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El aborto escala como prioridad electoral para los votantes en Estados Unidos

Los derechos reproductivos son, junto con la inmigración, el segundo asunto de más interés, especialmente para las mujeres. Florida y otros nueve Estados someten ese derecho a referéndum el mismo día de las elecciones

Una mujer, disfrazada de 'El cuento de la criada', durante un encuentro a favor de los derechos reproductivos de las mujeres en Las Vegas el 16 de octubre.
Una mujer, disfrazada de 'El cuento de la criada', durante un encuentro a favor de los derechos reproductivos de las mujeres en Las Vegas el 16 de octubre.DPA vía Europa Press (DPA vía Europa Press)
Nicholas Dale Leal

Deborah define como una forma de tortura lo que tuvo que experimentar en Florida por la regulación del aborto en ese Estado. Esta mujer, que prefiere ocultar su apellido por motivos de privacidad, gestó un hijo sin riñones y condenado a muerte durante tres meses eternos tras un diagnóstico sin esperanza en la semana 23ª del embarazo. “Cuando me entregaron a mi bebé recién nacido ya estaba frío y azul”, continua el relato de la mujer con voz entrecortada en una videollamada desde su casa de Lakeland, en el centro del Estado, donde todavía se está recuperando del golpe de dos huracanes hace unas semanas. Como si la experiencia traumática no hubiese sido suficiente, ahora Deborah revisita y comparte su historia. El objetivo, está convencida, lo vale: que otras mujeres no tengan que pasar por algo similar.

Los derechos reproductivos son el segundo o tercer tema que más preocupa a los estadounidenses a la hora de votar, después de la economía y básicamente empatado con la inmigración. Así lo reflejan varias encuestas divulgadas en los últimos días. Para mujeres menores de 45 años, es el asunto más importante. No es una sorpresa. En varios Estados desde hace dos años es ilegal abortar en cualquier instancia o en tantos otros hay leyes vigentes que, si bien sobre el papel lo permiten, lo convierten en prácticamente imposible; aunque, de hecho, el número de abortos ha aumentado desde la derogación en 2022 de la sentencia que consagraba constitucionalmente el derecho al aborto en Estados Unidos, principalmente por el método de píldoras abortivas, que también ha estado en el punto de mira de los jueces.

En las papeletas electorales de Florida, además de la elección entre Donald Trump y Kamala Harris para presidir Estados Unidos, los votantes tendrán la opción de garantizar el derecho al aborto en la Constitución estatal a través de una enmienda. Referendos similares estarán en las papeletas de otros nueve Estados ―Arizona, Nebraska, Nevada, Maryland, Nueva York, Missouri, Montana, Colorado y Dakota del Sur— después de que en las elecciones de medio mandato de 2022 siete hayan aprobado leyes que consagran los derechos reproductivos de las mujeres, incluyendo los territorios profundamente republicanos de Kansas o Kentucky. En Florida, los últimos meses de enfrentamiento de las campañas a favor y en contra de la enmienda constitucional, que necesita un 60% de los votos para salir adelante, ha sido encarnizada, llena de acusaciones, falsedades y pleitos legales. En medio del debate están la salud y la libertad de cientos de miles de mujeres.

Defensores del derecho al aborto en una manifestación en Sarasota, Florida, en 2022.
Defensores del derecho al aborto en una manifestación en Sarasota, Florida, en 2022.The Washington Post (The Washington Post via Getty Im)

Es el fango que creó la decisión del Tribunal Supremo —con una supermayoría conservadora de seis a tres por los tres jueces vitalicios nombrados por Trump cuando fue presidente— que eliminó el derecho a nivel nacional en 2022 al tumbar un precedente de 1973 conocido como Roe contra Wade que lo protegía. Es la misma razón por la cual el aborto es la motivación de millones de votantes de todo el país en estas elecciones.

