Podemos se emancipa de la figura de Pablo Iglesias
Políticos y analistas reflexionan sobre el futuro del partido nacido del 15-M tras la retirada de su carismático líder
Podemos afronta su futuro sin Pablo Iglesias. La marcha del líder que construyó un partido heredero político del 15-M coloca a la formación ante su reto más difícil. El partido nacido en 2014 decide sobre la estrategia para relanzarse, 10 años después del movimiento que llenó las plazas de indignados y en un contexto de pandemia que ha generado otro tipo de hartazgo. Mermado electoralmente en la última época, los procesos de Galicia y País Vasco, ya con Podemos en el Gobierno central, constataron ese declive. Este año, los comicios en Cataluña y Madrid le permitieron salvar los muebles, pero lejos del impulso de los primeros años.
Ione Belarra, ministra de Derechos Sociales, es la principal aspirante para suceder al exvicepresidente al frente de la secretaría general en la Asamblea Ciudadana (Vistalegre IV) que concluirá el 13 de junio. Su entorno ya ha trasladado la intención de construir un Podemos más feminizado, menos madrileño y que apueste por afianzar y extender las alianzas confederales para ganar presencia en todo el territorio. También se ha mostrado a favor de que haya una continuidad en la dirección con el grueso del equipo que salió elegido en 2020 —y que tenía a la titular de Igualdad, Irene Montero, como número dos— aunque sin confirmar nombres. Frente a un liderazgo muy cerrado en torno a la figura de Iglesias, que fue dejando atrás a las voces disidentes, Belarra convivirá con Yolanda Díaz como potencial candidata a la presidencia del Gobierno de la marca electoral Unidas Podemos (UP). La vicepresidenta tercera, solo con carnet del PCE, no es militante.
Bajo este marco, exdirigentes, miembros de la actual Ejecutiva, diputados y analistas reflexionan y aportan algunas claves sobre los retos del futuro de la formación.
Liderazgo diferenciado. Jaume Asens, presidente del grupo parlamentario de UP en el Congreso y secretario de Derechos Humanos de Podemos, considera que la renuncia de Pablo Iglesias puede funcionar como “revulsivo para relanzar la hipótesis política”, también bajo la premisa de un liderazgo más “colectivo, femenino y con elementos de mayor diversidad plurinacional”. Su marcha, opina, “permite consolidar” la alternativa de Díaz y hacer un relevo “más natural”.
“Que una compañera navarra y otra gallega vayan a ser los referentes fundamentales del espacio de UP marca una diferencia hacia dentro y hacia fuera”, afirma Antón Gómez-Reino, diputado y secretario general de Podemos Galicia. “Tenemos que construir en el sentido de una organización que quiere gobernar y parecerse más al conjunto del Estado, frente a otras que buscan ser como el Madrid más conservador”, añade.
La visión de Juan Carlos Monedero, uno de los fundadores de Podemos, para el futuro modelo de liderazgo sería similar a la del PNV, donde “se diferencia entre el partido, la fracción parlamentaria y el Gobierno, de manera que es el partido el que establece los programas y el que negocia”. Eso implica, en su opinión, que habría que “tender”, aunque no de forma inmediata, a que los cargos dentro de la formación “no sean a la vez cargos institucionales”, a fin de lograr plena dedicación, explica.
El politólogo Pablo Simón va más allá. “A Podemos le ocurre que al entrar en el Gobierno queda absorbido por esta tarea. Todos sus cuadros buenos van al Ejecutivo, pero descuidan el partido y nadie se dedica a ese trabajo de hacer estructura, organización, formación... Y eso es la clave para la supervivencia de una fuerza política”, señala. El analista, además, expresa dudas sobre la bicefalia Díaz-Belarra, porque puede generar, cree, “una disfunción que rara vez sale bien”.
Organización territorial. Para Simón, uno de los principales retos de la formación es el organizativo. “Podemos tiene la mayor parte de su organización totalmente desarticulada”, opina, “y en la próxima cita electoral en 2023 no vale solo con tener una candidata que sea popular, sino que hay que ser capaz de llenar lista, de contar con gente y estructura”, incide. Un dirigente señala que el tejido municipal que tienen formaciones como IU o los Comunes en Cataluña puede ser clave en el futuro.
