Feijóo conquista su cuarta mayoría absoluta y Urkullu se refuerza
Descalabro de Podemos, que queda fuera del Parlamento gallego, y fuerte ascenso del BNG y de EH Bildu
En tiempos de pandemia, estabilidad política. Las primeras elecciones del coronavirus, que llevaron este domingo a las urnas a gallegos y vascos, enviaron un mensaje muy claro. El gallego Alberto Núñez Feijóo confirmó su cuarta mayoría absoluta con otro triunfo arrollador sobre la izquierda, un éxito al que no se puede acercar ni de lejos cualquier otro dirigente territorial del PP. En Euskadi, el lehendakari Iñigo Urkullu llevó al PNV a su mejor resultado desde 1984, con cerca del 40% de los votos. Para los dos partidos en el Gobierno de España, la jornada fue más aciaga, sobre todo para Podemos, que salió zarandeado: quedó fuera del Parlamento gallego y perdió la mitad de su representación en Euskadi. Los socialistas se estancan en las dos comunidades y en Galicia incluso les supera el BNG, el otro gran triunfador de la noche, junto a EH Bildu.
La lenta recuperación de una cierta normalidad social en España ha pasado una nueva prueba sin grandes sobresaltos. No se confirmaron los temores a una deserción masiva de las urnas como hace dos semanas en las municipales francesas, que batieron todas las marcas de abstención (casi el 60%) desde que se fundó la V República en 1958. Es verdad que la participación cayó, siete puntos en el País Vasco y cinco en Galicia, pero aun así llegó a casi el 59% en esta última comunidad y a cerca del 53% en la de Euskadi. La jornada, a pesar de la situación extraordinaria, acabó siendo tan normal que los resultados apenas contradijeron las encuestas de las dos últimas semanas. Los Gobiernos gallego y vasco superaron con nota el examen de la gestión de la crisis del coronavirus. En tiempos revueltos, los electorados vasco y gallego se decantaron por las opciones más tradicionales, el PNV y el PP, las dos fuerzas que casi han monopolizado el poder en ambas comunidades en las cuatro décadas de historia autonómica.
Feijóo había dicho en campaña que necesitaba un triunfo “estratosférico” y los ciudadanos le acompañaron. El líder del PP gallego iguala a Manuel Fraga con su cuarta mayoría absoluta consecutiva y rompe su propio techo electoral, al superar el 48% y mantener los 41 escaños que tenía en el Parlamento autónomo. La proeza de Feijóo, quien se ha esforzado en cuidar una imagen moderada y centrista aun a costa de importunar a la dirección nacional de su partido, se presta a importantes lecturas internas para los populares. Sobre todo, porque, como ya se temía, la línea dura de Carlos Iturgaiz, apadrinada por Pablo Casado, fracasó en Euskadi. Con su discurso más medido, Feijóo también consiguió mantener a raya a Vox, que vuelve a quedarse fuera del Parlamento gallego, al igual que Ciudadanos, que no llega ni al 1%.
El triunfo de Urkullu no resultó tan resonante, pero el mapa político vasco siempre ha estado mucho más fragmentado que el gallego. El lehendakari brindó al PNV su mayor triunfo en 36 años, el más holgado desde la escisión que dio origen a Eusko Alkartasuna, sube dos puntos y gana tres escaños. El lehendakari se asegura la mayoría absoluta que no tenía en la pasada legislatura con sus socios del PSE. Los resultados de los socialistas, sin embargo, fueron más modestos, un leve ascenso en votos que les reportó un escaño más.
La noche vasca trajo grandes noticias para la izquierda ‘abertzale'. EH Bildu consolidó su segunda plaza con gran fortaleza: cinco escaños y seis puntos porcentuales más, hasta situarse en el 27%. Entre las dos grandes fuerzas nacionalistas, sumaron el 67% de los votos. Todo indica que parte del crecimiento de EH Bildu ha sido a costa de Elkarrekin Podemos, que perdió más de la mitad de su representación. El primer ensayo de coalición entre PP y Ciudadanos se saldó con un rotundo fracaso, al pasar de los nueve diputados populares en 2016 a cinco compartidos ahora por ambas fuerzas. Vox, aunque con resultados poco llamativos, alcanzó el hito de entrar por primera vez en el Parlamento de Vitoria con un diputado por Álava, donde logró superar el 3%.
En Galicia sí se produjo un seísmo en el campo de la izquierda. El formidable avance del BNG, que ya venía prefigurando las encuestas, se consumó con estrépito para infortunio del PSdeG. Como ya había ocurrido en 1997 y 2001, los nacionalistas, liderados por Ana Pontón, una mujer de 42 años, que, según todos los estudios previos, ha acaparado buena parte del voto femenino, desplazaron a los socialistas de la segunda plaza y encabezarán la oposición.
Los resultados de los dos socios del Gobierno central en Galicia constituyen un revés sin paliativos. El PSdeG no logró recuperar el segundo puesto que ya perdió en 2016, entonces frente a la emergente En Marea, y avanza muy levemente pese a que venía del peor resultado de su historia. Su bagaje es un escaño más, aunque en disputa todavía con el PP en Pontevedra En el espacio de Podemos y sus confluencias, ahora bajo la marca Galicia en Común-Anova, el veredicto de las urnas resultó una debacle total. En Marea, que llegó a obtener 14 diputados hace cuatro años, se desguazó en interminables luchas internas y la candidatura que ahora encabezaba el líder de Podemos en Galicia, Antón Gómez-Reino, quedó fuera del Parlamento, un resultado que ni las peores encuestas habían anticipado.
Las precauciones sanitarias se cumplieron sin problemas en los colegios, con las mesas más espaciadas que de costumbre siempre que el local lo permitiese, geles y mascarillas. No se confirmó el temor a una espantada de miembros de las mesas electorales temerosos del contagio y, de hecho, en las dos comunidades se constituyeron todas con normalidad a primera hora de la mañana. En las dos zonas sometidas a medidas especiales por los brotes de la covid-19, la comarca de A Mariña, en la costa de Lugo, y el municipio de Ordizia, en el interior de Gipuzkoa, retrocedió la participación pero sin llegar a hundirse. Y la jornada transcurrió sin incidentes. No hubo problemas con las 300 personas con positivos por coronavirus privadas del derecho al voto entre ambas comunidades, una medida muy polémica entre los expertos constitucionalistas, aunque amparada por la Junta Electoral. En el País Vasco, el Gobierno autónomo pidió a los que están en cuarentena por haber convivido con contagiados —que sí podían votar— que acudiesen a las urnas en la hora del almuerzo para coincidir con el menor número de gente posible.
En Galicia, el buen tiempo, con temperaturas por encima de los 30 grados, arrojó el fenómeno curioso de una afluencia masiva a los colegios a primera hora. Hasta el punto de que al mediodía la participación era incluso cuatro puntos superior a 2016. Con el transcurrir del día, esta fue cayendo poco a poco.
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