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Trump define su mitin en Nueva York donde se insultó a Puerto Rico y a distintas minorías como un “festival de amor”

El expresidente de EE UU evita disculparse por las palabras del cómico que han sacudido la recta final de la campaña

Donald Trump, este martes en su intervención en Palm Beach (Florida).Foto: Brendan McDermid (Reuters) | Vídeo: AP
Miguel Jiménez

Si alguien esperaba una disculpa de Donald Trump por los insultos racistas vertidos en su mitin del domingo en el Madison Square Garden de Nueva York, se habrá llevado una decepción. El expresidente ha comparecido este martes en Mar-a-Lago, su mansión en Palm Beach (Florida). Se ha retrasado más de una hora y cuarto con respecto al horario anunciado y ha hablado durante una hora. Solo al final de su intervención ha hecho referencia a ese mitin, pero para decir que “nunca había habido un acontecimiento tan hermoso” y que fue un “festival de amor”.

Las palabras de Trump llegan dos días después de que el cómico Tony Hinchcliffe dijese en el mitin de Trump de Nueva York: “No sé si lo saben, pero ahora mismo hay literalmente una isla flotante de basura en medio del océano. Creo que se llama Puerto Rico”. También se burló de judíos, palestinos, negros y latinos en general.

Trump había intentado sacudirse el tema de encima en declaraciones a ABC News. “No lo conozco, alguien lo puso ahí. No sé quién es”, dijo el expresidente sobre Hinchcliffe. También aseguró que no había oído el chiste, pese a que no ha parado de reproducirse.

En su intervención de este martes no ha habido ni la mínima mención a esos insultos racistas ni a otros mensajes xenófobos que se pronunciaron en el mitin. “Nadie ha visto nunca nada como lo que pasó la otra noche en el Madison Square Garden, el amor, el amor en esa sala fue impresionante. Y se podría haber llenado muchas veces con la gente que no pudo entrar. Pero los políticos que llevan haciendo esto mucho tiempo, 30 y 40 años, dijeron que nunca había habido un acontecimiento tan hermoso. Fue como un festival de amor, un festival de amor absoluto, y fue un honor para mí participar”, dijo, criticando a quienes lo habían comparado con un mitin pronazi que tuvo lugar en esa misma sede en 1939. “Han usado el Madison Square Garden muchas veces. Mucha gente lo ha usado, pero nunca nadie ha tenido una multitud como esa. Y nadie ha tenido amor como ese. Eso fue amor en la sala, y fue amor por nuestro país”, ha insistido.

La intervención de Trump, tras la que no ha admitido preguntas, ha sido una moción de censura en toda regla a la gestión del Gobierno de Biden, aunque atribuyendo un papel clave a Harris en todos los males que, según ha dicho, en una hipérbole sin fundamento, han rebajado a Estados Unidos “casi al estatus de un país del Tercer Mundo”. Su discurso no ha sido muy distinto en realidad al de cualquiera de sus mítines.

Donald Trump, habla durante una conferencia en Palm Beach, este martes.
Donald Trump, habla durante una conferencia en Palm Beach, este martes. Brendan McDermid (Reuters)

Ataque preventivo

La intervención ha sido una especie de ataque preventivo, anticipándose al “alegato final” contra él que tiene previsto hacer la vicepresidenta Kamala Harris este martes en un mitin en la Elipse de Washington, el mismo lugar desde el que Trump lanzó una arenga a sus seguidores para que se dirigiesen al Capitolio, que terminaron asaltando, el 6 de enero de 2021.

Se ha dedicado a atacar a su rival con su habitual mensaje apocalíptico. Se ha ofrecido como salvador de Estados Unidos, acusando a los demócratas de estar intentando destruir el país y de llevar a cabo una campaña de “odio y división”, pese a que él disparaba un insulto tras otro.

En su intervención, Trump ha vuelto a ligar inmigración y delincuencia, con su habitual retórica xenófoba, sus mentiras y exageraciones. En el escenario ha estado acompañado por la madre de una víctima de un homicidio cometido por un inmigrante y por la viuda de uno de los estadounidenses que murieron en la retirada de Afganistán. Tanto ellas como Trump han responsabilizado a Harris de esas muertes. Ha prometido pena de muerte para los inmigrantes que maten a un estadounidense. Además, ha vuelto a citar algunas de las ciudades sobre las que ha lanzado bulos como Springfield (Ohio) y Aurora (Colorado).

