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¿Son más sociables los niños y las niñas que van a la escuela infantil?

Lo importante es asegurarse de que tienen una vida activa, en máximo contacto con la naturaleza y en la mayor medida posible, apartados de las pantallas, especialmente los más pequeños

Alumnos y profesores de la Guardería "Las Acacias" de Madrid durante la primera jornada de clases y actividades en este centro educativo privado de la capital.,
Alumnos y profesores de la Guardería "Las Acacias" de Madrid durante la primera jornada de clases y actividades en este centro educativo privado de la capital.,David Fernández (EFE)

Los humanos somos sociales por naturaleza gracias al lenguaje. Esta característica es la que nos distingue de los animales. Los niños deben tener relación con otros niños y con el resto de las personas que configuran su tribu. Mireia Carrera es madre y psicóloga y opina que los niños menores de 3 años no necesitan socializarse con iguales, aunque hay excepciones, pero que, en principio, no lo requieren, ya que su fuente socializadora son los progenitores y los miembros más allegados de la familia. “Están en una etapa egocéntrica en la que están absorbiendo todo lo que pasa a su alrededor y los otros niños de su misma edad no son una prioridad. Seguro que si hay un primo mayor en la familia querrán socializar más con él que con los niños de su clase en la escuela infantil”.

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La psicóloga Gemma Benito señala que en la relación con los otros el niño experimenta su complejidad, lo que le permitirá ir tolerando la contradicción de que sean fuente de satisfacción y al mismo tiempo de frustraciones. Caminando hacia la aceptación de que las relaciones, al igual que las personas, son imperfectas. “El otro instaura un límite, ya no es solo lo que él quiere o necesita. El niño tendrá que buscar su lugar, cuando está con sus padres acapara su mirada, pero en el grupo de iguales eso cambia”. La pandemia, según explica Benito, está poniendo sobre la mesa la necesidad que todos tenemos de socializar como un aspecto central para cuidar nuestra salud mental. “En el caso de los niños y niñas también. Necesitan compartir cómo se encuentran, cuáles son sus preocupaciones y también sus alegrías. Los niños lo hacen a través del juego, pero la necesidad es la misma”.

“Los niños que van a la guardería no serán mejor o peor que los que no van”, Mireia Carrera asegura que de 0 a 3 años los niños aprenden todo lo que puedan aprender con niños de su edad o mayores, en la guardería o solo en el parque. “Institucionalizar a los niños desde tan pequeños nos va bien a los padres que tenemos que trabajar, pero desde mi humilde opinión un niño hasta los 3 años está mejor con sus padres. Con sus padres, no con una canguro. Cuando un niño va al parque y se encuentra a otros niños aprenden que hay semejantes, pero carecen aún de empatía, de manera que, aunque nos esforcemos en creer que con niños aprenden a compartir, no siempre es cierto”. Mireia considera que solo aprenden a que hay unas normas que imponemos los padres, que estamos más condicionados en las normas sociales que en ponernos en el lugar de nuestros hijos. “¿Tú compartes tu iPhone con el señor que acabas de conocer en el parque? Pues nuestros hijos no entienden por qué deben compartir su coche de juguete”.

Gemma Benito también cree que los niños que van a guarderías no tienen por qué ser más sociables “aunque sí será importante que puedan relacionarse con iguales, pero para eso existen más posibilidades, como establecer dentro de la rutina del niño bajar cada día al parque, al huerto urbano o hacer una rueda de cuidados con otros padres y madres. De este modo los niños pasan juntos, tiempo de calidad, y hay a su cuidado uno o dos adultos que se van turnando. Así mismo considero interesante que la infancia pueda habitar los espacios públicos de nuestras ciudades, haciéndolas más diversas”.

Carlota Hernández y Ana Palencia Dos profes en apuros y también rehúyen de la creencia de que los niños de las guarderías son más amistosos: “Los niños y niñas más sociales son los que socializan. Hay muchas formas de hacerlo más allá de ir a una escuela infantil y quizás más recomendables en el caso de poder ser acompañadas y acompañados por su madre, padre o persona cuidadora. Por ejemplo: grupos de crianza, bibliotecas públicas, parques, centros culturales, actividades organizadas. De hecho, la cuestión no es llevarle o no a una escuela, sino de qué manera permitimos esa socialización. Por ejemplo, pararnos a observar al niño/a y dejarle hacer. Observar de qué manera se relaciona con otro/a niño/a más peque, más mayor o de su edad. A veces, como adultos forzamos cosas innecesarias: dale un abrazo, comparte tu juguete, no te acerques que es muy pequeño y si dejásemos hacer (vigilando, obviamente) nos quedaríamos boquiabiertos/as”.

Las profesoras creen que los parques pueden ser un buen sitio como muchos otros, hay parques mejores y peores, más o menos diversos, más cercanos o lejanos de casa. Por ejemplo, los cercanos pueden propiciar relaciones más estables en el tiempo con otras niñas y niños del barrio, pero debemos recordar que hay otras muchas opciones como las que hemos nombrado más arriba. “Lo verdaderamente importante no es llevarlos o no a un parque, sino asegurarnos de que tienen una vida activa, en máximo contacto con la naturaleza y en la mayor medida posible, apartados de las pantallas, especialmente en la etapa 0-3”.

La psicóloga Gema Benito nos selecciona cuentos que abordan la sociabilidad en la infancia.

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