Elon Musk y otros protagonistas inesperados de la campaña de Estados Unidos
El hombre más rico del mundo con sus sorteos millonarios, el cómico Tony Hinchcliffe y sus insultos, o Liz Cheney con su apoyo a Kamala Harris han acaparado atención con sus intervenciones
“Halcón de guerra”, “basura” y “fascista”. Esos son tres de los insultos que han dominado la recta final de la campaña electoral estadounidense, plagada de ataques personales, en parte por una serie de personajes inesperados que han marcado el tono de la carrera. Solo en la última semana, Donald Trump dijo que la excongresista republicana Liz Cheney, su mayor crítica dentro del partido, era un “halcón radical de guerra” y que debería tener rifles “disparándole” a la cara. Cuarenta y ocho horas antes, la discusión estaba centrada en quién es basura —¿Puerto Rico o los trumpistas?— después de que el cómico Tony Hinchcliffe usara el término para insultar al territorio estadounidense durante un mitin del candidato republicano, y el presidente Joe Biden lo repitiera para referirse a los partidarios del magnate. Y la semana anterior, el foco estaba en si Trump es o no un fascista, a raíz de unas declaraciones hechas por dos antiguos miembros de su Gobierno, John Kelly y Mark Milley.
Otro personaje estrella de la contienda ha sido Elon Musk, con sus sorteos de un millón de dólares para incentivar el registro de votantes republicanos. Además, las teorías conspirativas y los bulos acerca de los huracanes Helene y Milton también hicieron que las tormentas ocuparan un espacio relevante en la campaña.
Elon Musk
Mientras los candidatos debatían sobre basura y fascismo, el hombre más rico del mundo era demandado por los sorteos de un millón de dólares que estaba ofreciendo para votantes conservadores. Musk llevaba una semana realizando rifas diarias entre los firmantes de una declaración en defensa de la libertad de expresión y el derecho a llevar y portar armas de fuego. Sin embargo, para firmar esa declaración, había que estar registrado como votante en uno de los territorios claves que decidirán los resultados de las elecciones. El fiscal de distrito de Filadelfia (Pensilvania) consideró que eran sorteos ilegales y fraudulentos, pero el juez decidió no frenar los últimos que quedaban.
Las rifas formaban parte de la estrategia de Musk para incentivar a los votantes republicanos y asegurarse de que Trump gane la presidencia. Desde mediados de octubre, el magnate se ha lanzado de lleno a hacer campaña por el expresidente, con donaciones multimillonarias y una gira de mitines por Pensilvania, considerado el Estado más importante en estas elecciones. En total, Musk ha donado más de 140 millones de dólares para apoyar la campaña de Donald Trump y otros candidatos de su partido.
Liz Cheney
A diferencia de las otras figuras que han emergido como protagonistas en momentos muy concretos de la campaña, la influencia de Liz Cheney en la contienda ha sido más constante. La veterana política, hija del exvicepresidente Dick Cheney y quien ha dedicado toda su vida al Partido Republicano, anunció a principios del pasado mes de septiembre que votaría por Kamala Harris. Aunque no fue la primera republicana en respaldar la candidatura de la demócrata —de hecho, es una lista que ha ido creciendo a medida que se acercan las elecciones—, su apoyo ha sido clave a la hora de atraer a conservadores moderados que se oponen a un segundo mandato de Trump, con quien Cheney rompió en 2020 después de que este se negase a reconocer su derrota frente a Joe Biden. Desde entonces, Cheney ha sido la espina clavada de Trump.
La alianza entre las dos mujeres ha sido fructífera y Trump lo sabe. Es posible que por eso se haya centrado en insultarla los últimos días de la campaña. Durante un acto en Arizona el pasado 31 de octubre, el candidato republicano se lanzó contra Cheney con la retórica violenta que ya se ha convertido en un elemento básico de su discurso. Dijo que era “una persona trastornada” y que debería ser colocada en un campo de batalla “con nueve cañones disparándole”. “Veamos cómo se siente cuando las armas le apunten a la cara”, añadió el expresidente.
Por su parte, Cheney, en su respuesta a las declaraciones del expresidente, lo tildó de “mezquino, vengativo, cruel e inestable”. “Así es como los dictadores destruyen las naciones libres: amenazan de muerte a quienes se expresan en su contra”, aseguró.
