El derecho de los jóvenes al porvenir
Es urgente abordar los problemas que asolan a la juventud como una cuestión vital
El artículo 48 de la Constitución española establece que los poderes públicos deben promover “las condiciones para la participación libre y eficaz de la juventud en el desarrollo político, social, económico y cultural”. Este mandato constitucional no está siendo cumplido adecuadamente. El pésimo panorama para los jóvenes españoles es notorio: un sistema educativo con elevadas tasas de abandono; un mercado laboral hostil que los condena a niveles de paro y precariedad inaceptables; un mercado de la vivienda inasequible. La falta de horizontes para los jóvenes, sacudidos por la crisis financiera de 2008 y por el parón económico provocado por la pandemia en 2020, representa un problema insoslayable no solo para los que lo padecen, sino para el conjunto de la sociedad. No hay ninguna otra cuestión que hipoteque de una forma tan contundente y nefasta el futuro de este país. Este diario aspira a contribuir a que este asunto ocupe un lugar más prominente en el debate público. Para ello, empieza hoy una serie especial de informaciones sobre la materia que serán acompañadas por distintos editoriales.
Centenares de jóvenes se han puesto en contacto con el periódico para relatar su hartazgo y frustración. Y la falta de confianza en el futuro queda confirmada por las estadísticas. Casi el 40% de las personas de 16 a 29 años considera poco probable encontrar trabajo a corto plazo y el 32% de los jóvenes se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión social. No importan los indicadores que se consulten —paro juvenil, precariedad laboral, edad de emancipación—, siempre se sitúan entre los peores de la Unión Europea.
Hacer frente a un problema de estas dimensiones requiere un nuevo contrato social y que las fuerzas políticas dejen en un segundo plano la bronca diaria, los debates estériles y la alergia al consenso que demuestra la oposición. También es importante que el sector privado se implique, porque cualquier solución pasa por un horizonte laboral claro y seguro. El hecho de que la crisis alcance ya a más de una generación revela su profundidad.
Los jóvenes españoles son cosmopolitas, hablan idiomas, han tenido posibilidades de formación y ocio muy superiores a las de sus padres. Pero la sociedad los ha dejado en la estacada. Es hora de cambiar, hora de abordar esta cuestión como un desafío de importancia estratégica. De la capacidad de formar adecuadamente a las nuevas generaciones, de incorporarlas de forma estable en el mercado laboral para que puedan desarrollar plenamente su potencial, de facilitar la conformación de una familia a todos aquellos que lo deseen, depende, en definitiva, el éxito futuro de la sociedad española, su vigor económico y demográfico, su energía social y cultural, su optimismo —en un cuadro actual en el que abunda la conflictividad— y su estabilidad. La factura que España ha pasado a sus jóvenes en estos últimos lustros podría regresar a su cara en formato de devastador bumerán. Ha llegado el momento de que el conjunto de la sociedad española se empeñe a fondo en que se cumpla el mandato constitucional del artículo 48.
Capítulo 1. La brecha generacional
Testimonios | “La vida me va con retraso”
Reportaje | José Ramón persigue la vida de sus padres
Podcast | “El futuro es una sombra”
Datos | El grupo de edad con más pobres en España
Opinión | ‘¡Qué estafa!’ por Elvira Lindo
Opinión | ‘La edad de hielo’ por Elena Medel
TODA LA SERIE | Una generación en busca de futuro
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