Qué es y qué beneficios tiene la regla de los cuatro regalos en Navidad (y la buena idea de añadir un quinto para otro)
Frente al consumismo de la época navideña, esta técnica pretende cubrir todas las necesidades del niño, pero desde un consumo responsable y consciente y sin quitar la ilusión


Con el inicio del mes de diciembre es inevitable comenzar a hablar de la Navidad y todo lo que se genera alrededor de estas fiestas. Es una época en la que la ilusión parece estar por todas partes y se contagia de unos a otros en torno a unas costumbres muy arraigadas. Es momento de reunirse en familia y con amigos, de decorar los hogares, de comer dulces y de hacer muchos de los planes típicos navideños, tales como cantar villancicos, ver la iluminación de las calles o hacer la carta a los Reyes Magos. Y es que este es, sin duda, uno de los momentos más familiares del año. Pero también es tiempo de consumismo, de sobreestimulación a todos los niveles y bombardeo de información alrededor de compras, planes y otros imprescindibles que nadie parece querer perderse.
Uno de los aspectos que más esperan y desean los niños es el momento de escribir la carta a Papá Noel y/o los Reyes Magos, y las calles y tiendas ayudan (y mucho). Estas están llenas de anuncios que incitan a comprar o pedir, con catálogos y folletos por todas partes y llenas de todo tipo de objetos llamativos con luces y sonidos, muñecos, peluches que gritan: “¡Me necesitas, llévame a casa!”. Debido a todo ello, quizás sea momento de reestructurar el enfoque que se le ha dado a estas fechas y volver a centrarse en lo importante de la Navidad, educando a la infancia alrededor de unos valores claros y firmes. La regla de los cuatro regalos pretende ser ese método a seguir para poder incluir todos los aspectos mencionados anteriormente sin dejar de lado la ilusión de los más pequeños.
Sentarse a escribir la carta puede ser un momento maravilloso para conectar en familia. Realizar la lista de deseos no debería centrarse en elegir y apuntar cientos de juguetes sin criterio, sino en entender que se trata de una gran oportunidad para compartir, dialogar y hablar de lo afortunados que somos de poder escribir cada año esta mágica misiva. Esta práctica puede convertirse en una tradición familiar en la que hacer balance del año, recordar momentos especiales o pensar en lo que verdaderamente nos hace felices. Este modelo de carta es especial y pretende cubrir todas las necesidades del niño, pero desde un consumo responsable y consciente y en torno a cuatro claves:
- Un regalo para llevar o ponerse. Se trata de que el niño escoja una prenda o accesorio que use y le haga ilusión, como, por ejemplo, unos zapatos, unas gafas o una mochila.
- Un regalo para aprender. Puede tratarse de varias opciones, como, por ejemplo, un libro, unas entradas a un museo, un curso que desee realizar....
- Un regalo que necesite. En este caso, el presente puede ser algo que el menor precise sustituir, como pueden ser unos lápices de colores o quizás algo relacionado con sus aficiones, como ropa para su actividad extraescolar.
- Un regalo que desee. Se trata de algo que al niño le haga ilusión y lleve pidiendo hace tiempo, ya sea un juego de mesa, un juguete o unas entradas para alguna actividad en familia.

¿Qué beneficios tiene esta práctica?
Si desde pequeños los niños comprenden que la felicidad no reside en lo material estarán adquiriendo un gran aprendizaje para toda la vida, donde el valor no esté centrado en abrir un mayor número de regalos, sino en quienes les rodean y en las emociones que sienten junto a la familia y los amigos. Llevar a cabo la regla de los cuatro regalos promueve buenos hábitos y valores, educando a los menores en el agradecimiento, aprendiendo a apreciar lo que tienen y lo que efectivamente necesitan. Además, adquirirán el aprendizaje de tener que tomar decisiones, reflexionando sobre lo que les gusta más o lo que puede esperar para otra ocasión, obteniendo la capacidad de seleccionar por sí mismos, favoreciendo su autonomía personal y el razonamiento independiente.
Esta costumbre también evita el síndrome del niño hiperregalado, niños que, aunque reciben una gran cantidad de regalos, se sienten frustrados e insatisfechos. Su único placer es abrir paquetes sin importar el contenido, olvidando el verdadero valor del momento, perdiendo la ilusión y la perspectiva de estas fechas, pues la Navidad no son los regalos.
Finalmente, sería maravilloso incorporar una quinta regla: pedir un regalo para otra persona en la propia carta, potenciando la solidaridad, la generosidad y la empatía con aquellos que más lo necesitan o con quienes se encuentran en una situación compleja, como quienes están en una residencia u hospitalizados, o quienes tienen entornos menos favorecedores. De este modo, estaremos sembrando grandes valores en unas fechas muy especiales, favoreciendo una mirada más amable, humana y responsable.
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