Kamala Harris lo ha hecho un eje principal de su campaña. En sus intervenciones y mítines nunca se olvida de mencionar el tema. Es uno de los ámbitos sobre los que se expresa mejor, tras pasar su vicepresidencia muy involucrada en el asunto. La candidata demócrata ha dicho en varias ocasiones que, de llegar a ser presidenta, firmaría una ley que garantizaría el acceso al aborto para las mujeres del país a nivel nacional. Sin embargo, esta situación es muy improbable. Para llegar a ese punto los demócratas necesitarían una mayoría considerable en el Congreso, algo que no está al alcance cuando los sondeos apuntan a un empate virtual en el legislativo de nuevo. Ante este panorama, los referendos estatales adquieren una dimensión mayor.

Por su parte, Donald Trump considera que su trabajo en este asunto está completado. Derogar ese amparo legal fue una de las claves del apoyo evangélico que recibió en 2016. Ahora, sin embargo, el asunto es una patata caliente electoral, pues la mayoría de los estadounidenses, incluso una buena porción de los republicanos, están en contra de una prohibición absoluta. El expresidente, en cambio, repite, con más que dudosa veracidad, que devolver la potestad de legislar sobre el aborto a los Estados “es lo que todo el mundo quería”.

En Florida, desde el 1 de mayo, después de un año en el que el límite del aborto estaba en las 15 semanas de embarazo, ha estado en vigor la Ley del Latido, bandera del popular gobernador republicano Ron DeSantis. La legislación permite un aborto únicamente antes de la sexta semana de gestación —antes incluso de que muchas mujeres sepan que están embarazadas— y dicta que existen excepciones para casos en los que peligra la vida de la madre y por incesto, violación o tráfico sexual. Pero son tan estrictas las condiciones que pueden acabar impidiendo la práctica, advierte Michelle Quesada, portavoz de Planned Parenthood, organización sin animo de lucro que practica un tercio de los abortos a nivel nacional. “No se trata solo del aborto por elección, todos los servicios asociados a la atención al aborto se están viendo afectados”.

Donald Trump's supporters
Partidarios de Donald Trump discuten con partidarios de Kamala Harris durante la gira en autobús de Harris-Walz 'La lucha por la libertad reproductiva', en Florida, en septiembre.CRISTOBAL HERRERA-ULASHKEVICH (EFE)

El clima es de miedo. Los médicos, como la ginecóloga Cecilia Grande, temen practicar abortos, incluso cuando la salud de la madre está en peligro. “Ahora hay una hipervigilancia. Mis compañeros y yo no sabemos hasta qué punto es aceptable hacer un aborto. ¿Cuando hay un 80% de posibilidad de muerte? ¿90%?”, cuenta en su consultorio del sur de Miami. Para poder prestar la atención médica necesaria de manera legal y sin riesgo de un proceso penal en contra de los médicos, los hospitales o las pacientes, se deben tener por lo menos dos valoraciones médicas independientes que digan que la vida de la mujer está en riesgo. En muchos casos, los hospitales piden más para cubrirse las espaldas.

La ley también victimiza a la gestante, asegura Quesada, que ha acompañado a numerosas pacientes en la travesía para lograr hacerse un aborto. “El estatuto dice que si has sido víctima de violación, incesto o tráfico sexual, puedes acceder a un aborto con documentación que lo certifique. Primero, dos de cada tres casos de violación no se reportan. Muchas veces el abusador es alguien cercano y temen reportarlo. Además, la policía dice que se pueden tardar semanas o meses en conseguir un reporte concreto más allá de la denuncia, que no es válida. Entonces, ¿dónde está la excepción?”.

Al final, la solución que queda es viajar fuera del Estado, a otro territorio que sí permita el aborto. El más cercano es Carolina del Norte, a más de 1.000 kilómetros de distancia, y allí se debe respetar un periodo de reflexión de 72 horas antes de poder proceder. Así, en un país en el que la sanidad ya es mucho más cara que el promedio, los gastos se convierten en un obstáculo más para abortar. Planned Parenthood ha ayudado a unas 700 mujeres a salir de Florida para permitirles un aborto desde que entró en vigor la prohibición de las seis semanas en mayo. No se sabe cuántas han hecho el viaje por cuenta propia.

