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100 días después
Columna
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La ayuda que reciben las madres buscadoras en México es “anónima”, no del Gobierno

100 días después de que las madres buscadoras del país buscaran pactar con los cárteles para encontrar a sus desaparecidos, la ayuda que reciben no tiene un origen preciso

Madres buscadoras México
Cecilia Flores participa en una jornada de búsqueda de personas desaparecidas, en Hermosillo, Sonora, en enero de 2024.Luis Torres (EFE)

“Una manta sirve para mandar mensajes, yo las usaba para cubrir del frío a mis hijos. A los cárteles les pido piedad, no maten ni amenacen a las madres buscadoras. No nos detenemos porque buscamos la razón de nuestra vida. No queremos justicia ni cárcel, solo arropar a quienes parimos y un lugar donde rezarles. Queremos paz. Atte: Madres buscadoras”.

La mañana del martes 9 de enero apareció este mensaje a los pies del Ángel de la Independencia, junto a él la madre buscadora Cecilia Flores. En este país que no deja de sorprendernos sobre todo en niveles de crueldad, que una madre que busca a sus hijos desaparecidos suplique a los cárteles piedad y que la dejen seguir buscando a los suyos valía para que al menos el presidente y las autoridades la escucharan, la ayudaran, la recibieran, ninguna de estas tres cosas sucedió. “No queremos justicia ni cárcel” es la frase que resume el fracaso de éste y los sexenios pasados en la búsqueda de paz, no repetición y de acabar con la impunidad, una madre que tira la toalla en el camino de la justicia, es la resignación de la presencia del Estado.

Cecilia no se detuvo ahí, volvió a tener la atención de los medios en marzo pasado cuando acudió a Palacio Nacional para darle la pala que usa al presidente, de esta manera pedía platicar con él, que la recibiera unos minutos, tampoco lo hizo López Obrador, le dijo que le dejara la pala, pero que estaba muy ocupado. Al siguiente día, Cecilia Flores contestó a ese desdén presidencial vistiéndose de beisbolista, “a ver si así me recibe” escribió en una cartulina, la respuesta seguro la conocen, otra vez fue ignorada.

Han pasado 100 días de aquella mañana, de la manta desplegada en el lugar más emblemático de este país, platico brevemente con ella, suelta la pala, toma su celular, está en un lugar con poca señal y las horas del día son preciadas en una jornada de búsqueda. “Me envían mensajes, me envían videos de cuerpos decapitados, de personas torturadas y me dicen que así me van a dejar, entonces pues me entra el pánico, pero igual me trato de controlar y seguir adelante”, me dice la presidenta y fundadora de Madres buscadoras de Sonora.

“Sí, han seguido las amenazas continuamente. Y más que nada después de que fui y me paré en Palacio, ahí afuera, a hablar con el presidente, que nunca me escuchó, por cierto. Pero pues yo he seguido mi lucha, no he parado de buscar a mis desaparecidos a pesar de amenazas constantes, pero aquí estamos, no nos queda de otra, tenemos que seguirle”, me dijo la activista y agregó que también a su familia les llegan mensajes vía móvil con amenazas.

Así que ahora, recibe amenazas de cárteles, de fanáticos del presidente López Obrador y de otros partidos. Explicó que la mayoría de las agresiones se dan en sus redes sociales, en respuesta a las fotos o videos de sus actos de protesta, o con mensajes dirigidos al presidente o a la candidata morenista a la presidencia, Claudia Sheinbaum; sin embargo, también la confrontan e insultan de manera presencial.

“Sí, me han confrontado personalmente. Y yo les digo que lo mío no es estarme peleando por un partido que, al fin está peleando solamente por él mismo, está peleando por su beneficio, no en beneficio de otros”.

No obstante, la buscadora es optimista frente al resultado de sus manifestaciones, como la que realizó hace 100 días: las amenazas no cesan, pero también aumentaron los mensajes anónimos con datos que les permiten hallar cuerpos y fosas. Aunque su mensaje pedía seguridad, al menos ha conseguido que más personas le ayuden a encontrar a otros desaparecidos.

100 días después “ha sido favorable, cada vez que hemos hecho una petición a los cárteles de treguas de paz para las madres de desaparecidos, hemos recibido llamadas anónimas donde nos dicen dónde podemos ir a encontrar cuerpos y encontramos cantidades grandes”.

Cuelga el teléfono y me deja helado esta última declaración, cada que ha hecho una petición a los cárteles, recibe “ayuda anónima”. En este país donde ninguna denuncia es atendida, los únicos que parece que escuchan son los criminales. La derrota del Estado parece más que evidente.

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