Xulio Ferreiro se convirtió en alcalde de A Coruña en 2015 con Marea Atlántica, vinculada a Podemos. “En aquel momento había un movimiento favorable a unas candidaturas de ruptura”, señala el hoy decano de la Facultad de Derecho de la UDC. Aquella victoria fue parte de un movimiento más amplio, de “carácter municipalista”, y que se replicó con diferentes fórmulas en otras ciudades: Barcelona en Comú, Zaragoza en Común, Ahora Madrid, Compostela Aberta… Un año después el movimiento autonómico En Marea logró convertirse en la primera fuerza opositora del Parlamento de Galicia, pero en las locales de 2019 perdió las alcaldías en la comunidad (también Ferrol), y en las generales, donde compitió contra Podemos, no obtuvo representación. Ya en 2020, en las autonómicas y bajo la marca Galicia en Común, el partido de Iglesias no logró escaños. “Se sabía más de En Marea por las discusiones internas que por el trabajo de los diputados”, señala Ferreiro. El exalcalde incide, además, en que Podemos buscó desarrollar su proyecto en el territorio, pero al mismo tiempo con una “organización muy débil, pocos cuadros y sobre todo poca implantación, frente a las candidaturas municipalistas que tenían más gente y músculo político”.
Alianzas confederales. En el futuro, las alianzas deberían ser distintas, opina el antiguo regidor coruñés. “Se optó por un modelo no de alianzas, sino de expansión del partido, de la coalición Unidas Podemos frente a dinámicas propias que se estaban dando en los territorios y que se podrían haber apoyado, reconocido y respetado mutuamente”, considera.
Gloria Elizo, vicepresidenta tercera del Congreso de los Diputados y una de las pocas voces dentro del partido abiertamente críticas, aboga también por un debate “horizontal, no con la prevalencia de Podemos sobre el resto de espacios”, que “reconozca la capacidad de intervención política de todos”, desde IU, hasta Adelante Andalucía —la marca liderada por Teresa Rodríguez, hoy fuera de Podemos—, los Comunes en Cataluña, Compromís en Valencia o hasta Más País, fundada por Íñigo Errejón. Elizo cree que hay que ir “mucho más allá de una mera convocatoria para la renovación de los cargos directivos” y opina que hay un espacio a la izquierda del PSOE con un problema de fragmentación que se debe superar “elevando la mirada por encima de las siglas para tratar de aglutinar a todas esas fuerzas”.
“Siempre ha habido un espacio a la izquierda del PSOE. El problema de ese espacio es que depende mucho de la fortaleza de los socialistas”, afirma por su parte el experto en comunicación política Luis Arroyo, que ha trabajado para ese partido. La implantación territorial, comenta, es muy compleja cuando “careces de recursos y además has tenido siempre una estructura muy virtual”, dice en referencia a la organización de Podemos.
Peso de la militancia y órganos colegiados. Pablo Echenique, portavoz parlamentario y secretario de Programa, cree que esta etapa dará paso a un mayor protagonismo de los órganos colegiados y también de la militancia. “El modelo organizativo en el que se lleva trabajando todo este año ha incluido en los órganos de dirección a representantes de los círculos de Podemos. Tenemos que reforzar la militancia, que ha ido creciendo. Una militancia que forme parte de la sociedad civil en los barrios y en los pueblos para estar presente en las problemáticas concretas y que dé proyección a liderazgos autonómicos y locales”, afirma.
Atraer a la juventud. Lucía Muñoz, que a sus 27 años es la diputada más joven de Unidas Podemos en el Congreso, considera que hay dos ejes fundamentales sobre los que debe pilotar el nuevo partido: el ecologismo y el feminismo. “Se trata de dos de las luchas más transformadoras, que además tienen gran fuerza ahora, y que debemos saber desarrollar en términos de políticas públicas”, señala. Aunque Podemos es ya una organización joven, para Muñoz, uno de los retos del partido consiste en atraer el interés de las nuevas generaciones de electores, una labor para la que también se trabaja en coordinación con Rebeldía, la organización juvenil ligada al partido y creada en 2019.
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