La prohibición también es un obstáculo para practicar su profesión y proteger a las mujeres, dice la doctora Grande, que integra un grupo de cientos de médicos que apoyan la campaña a favor del derecho al aborto en Florida y opinan lo mismo que ella. “Ahora llegan mujeres de 16 semanas en situación de aborto espontáneo y no podemos hacer absolutamente nada”, cuenta. Grande recuerda un caso de hace años, cuando comenzaba su carrera en los noventa en un hospital católico, en el que atendió a una mujer con 18 semanas que estaba presentado una infección y logró controlarla con oxitocina, una medicación ahora también prohibida porque es utilizada para disminuir el sangrado en casos de aborto espontáneo. Esta mujer ya había tenido numerosas pérdidas a causa de su cuello uterino incompetente, así que Grande le aplicó una sutura que permitió que llegara finalmente a la semana 36 de embarazo y tuviera su único hijo. “Ahora habría tenido que esperar a que se pusiera séptica para poder tratarla y ella habría quedado infértil”, asegura.

El aborto en campaña

“Por eso yo antes no estaba metida en política”, dice la doctora Grande, “pero ahora mi hija tiene menos derechos que mi madre en la Cuba anterior a la Revolución”. Cuando la Ley del Latido de Florida fue aprobada, se inició una enorme recolecta de firmas liderada por la organización Floridians Protecting Freedom. Tras largos meses de campaña se lograron un millón, 100.000 más que las necesarias para traer una pregunta directamente a los votantes.

Una paciente de 23 años, espera para hacerse un aborto en una clínica de abortos de la organización Planned Parenthood en West Palm Beach, Florida, el 14 de julio de 2022.
Una paciente de 23 años, espera para hacerse un aborto en una clínica de abortos de la organización Planned Parenthood en West Palm Beach, Florida, el 14 de julio de 2022. CHANDAN KHANNA (AFP)

Durante los últimos seis meses la misión de Floridians Protecting Freedom y otras organizaciones aliadas han salido a hacer campaña a favor de reinstaurar el derecho bajo la coalición Yes On 4. Según un portavoz de la campaña, han tocado medio millón de puertas, hecho 450.000 llamadas y apuntado a 6.250 voluntarios. Además, según sus datos más recientes, han recaudado cerca de 104 millones de dólares (unos 96 millones de euros) de más de 47.000 donantes.

En el otro bando tampoco se han quedado quietos. Existe la campaña contraria, Vote No On 4. Su argumento principal desmenuza el texto de la enmienda y asegura que el lenguaje es engañoso. Dicen que no define sus términos clave, como “viabilidad”, “salud de la paciente” o “proveedor de atención médica”. Estas supuestas incertidumbres crean lagunas que darán lugar a más abortos en etapas más avanzadas del embarazo de lo que pretenden los votantes, alegan. Pero en Florida, las enmiendas constitucionales no requieren definiciones y, en todo caso, los términos señalados sí están definidos en la ley del Estado.

En medio de esta batalla, que ha incluido demandas de lado y lado y la injerencia en campaña del gobierno estatal, los ciudadanos de Florida deberán pronunciarse a favor o en contra de la enmienda en unos días. Las más recientes encuestas, publicadas por la Laboratorio de Investigación de la Opinión Pública de la Universidad del Norte de Florida, señalan que actualmente un 60% de los ciudadanos del Estado apoyan la enmienda, una ligera disminución comparado con hace unos meses, mientras que un 32% está en contra y 8% está por decidirse. Es difícil que esté más apretado.

Uno de los votantes que se decantará por alguna de las dos opciones, y según lo que ha dicho, todavía está indeciso al respecto, es el candidato presidencial del Partido Republicano, el expresidente Trump, residente de Florida. Aunque su esposa Melania ha salido en favor del aborto por sorpresa con la publicación de sus memorias, él en cambio ha sido muy calculador a la hora de mostrar sus opiniones, consciente de la delicadeza de un tema que podría costarle las elecciones.

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Sobre la firma

Nicholas Dale Leal
Periodista colombo-británico en EL PAÍS América desde 2022. Máster de periodismo por la Escuela UAM-EL PAÍS, donde cubrió la información de Madrid y Deportes. Tras pasar por la Redacción de Colombia y formar parte del equipo que produce la versión en inglés, es editor y redactor fundador de EL PAÍS US, la edición del diario para Estados Unidos.
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