THC: el sueño de nuestra juventud
Un Estado que desatiende a los jóvenes sistemáticamente corre el riesgo de generar en ellos desentendimiento. Advertidos quedamos: si desatiendes, se desentienden
THC: trabajo, hijos y casa son las principales aspiraciones de la mayoría de los jóvenes españoles. Tres objetivos vitales, sencillos y complicados al mismo tiempo: estabilidad laboral (la mayoría la cree necesaria para iniciar un proyecto de vida), hijos (el 80% desearía tenerlos) y una casa en propiedad (la mayoría prefiere comprar antes que alquilar).
Hoy, el 85% de los jóvenes españoles menores de 35 años afirma sentirse satisfecho con su vida actual. Porcentaje idéntico al detectado en un similar sondeo de Metroscopia para EL PAÍS en 2014. Entre ellos, dos de cada tres creen que ahora podrán conseguir en España las cosas que son importantes para su vida.
Satisfechos y relativamente confiados en que podrán hacer realidad sus aspiraciones en su propio país: esa es la cara positiva. Pero, al mismo tiempo, tres de cada cuatro jóvenes creen que la actual generación acabará teniendo una situación económica peor que la de sus padres (11 puntos más que hace solo siete años). Y un 71% siente, ante todo, preocupación cuando piensa en el futuro: esa es la otra cara de la moneda.
Además, los datos de este sondeo revelan entre los jóvenes una brecha de género cada vez más acentuada en algunas de sus percepciones más significativas. Un ejemplo: ellas piensan en mucha mayor medida que ellos que vivirán peor que la generación de sus mayores: el 84% de las mujeres frente al 67% de los hombres, es decir, 17 puntos de diferencia.
¿Cómo definir a esta generación de jóvenes en la que la satisfacción con el presente convive con la preocupación por el futuro y que se sabe a sí misma alejada del progreso experimentado por sus mayores?
Tierno Galván recurrió en 1984 a una palabra de escaso uso coloquial para definir a los jóvenes de aquel momento: una generación atemperada. Es decir, acomodada en sus expectativas y, en cierta medida, pragmática y alejada de las utopías. En alguna medida, pues, resignada.
La resignación y la conformidad pragmática coexisten, sin embargo, con una nítida sensación de abandono social: un 80% de los jóvenes piensa que el Estado no presta en la actualidad una atención adecuada a las necesidades básicas de la juventud.
En suma, se sienten desatendidos y no perciben ser beneficiarios de un Estado de bienestar en la debida medida. Sobre estas desigualdades detectables en el Estado social de bienestar, Bauman ya advirtió que quienes dejan de sentirse beneficiarios del mismo corren el riesgo de sentir erosionada su condición ciudadana de accionistas, participantes y actores.
Un Estado que desatiende a los jóvenes sistemáticamente corre el riesgo de generar en ellos desentendimiento. Advertidos quedamos: si desatiendes, se desentienden.
Andrés Medina es director general de Metroscopia.
Último capítulo
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