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Iris Pérez-Bonaventura, psicóloga: “Hay muchos adolescentes creyendo que no son buenos en nada”

La autora de ‘Ansiedad: a mí también me pasa’ publica ‘¡Hola, autoestima!’, un libro para menores a partir de 9 años con casos de su experiencia clínica, consejos y actividades para fortalecer un amor propio que debería estar por encima de los ‘likes’

La psicóloga y escritora Iris Pérez-Bonaventura.
La psicóloga y escritora Iris Pérez-Bonaventura.

“Todo lo hago mal”, “No valgo para nada”, “Voy a fallar”, “Nunca lo lograré”, “No puedo”… La falta de autoestima afecta a personas de todas las edades, pero como señala la psicóloga Iris Pérez-Bonaventura (Esplugues de Llobregat, Barcelona, 36 años) la adolescencia es una época especialmente vulnerable en este sentido debido a los grandes cambios sociales, físicos, emocionales y cognitivos que tienen lugar en esta etapa vital. “El proceso interno de transformación que supone la adolescencia, en el que los chicos y las chicas están modelando su identidad, tiene un impacto significativo en su autoestima. Así que cuanto antes empiecen a trabajarla, mejor”, afirma. Sobre todo, porque esos cambios, como destaca la experta, hoy se producen en un contexto marcado por las redes sociales, con sus imágenes con filtro idílicas y de perfección; y con sus algoritmos, que no dudan en priorizar esas instantáneas que muestran un mundo inalcanzable para la mayoría de los chavales. Si uno se compara con ese ideal, ¿cómo no tener la autoestima por los suelos?

Pérez-Bonaventura, autora del éxito editorial Ansiedad: a mí también me pasa (2022), acaba de publicar ¡Hola, autoestima! (B de Blok). Se trata de un libro ilustrado para lectores a partir de 9 años (y para sus madres y padres) en el que vuelca su experiencia clínica con niños, preadolescentes y adolescentes para dar forma a un volumen repleto de casos con los que se pueden sentir identificados muchos chicos y chicas, así como de consejos y actividades para fortalecer un amor por uno mismo que debería estar muy por encima de los likes.

PREGUNTA. Se ha relacionado mucho la pandemia con un incremento de los trastornos de salud mental. ¿La autoestima también salió mermada?

RESPUESTA. Sí. La pandemia de la covid-19 originó una situación insólita que alteró la vida diaria de todos, generando miedo, incertidumbre y desconfianza respecto al futuro. Y estos temores disminuyeron la confianza en uno mismo y la capacidad para afrontar los desafíos.

P. ¿Cuánto cree que ha tenido que ver en esto el impacto de las redes sociales?

R. ¡Muchísimo! Las redes sociales pueden ser divertidas, emocionantes e incluso útiles para mantener el contacto social, pero, como solo muestran selectivamente la mejor parte de nuestras vidas, pueden repercutir de forma negativa en la autoestima de todos. Si cada día vemos fotos de vidas maravillosas, vacaciones increíbles, amistades perfectas, familias fantásticas y regalos insólitos, nos sentiremos inferiores a los demás y nos surgirán dudas sobre nosotros mismos. Además, por encima de todo, el tiempo que pasamos en las redes sociales hace que nos perdamos muchas otras actividades que ayudan a la autoestima, como practicar deporte, realizar manualidades o pasar tiempo en persona con familia y amigos.

P. ¿Cómo se manifiesta esa falta de autoestima?

R. Una persona que tiene una autoestima baja y negativa no cree en sí misma, se compara continuamente con los demás y siente que es peor que ellos. En su autocrítica, solo ve sus defectos y le influye mucho cómo le ven los demás. Es una persona a la que le cuesta mucho decidir y no sabe decir “no”, que no se atreve a probar cosas nuevas porque cree que no lo hará bien y se bloquea o desanima fácilmente cuando las cosas no le salen como espera.

