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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Yolanda Díaz no fue muy feminista al hablar de Iglesias

La divinización del líder mezclada con el interesante uso del “nosotras” es chirriante

Berna González Harbour
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Podemos se emancipa de la figura de Pablo Iglesias

Es grandiosa la capacidad de la lengua española para singularizar muchas cosas y una de las más interesantes es el uso del masculino y femenino. “We are ready” acoge a todos y todas. “Estamos preparados”, en teoría también. Pero.

Pero esta lengua y sus usuarios nos dan muchas alegrías.

Nos habían convencido de que el masculino plural nos representa a todas, o al menos nos habían acostumbrado a ello, hasta que una nueva generación empezó a desafiar las normas y a irritar a los académicos y otras gentes de buen conservar. De hecho, fue la respuesta en general visceral de los académicos la que nos empezó a llenar de dudas. Si todos debemos reaprender a acentuar o no acentuar palabras como “éste”, “ése”, “guion” o “truhan” según la temporada, si marketing hoy se escribe márquetin, si Qatar es Catar y si mil normas nuevas nos han dejado colgados de la brocha a los que nos sentíamos cumplidores, ¿qué dificultad hay en abrir el debate sobre el masculino plural cuando también existe el femenino y muchos lo usan? Ha sido esa resistencia y los argumentos conservadores de quienes son tan capaces de revolucionar cuando les apetece la que no ha llenado de dudas. No hay nada como un creyente intentando convencerte de que su causa merece tu fe cuando has dado el paso hacia el escepticismo. En realidad, ya ha perdido.

Tras extenderse una forma de hablar inclusiva —vascos y vascas— que tanto molestó a muchos, el paso siguiente ha sido el uso del femenino plural en representación de todos (y todas). Familiarizarnos con ello en el Congreso o el Gobierno de la mano de Podemos ha sido grato, por qué no decirlo.

Todo chirría, sin embargo, cuando el feminista “nosotras” se mezcla con una nueva fe, un nuevo dogma en torno a un mesías hecho carne que se ha colado en el discurso de Podemos hasta dar vergüenza ajena. “Pablo Iglesias está aquí hoy con nosotras y por tanto no tengamos ningún temor. Pablo Iglesias va a caminar con nosotras como siempre ha hecho”, dijo la vicepresidenta Yolanda Díaz en su mensaje a los diputados de su grupo tras la marcha del líder.

Estemos tranquilas, pues, que él camina entre nosotras. Muchas particularmente lo estamos y de sobra, pero lo que intranquiliza es la entronización del hombre líder en esa dimensión mesiánica que tanto recuerda el lenguaje bíblico. No muy feminista fue la combinación del interesante “nosotras” con la rancia divinización del líder supremo. Ridículo. Y ridícula. @BernaGHarbour

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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