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Mitzy Cortés: “Nuestra esperanza no está en la cumbre del clima, esa es la reunión de los poderosos”

La joven mixteca forma parte de una delegación de diez mujeres indígenas de México que ha viajado a Glasgow para exigir que las voces de los pueblos originarios sean escuchadas en las negociaciones

Teresa de Miguel
Mitzy Violeta Cortés sobre la COP26
La joven activista climática mexicana Mitzy Violeta Cortés.CORTESÍA

En San Sebastián Tecomaxtlahuaca, un municipio de 2.000 habitantes a seis horas de la ciudad de Oaxaca, la crisis climática se empezó a sentir en la temporada de siembra. Los agricultores perdían sus cosechas de maíz y frijol porque las lluvias llegaban más tarde de lo previsto, o simplemente no llegaban. Pero también se manifestaba en acciones concretas, de esas que suelen tener nombre y apellido: la extracción ilegal de arena del río que atraviesa la comunidad, la apropiación de territorios comunales por parte de caciques locales, la deforestación descontrolada en los municipios vecinos.

Mitzy Violeta Cortés (San Sebastián Tecomaxtlahuaca, Oaxaca, 22 años) crecía en ese contexto y se iba convirtiendo, sin nombrarlo de esa manera, en activista climática. Porque los indígenas mixtecas como ella hablan de lucha en defensa del territorio o de respeto a los derechos de los pueblos originarios. La crisis medioambiental no es una fotografía de un lejano glaciar que se derrite ni un escenario futurista de ciudades inundadas por el aumento del nivel del mar. La crisis climática fluye por el debilitado caudal del río en el que se baña, arde en la tierra agrietada en la que ya no germinan los cultivos de sus vecinos.

La etiqueta de activista climática le llegaría después, tras mudarse a la capital del país para estudiar Ciencias Políticas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Allí conoció a otros jóvenes indígenas que también trataban de dar forma a esas ideas de defensa del territorio en las aulas. Rápidamente se unió a la red de Futuros Indígenas e impulsó el Proyecto Milpa, con el que busca promover la participación de los pueblos originarios en la política climática. A sus 22 años, los esfuerzos parecen estar dando los primeros frutos: ahora se encuentra en Glasgow como parte de una delegación de diez defensoras del medio ambiente para asistir a la cumbre del clima.

Pregunta. ¿Por qué es importante que participe una delegación de mujeres indígenas en la COP26?

Respuesta. La diversidad es importante. No solo hay activistas ambientales en los países del norte, también hay acá, aunque nos nombremos de manera distinta. Además, muchas veces se habla del cambio climático como algo muy técnico, muy especializado. Dicen que desde estas cumbres van a dar respuestas para todo el mundo. Pero creo que es importante hablar de lo que pasa a nivel local, en los territorios. Queremos denunciar que las comunidades son las que más están sufriendo los efectos del cambio climático, aunque no son las principales responsables. Pero también la intención es sembrar esperanza: decir que sí hay alternativas, que no todos ven nada más lo monetario. Que hay otras formas de relacionarse y vincularse con el territorio.

P. ¿Tienes esperanza en la cumbre?

R. No. La esperanza no está ahí, es la reunión de los poderosos. Ha habido muchos intentos de la gente poderosa para dar soluciones y no se ve que realmente haya una iniciativa de querer cambiar el rumbo de las cosas. Creemos que las soluciones tienen que venir desde abajo y articularnos entre nosotros. No hay tanta esperanza en los gobiernos y la gente que se reúne en la COP, sino en lo que va a pasar alrededor, en las redes que se puedan construir allí con otros movimientos y otras luchas. Por ejemplo, el 10 de noviembre vamos a participar en Cura da Terra, el encuentro global de mujeres indígenas que van a asistir a la COP.

P. ¿Cómo ves las políticas para enfrentar el cambio climático en México?

R. Definitivamente no hay el más mínimo esfuerzo por hacer algo frente a lo que está pasando. El hecho de que se hayan promovido en este Gobierno proyectos como el Tren Transístmico, el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas muestra la poca preocupación por temas ambientales que hay en el país. Se está apostando de nuevo por proyectos extractivos que dañan los territorios, por estos megaproyectos que van a causar destrucción bajo un precepto de beneficio para el país. Pero no puedes pensar en el beneficio del país si es a costa de los pueblos, a costa de la destrucción de la naturaleza. No hay una apuesta y no hay una preocupación por los temas ambientales. Al contrario, se está promoviendo un modelo de muerte.

P. Pero el presidente se ha presentado en ocasiones como un abanderado de los pueblos indígenas.

R. Juega con el discurso. Lo que vemos es esta idea folclorizada de los pueblos: “reconocemos su riqueza cultural, su importancia”. Pero en las acciones no hay respeto por ejemplo por la consulta sobre los proyectos en sus territorios. Los pueblos estamos diciendo que no queremos el Tren Transístmico ni el Tren Maya. No queremos estos megaproyectos. No puedes ver a los pueblos por su riqueza cultural, sus bailes, cuando lo más importante es que respetes sus derechos y sus decisiones, si quieren o no esos proyectos.

P. ¿Cómo se salva ese abismo entre los pueblos indígenas y los gobiernos que se reúnen en estas grandes convocatorias?

R. Impulsando la consulta previa, libre e informada en todos los proyectos que afecten sus territorios, que haya reconocimiento de los pueblos como sujetos de derecho, que se reconozcan sus regímenes de propiedad de la tierra. Esos son temas importantes, pero a final de cuentas también muchas comunidades lo que han dicho es solamente: “déjennos ser, déjennos vivir, dejen de tratar de entrar a nuestros espacios”.

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Sobre la firma

Teresa de Miguel
Periodista multimedia del diario EL PAÍS en México, especializada en temas sociales y de medio ambiente. Antes dirigió el área de video de la agencia de noticias Associated Press en México, fue corresponsal de la agencia Efe en Nueva York y colaboró con Al Jazeera y la BBC. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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