajes de su libro, por informar tarde al Bundestag (Parlamento) de haber recibido 25.220 euros en primas y por embellecer su currículum con titulaciones y puestos que no se correspondían exactamente con la realidad. A Laschet le persiguen desde las graves inundaciones del mes pasado unas imágenes en las que se le ve riéndose y bromeando en segundo plano mientras el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, muestra sus condolencias a las familias de las víctimas. Su liderazgo está muy cuestionado, tanto que el viernes pasado el ministro de Sanidad, Jens Spahn, tuvo que desmentir en una entrevista que la Unión –el nombre con el que se conoce la alianza entre CDU y CSU- se estuviera planteando sustituirle por el presidente de la CSU y líder de Baviera, Markus Söder.

La debilidad de sus oponentes deja a Scholz en una situación cómoda de cara a los debates electorales que se celebrarán en las próximas semanas, aseguran los estrategas de los partidos, citados por Der Spiegel. Baerbock y Laschet tendrán que salir al ataque mientras Scholz podrá relajarse y desempeñar el papel de estadista. Según este medio, “el papel en el que se siente más cómodo”.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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