Tony Hinchcliffe
A estas alturas, el comediante Tony Hinchcliffe quizá no necesite una introducción. Su mal llamada broma sobre Puerto Rico, vertida durante un mitin de Trump en el neoyorquino Madison Square Garden el 27 de octubre, ha recorrido el mundo. “No sé si lo saben, pero ahora mismo hay literalmente una isla flotante de basura en medio del océano. Creo que se llama Puerto Rico”, dijo el cómico. Sus declaraciones desataron una ola de condenas desde la comunidad puertorriqueña, tanto en la isla como en la diáspora. Además, los latinos en Estados Unidos —36 millones de votantes con el poder de decantar la balanza en las elecciones de este martes— salieron en masa en defensa del territorio estadounidense.
Ambas campañas, conscientes de la importancia del voto latino en general y del puertorriqueño en particular en Estados bisagra como Pensilvania, donde esta comunidad es especialmente numerosa, trataron a su manera de distanciarse de los comentarios de Hinchcliffe. El equipo de Harris fue contundente en su censura, mientras que el de Trump señaló que los chistes no reflejaban la opinión del republicano. Sin embargo, el propio Trump luego intentó restarles importancia y mintió al decir que aún no había casi nadie en el Madison Square Garden cuando el cómico profirió los insultos. Defendió el mitin como “un festival de amor” y aseguró que “nadie quiere a la comunidad puertorriqueña más” que él.
En cualquier caso, fue el jefe de Harris, el presidente Biden, quien añadió gasolina a las llamas del asunto. Al responder a la polémica generada por los comentarios de Hinchcliffe en el acto de Trump, Biden replicó: “La única basura que veo flotando por ahí es la de sus partidarios”. Declaraciones que el campo republicano interpretó como un insulto al considerar que el presidente se refería a los seguidores de Trump como basura. Por su parte, Harris, cuya campaña se ha centrado en gran medida en atraer a moderados y conservadores que normalmente votarían por el Partido Republicano, tuvo que distanciarse también de los comentarios de Biden.
John Kelly y Mark Milley
Antes de que llegara Hinchcliffe a la escena, John Kelly y Mark Milley ya habían introducido el término fascista en la contienda presidencial. En concreto, el primero, antiguo jefe de Gabinete de Trump, advirtió en una serie de conversaciones con The New York Times publicadas el 22 de octubre que el republicano encaja en la definición de “fascismo” y que podría ejercer como un dictador si recupera el poder. Sus declaraciones llegaron días después de que se supiera que Milley, exjefe del Estado Mayor durante el Gobierno de Trump, se había referido al republicano como “un fascista hasta la médula” en conversaciones con el periodista Bob Woodward para su nuevo libro, publicado a mediados de octubre.
Luego también salió a la luz, en un artículo publicado en The Atlantic, que durante su presidencia, Trump elogió a Adolf Hitler y declaró: “Necesito el tipo de generales que tenía Hitler”. En la información publicada por la revista, las voces de Kelly y Milley se intuyen como posibles fuentes.
Las revelaciones dieron paso a que el Partido Demócrata incorporara “fascista” —hasta ahora una palabra casi tabú entre la izquierda estadounidense— a su lista de calificativos contra Trump. Desde entonces, la propia candidata demócrata se ha referido a su contrincante como tal y ha añadido que “es profundamente preocupante e increíblemente peligroso” que Donald Trump invoque a Hitler.
Helene y Milton
Entre finales de septiembre y principios de octubre, los huracanes Helene y Milton arrasaron zonas del sureste del país. Helene, un ciclón de categoría 4, causó inundaciones catastróficas, sobre todo en los Estados de Carolina del Norte, Tennessee y Virginia y en la bahía de Tampa (Florida), donde dejó barrios enteros bajo el agua. Con más de 230 víctimas mortales, Helene fue el huracán más mortífero en tocar tierra estadounidense desde el Katrina en 2005. Menos de dos semanas después vino Milton, de categoría 3. La tormenta también provocó inundaciones y un número inusual de tornados mortales a través de Florida que acabaron con la vida de al menos 30 personas.
Las catástrofes consecutivas se convirtieron rápidamente en caldo de cultivo para las teorías conspirativas, alimentadas en gran parte por Trump. El republicano usó ambos huracanes para criticar a la Administración Biden-Harris, a quienes acusó falsamente de, entre otras cosas, malversar fondos federales destinados a lidiar con catástrofes naturales para financiar programas de inmigración.
Este y otros bulos acerca de las tormentas —como que fueron creadas por el Partido Demócrata para influir en los resultados de las elecciones— irrumpieron en la campaña con tanta fuerza que trabajadores de la Agencia Federal de Gestión de Desastres (FEMA, por sus siglas en inglés) recibieron amenazas por realizar sus labores de recuperación en Asheville, Carolina del Norte, otro de los Estados clave en estos comicios.
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