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‘Feminismo bastardo’, una mirada accesible y subversiva sobre los feminismos de Latinoamérica

La obra de la autora y activista boliviana María Galindo es publicada en México de la mano de las editoriales Mantis y Canal Press

María Galindo
La autora y activista boliviana María Galindo.Editorial Mantis
Andrés Rodríguez

“Les cambio el derecho al voto por el derecho a no ser asesinadas. Y como lesbiana les cambio el derecho al matrimonio igualitario por la abolición del matrimonio”. María Galindo inicia contundente y sin rodeos. Se escuchan unos cuantos vítores y algunos aplausos escuetos. El resto del público presente sigue hipnotizado y sorprendido. La escritora boliviana sostiene un libro en la mano y lo estrella contra el piso del escenario del auditorio del Museo del Chopo. Esto llega de contrabando, afirma y pregunta con el micrófono en la mano “¿Qué tipo de libro es este?” y responde: “Este es un libro de teoría feminista”. Lo levanta y continúa con su intervención. Dice que la obra no proviene de la academia y que tampoco llega en una carabela de Cristóbal Colón, “viene de un lugar despreciado como productor de pensamiento como es Bolivia”. Vuelve a arrojar el libro contra una de las paredes al costado de las butacas.

Así es Galindo (La Paz, 1964), una de las voces más subversivas del feminismo boliviano. Es cofundadora y líder de Mujeres Creando, movimiento anarco-feminista autónomo, originado en la sede de Gobierno del país andino-amazónico a inicios de los noventa. También es escritora, una de sus facetas que la trajo a la capital mexicana para la presentación de su obra Feminismo bastardo, una edición conjunta de Mantis y Canal Press para México y Estados Unidos. Eufórica y con una dosis de rabia, a la que “nunca renunciará” –según admite–, con su libro pone sobre la mesa la idea de un feminismo ilegítimo, que construye teoría, conocimiento y produce ruptura epistemológica desde saberes que están en la lucha social. “La idea de que la lucha social no produce conocimientos, no produce teoría, de que no es un lugar donde se genera saber, es una idea totalmente vertical y enajenante”, dice la también comunicadora en conversación con este diario.

La obra, con ediciones en Bolivia, España, Perú, Argentina y próximamente en Chile, está escrita de manera que lo pueda entender cualquier persona a través de sus cinco capítulos, que tienen entradas distintas para “ver lo mismo desde otro ángulo”, explica. “La sensibilidad para mí es un principio de democracia, así como la sencillez, fluidez, el tipo de lenguaje cotidiano que utilizas. Pensemos en el tema de la democracia, yo la reflejo en el libro como la machocracia, o pensemos en el tema precisamente del empoderamiento, yo lo reflejo como el desempoderamiento, y así sucesivamente todos los temas que toco”, agrega.

Un concepto sobre el que Galindo hace hincapié en su obra es el “feminismo intuitivo”, una forma “inapropiable” y soberana que, según la autora, no se nombra a sí mismo muchas veces como feminismo, pero que tiene la capacidad de llegar a ser o convertirse. Explica que es producto de la lectura propia de una mujer, de su contexto social y, por lo tanto, de rebelarse ante el mismo, ante mandatos de opresión, de violencia y sumisión. “La familia nuclear patriarcal no es mayor al 30% de las formas de familia en Bolivia y eso es producto del hecho que cientos de miles de mujeres están expulsando al hombre violento de sus vidas. Esto me parece muy lindo y muy interesante y es fruto de la efervescencia de este feminismo intuitivo”, precisa.

Galindo destaca la pluralidad de los feminismos en Latinoamérica. Dice que hay una cantidad imposible de contar y que no son uniformes, ya que hay colectivos con base ecologista, otros dedicados únicamente al tema del aborto, lesbofeminismos, afrofeminismos, de corte marxista, queer o transfeminismos y que es necesario comprender que eso es una potencia, no una debilidad. “El campo feminista es hoy uno de los campos de mayor vitalidad política en todo el continente. No tenemos que sentarnos y generar un discurso uniforme, eso es absurdo. Hay que mantener esa pluralidad, respetarla y entender que no se pueden ordenar una lista de prioridades en las luchas, si no hay que dejar florecer esa multiplicidad compleja que es hoy el feminismo y que no puede ser reducido a uno solo”, añade Galindo.

Escritora, artista, activista, una trotamundos. Sus viajes por su labor le han permitido conectar y ver de cerca el movimiento feminista de diferentes países del continente americano, al cual define en un estado de “frescura muy grande”, con muchos gremios implicados y con personas menores de 25. “Pocos movimientos se pueden preciar de eso”, afirma. Considera que mucha gente ha perdido el miedo a decir “soy feminista”. Al contrario, cree que afirmar aquello es como una barrera de protección importante. “Hay que ir hilvanando esto [el movimiento feminista] en un cuerpo y yo te aseguro que es un cuerpo muy vital, que es un cuerpo donde hay mucha discusión, mucha capacidad de movilización y esto da para largo. Lo que los feminismos podemos hacer en este continente da para mucho, mucho más que tener una ministrilla o tener una presidenta. Cambiar nuestras sociedades no se va a satisfacer con tener mujeres en el poder”, afirma.

El terror de los funcionarios públicos

Los últimos meses en Bolivia, la activista se ha convertido en el terror de los funcionarios públicos. Con su formato de radio documental ha recorrido comisarías e instituciones públicas, a cargo de la defensa de casos de mujeres víctimas de violencia, para interpelar el cumplimiento de su trabajo. Esto a raíz del descubrimiento de una red de corrupción que supuestamente afecta a jueces por dejar en libertad a asesinos, feminicidas y violadores, muchos de ellos con sentencia.

Una investigación de Mujeres Creando dio a conocer una lista de al menos 500 casos irregulares, entre los que figuraban 84 sentenciados por violaciones y feminicidios que se encontraban en libertad condicional. Galindo cree que es necesario pensar en una justicia feminista que funcione paralelamente a la ordinaria y a la indígena originaria, que es reconocida en la Constitución Política de ese país.

“Hemos hecho más que la comisión gubernamental [creada con motivo del caso mencionado] y los hemos puesto a moverse porque le tienen miedo a la legitimidad política que estamos ganando. He tocado una llaga. Estoy en la lucha porque me da la gana, porque creo que en lo que estoy haciendo, porque creo que lo que hago transforma”, sentencia con una sonrisa y esa fiereza que la caracteriza.

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Sobre la firma

Andrés Rodríguez
Es periodista en la edición de EL PAÍS América. Su trabajo está especializado en cine. Trabaja en Ciudad de México

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