P. Según datos de la Sociedad Española de Medicina Estética correspondientes a su informe de 2023, los pacientes de 16 a 25 años suponen ya el 20% de los tratamientos de medicina estética. En el informe de 2022, cuando se les preguntaba a estos jóvenes por qué se sometían a estas intervenciones, el 47% decía que lo hacía por aumentar su autoestima. ¿Qué le dice este dato?

R. Creo que a estas edades los jóvenes se encuentran en un momento de máxima vulnerabilidad debido a que su cuerpo aún está cambiando y, a su vez, sienten muchísima presión social para encajar en un determinado estereotipo corporal muy alejado de la realidad. ¡La mayoría de las imágenes de las redes sociales a las que están expuestos han sido retocadas artificialmente! Por lo tanto, muchas veces es imposible que lleguen a tener esa nariz, boca, ojos, piernas o vientre que ven y desean y eso les genera una frustración que les lleva a someterse a tratamientos de medicina estética para sentirse mejor con ellos mismos. Sin embargo, la búsqueda implacable de la perfección física puede ocasionarles problemas de salud mental. Más allá del peso, la constitución o la tendencia, lo importante es aceptar tu cuerpo y quererlo.

P. En el libro anima a los adolescentes a quererse como son, a desarrollar sus puntos fuertes y a ser conscientes de sus puntos débiles para mejorar. ¿Cuál de estos tres aspectos cree que suele costar más llevar a la práctica?

R. Todos. Pero si tengo que escoger uno, diría que el segundo, desarrollar sus puntos fuertes, ya que muchos chicos y chicas creen que no son buenos en nada. Se quedan en silencio cuando se les pregunta cuál es su punto fuerte, no saben decir qué es aquello que les gusta, se les da bien y hace que el tiempo se les pase volando.

P. También anima a los lectores a aprender de los errores.

R. Todos cometemos errores y a nadie le gusta equivocarse, pero cuando sucede no hay que considerarlo como algo catastrófico ni tampoco negar lo que ha sucedido. Hay que tratar de comprender qué ha ocurrido, saber pedir perdón, entender qué se podría haber hecho diferente y buscar soluciones. Aprender de los errores nos ayuda a crecer como personas.

P. Hablando de errores: como madres y padres, ¿cuáles diría que son los que se tienden a cometer con más asiduidad y que más merman la autoestima de sus hijos?

R. Centrarse en los aspectos negativos sin valorar las cualidades, usar etiquetas como “tonto”, “torpe”, “malo” para calificar la conducta, descalificar con un “no eres capaz de hacerlo”, “no vales para nada” o “nunca lo lograrás”, comparar continuamente con un hermano o amigo, olvidar decirle cuánto se le quiere o sobreproteger sin permitir que sea autónomo.

P. ¿Podemos decir que el amor incondicional de madres y padres hacia sus hijos es la base fundamental de una buena autoestima?

R. ¡Sin duda! El amor incondicional de la familia es totalmente necesario para tener una buena autoestima, pero, desafortunadamente, a veces no es suficiente. Determinados acontecimientos vitales estresantes (como recibir críticas constantes por parte de los demás, sufrir acoso o abusos, la pérdida de un ser querido o padecer una enfermedad grave) son algunas causas de una baja autoestima.

P. Además de ese amor incondicional, si tuviera que dar a madres y padres tres consejos para ayudar a fortalecer la autoestima de sus hijos, ¿cuáles serían?

R. El primero es que cuando vean a su hijo compararse con los demás le recuerden que es único. El segundo, que cada vez que su hijo se equivoque no le excusen, sino que le ayuden a aprender de la experiencia sin culpar a nadie, huir o esconderse y, si es el caso, pidiendo perdón y tratando de reparar el daño causado. Por último, que cada vez que su hijo tenga un sueño se le refuerce para que luche por él, enseñándole a trabajar duro para conseguir lo que realmente quiere y animándole para que mantenga la ilusión y continúe esforzándose a pesar de los obstáculos e inconvenientes.

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