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POBREZA EN MÉXICO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Ética y libertad

A pesar de las magras mejoras en la pobreza, México es un país injusto

Aspecto de una casa en un asentamiento irregular en Ensenada, Baja California, México.
Aspecto de una casa en un asentamiento irregular en Ensenada, Baja California, México.Mónica González Islas

Unas cuantas palabras sobre un tema lógico, vital, y, lamentablemente, irresoluble. No me arredra lo irresoluble, al contrario, me estimula. El brete es la trascendencia del asunto y lo poco que puede ofrecerse cuando de ética y libertad se habla. ¿Qué decir cuando las palabras no encuentran cómo expresar todo lo que se busca o cuando lo dicho de poco sirve? Libertad y ética conforman un binomio inseparable. ¿Cuál es el orden de ambos valores?; ¿es la libertad anterior a la ética?, ¿puede hablarse de ética si no hay libertad? Además, en países pobres como México, al binomio ética y libertad debe agregarse la cruda realidad de la pobreza y por extensión de la injusticia.

En México, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, la población en situación de pobreza multidimensional pasó de 51.9 a 46.8 millones de personas a nivel nacional entre 2018 y 2022; asimismo, entre 2018 y 2022, el porcentaje de la población con un ingreso inferior a la Línea de Pobreza (valor monetario de la canasta alimentaria) pasó de 49.9% a 43.5%, mientras que el porcentaje de la población con un ingreso inferior a la Línea de Pobreza Extrema por ingresos pasó de 14.0% a 12.1% entre 2018 y 2022. En México la población suma 129 millones de personas: 46.8 millones perviven en situación de pobreza y 12.1 en pobreza extrema. Corolario: A pesar de las magras mejoras México es un país injusto. Segundo corolario: Es muy complejo cavilar en ética y libertad si no hay justicia, i.e., pobreza. Aspirar a la libertad si se es pobre queda en el rubro aspirar. Así el México de hoy.

Copio de un viejo cuaderno: “Las dos grandes metas de la ética son bregar por la justicia y aspirar a la felicidad”. Al lado, una adenda: disminuir la pobreza. Desconozco la fuente de la cita original; la adenda es mía. Juego con las ideas. Sin justicia, México como ejemplo, ¿de qué hablamos cuando hablamos de ética? Sin códigos éticos, “humanos”, ¿de qué felicidad hablamos cuando no existen instituciones éticas? Y sin justicia, o con justicia mal distribuida, y con habitantes que superviven con dificultad, limitados por su pobreza y por los cánceres asociados a la miseria, ¿de qué libertad hablamos cuando pilares como ética, justicia, felicidad y bienes suficientes para llevar una vida digna no existen o se dosifican a cuentagotas? Los abundantes signos de interrogación reflejan mi incapacidad para responder y mi deseo de compartir mis dudas y mi “agobio mexicano”, cada vez más hondo y triste.

Al tinglado previo agrego otra variante. En ¿Verdad? –El Universal, 21 de septiembre, 2015-, el escritor Guillermo Fadanelli reflexiona sobre la enfermedad social y su incurabilidad debido a la magra fortaleza de las instituciones políticas. “La época en que vivimos”, escribe Fadanelli, “nos ha conducido a una dolorosa paradoja: la libertad del individuo tiene más posibilidades de realizarse que nunca, pero el individuo ya no existe como entidad reflexiva, consciente, humana, ética y ciudadana, sino que se ha convertido, generalmente, en un dispositivo, aplicación y engranaje de la abrumadora industria del atolondramiento: se ha transformado en un zombi o en un orangután”. Fadanelli no escribe México, pero sus reflexiones son ad hoc para nuestro momento.

Esa transformación no es casual. Los dueños de la tecnología, es decir los amos del Poder, asociados o no al Poder político, dictadores de nuestras vidas, han conseguido, por medio de incontables artilugios –Facebook, Whatsapp, Twitter- distraer la atención de la comunidad y menguar la reflexión. “Al pueblo pan y circo”, decían los jerarcas de la antigua Roma. “Al pueblo embrutecerlo y domeñarlo”, recetan ahora los propietarios del Poder. Aunque la idea de Fadanelli es cierta cuando asevera que la libertad “tiene más posibilidades de realizarse que nunca”, debo acotar que eso sólo sucede en las sociedades ricas. Para llegar a ella se requieren ingredientes como ética, justicia, capacidad de movimiento y de decisión, valores lejanos e imposibles en las personas pobres, mexicanas, latinoamericanas, africanas.

Los pilares del Edificio ética y libertad son endebles. Es imposible ser libre sin bienes derivados de una vida donde la ética sea pilar. En los párrafos previos enumere algunos bienes “directamente relacionados” con la ética: justicia, vida digna, ausencia de pobreza y otros “indirectamente relacionados”, como la enfermedad social donde los seres humanos actúan como autómatas y dejan de ser contestatarios. Círculo infernal, pensado y repensado desde las más altas esferas de los putrefactos poderes políticos, empresariales, religiosos: sin ética como valor, ¿es posible hablar de libertad?; sin libertad como bien, ¿dónde queda la ética?

“La libertad es la condición ontológica de la ética”, escribió Michael Foucault. Ontología, copio del Diccionario de la Real Academia de la Lengua, “parte de la metafísica que trata del ser en general y de sus propiedades trascendentales”. El gran filósofo francés tiene razón y lo inverso también es cierto: Sin ética, sin sus bienes, no hay libertad. México como triste, doloroso e incurable ejemplo. México exportador de presidentes: Peña Nieto, Salinas de Gortari, Zedillo y Calderón. En ese rubro ocupamos el Primer Lugar en el mundo.

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