También ha propagado de nuevo bulos sobre la economía y sobre la ayuda prestada por el Gobierno federal tras el huracán Helene. Después de soltar una falsedad tras otra, ha dicho que los demócratas mienten y mienten.

El expresidente ha preferido no dar la disculpa que algunos, incluso desde el ámbito republicano, le reclamaban. La intervención del domingo del cómico provocó indignación no solo en Puerto Rico, sino también entre los aproximadamente seis millones de boricuas que residen en los 50 Estados de Estados Unidos, que tienen derecho a voto en las elecciones presidenciales. Tienen un peso especialmente alto en Pensilvania, que con sus 19 votos en el Colegio Electoral es el más decisivo de los Estados decisivos.

La campaña republicana lleva desde el domingo tratando de distanciarse de las palabras de Hinchcliffe. Varios republicanos las han condenado y han señalado que no reflejan la visión del Partido Republicano sobre Puerto Rico. El senador por Florida Rick Scott tuiteó el domingo: “Este chiste fracasó por una razón. No es gracioso y no es cierto. ¡Los puertorriqueños son gente increíble y americanos increíbles!”. “Puerto Rico no es basura, es el hogar de conciudadanos estadounidenses que han hecho enormes contribuciones a nuestro país”, se sumó el otro senador por Florida, Marco Rubio, que subrayó que “esas no eran palabras de Trump”, pero de algún modo también les restó importancia: “Eran chistes de un cómico del insulto que ofende prácticamente a todo el mundo, todo el tiempo… porque eso es lo que hacen los cómicos del insulto”, añadió.

J. D. Vance, candidato a vicepresidente, dijo el lunes en un mitin que no quería entrar a valorar el chiste en sí, pero añadió una frase que no ayudaba demasiado a apagar el incendio: “Creo que debemos de dejar de ofendernos tanto por cada pequeña cosa”.

La campaña de Harris, mientras, ha aprovechado para lanzar un anuncio en que se escucha la frase del cómico sobre Puerto Rico y se recuerda también la escasa ayuda que prestó el Gobierno federal a la isla tras el paso del huracán María, durante la presidencia del republicano. “Nunca olvidaré lo que hizo Donald Trump. Abandonó la isla y no ofreció nada más que rollos de papel e insultos”, dice Harris en el anuncio. Los demócratas han recordado que, tras el paso de María, Trump preguntó si EE UU podría “vender” Puerto Rico, e intentó minimizar el número de víctimas del huracán. Considero hacer un “intercambio” de Puerto Rico por Groenlandia, llamando a la Isla estadounidense “sucia”.

La propia vicepresidenta había dicho el lunes: “El evento de Donald Trump en el Madison Square Garden realmente destacó un argumento que he estado haciendo a lo largo de esta campaña: está centrado y realmente fijado en sus agravios, en sí mismo y en dividir a nuestro país”.

El expresidente Barack Obama también aprovechó su mitin del lunes en Filadelfia, la mayor ciudad de Pensilvania, para defender a los puertorriqueños y atacar a Trump y los republicanos. “Lo vimos anoche. El hombre celebra un gran mitin en el Madison Square Garden, y los teloneros eran los que más decían, eran los que más trotaban y vendían los estereotipos más racistas, sexistas e intolerantes. Un tipo llamó a Puerto Rico, cito, ‘una isla de basura’. Está hablando de sus conciudadanos. Aquí en Filadelfia, son tus vecinos. Son tus amigos, son tus compañeros de trabajo. Sus hijos van al colegio con los tuyos. Son americanos, son personas”, dijo, antes de añadir: “He aquí una buena regla: si alguien no te respeta, si alguien no te ve como conciudadano con iguales derechos a las oportunidades, a la búsqueda de la felicidad, del sueño americano, no debes votarle. No esperes que mejore tu vida”.


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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.
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