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Estrategias de campaña opuestas: la “alegría” de Harris frente al “EE UU se hunde” de Trump

La candidata demócrata se acerca en pocas semanas al empate con el republicano en intención de voto y está por delante en Estados clave, según una encuesta del Siena College para ‘The New York Times’

El candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, y su contrincante demócrata, Kamala Harris
El candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, y su contrincante demócrata, Kamala HarrisReuters Photographer (REUTERS)
Macarena Vidal Liy

“El primer partido que jubile a su líder octogenario será el que gane estas elecciones” en Estados Unidos, vaticinaba en enero la entonces aspirante presidencial republicana Nikki Haley. Siete meses más tarde, los demócratas, pletóricos después de que el nombramiento de Kamala Harris como su candidata les haya permitido remontar su barrena, creen que esa declaración resultará profética. Los republicanos, que hace solo tres semanas se veían en la Casa Blanca, cruzan los dedos para que la exgobernadora no acabe teniendo razón.

Desde que Joe Biden traspasara la candidatura demócrata a Harris el 21 de julio, la carrera electoral se ha transformado por completo. Los demócratas, con una base de votantes ilusionada, una líder nueva y diversa —la primera mujer negra e india candidata presidencial de un partido—, dinero en las arcas y las encuestas de cara, hacen campaña con un nuevo lema: “Alegría”. Los de Donald Trump apelan a los suyos con un mensaje de crispación, en el que advierten que “el mundo se ha ido a la mierda en este par de semanas”.

El impulso de Harris parece haber tomado a contrapié a Trump, que había basado su campaña en el combate contra un Biden al que definía, con éxito, como demasiado “débil, fracasado y deshonesto” para continuar en el Gobierno. Ahora, en sus actos electorales -pocos, en comparación con su primera campaña de 2016- ha optado por los insultos personales como estrategia contra la vicepresidenta, a la que tilda de “poco inteligente”, “radical” y acusa de cambiar de identidad racial según le conviene. “Yo estoy en cabeza por mucho”, presumía en una rueda de prensa en su residencia de Mar-a-Lago, en Florida, el jueves.

De momento los datos le desmienten. Un sondeo del Siena College que publica The New York Times este sábado encuentra que Harris lidera por cuatro puntos porcentuales en tres Estados bisagra claves: Michigan, Wisconsin y Pensilvania, el territorio imprescindible en la estrategia de victoria demócrata. En los tres, la antigua fiscal general de California cuenta con una intención de voto del 50%, frente al 46% de Trump. La consulta también encuentra que la vicepresidenta, muy impopular hace apenas un mes, goza ahora de mejor imagen que su rival: los votantes la perciben más inteligente, más honesta con mejor temperamento para gobernar. El republicano por contra, tiene una visión más clara para el país.

Otras encuestas arrojan resultados similares: el agregado del analista de encuestas políticas Nate Silver sitúan a la demócrata con el 46,3% de intención de voto, por encima del 43,9% de Trump. El blog especializado FiveThirtyEight otorga a Harris dos puntos porcentuales de ventaja, un 45,6% frente al 43,5% de su contrincante.

“Por primera vez en mucho tiempo, los demócratas están unidos e ilusionados, mientras que los republicanos están nerviosos. Errores no forzados de Trump y su candidato a la vicepresidencia, J. D. Vance, han hecho girar el foco de los medios de la edad de Biden a los defectos de Trump. En otras palabras, la campaña presidencial se ha transformado de una en la que Trump tenía las de ganar a otra mucho más competitiva”, escribe Amy Walter, directora de la firma de análisis político The Cook Political Report, en un informe esta semana.

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Las dos partes aseguran que serán los vencedores. En sus mitines, la vicepresidenta reconoce que no son “los favoritos”, pero precisa: “Sabemos contra quién nos enfrentamos”. Los republicanos consideran que la subida de sus rivales es solo temporal y se diluirá una vez que Harris tenga que detallar sus planes de gobierno y responder sobre la gestión de su Administración los últimos cuatro años.

La batalla por los Estados clave

Empatados en un país dividido a partes casi exactamente iguales entre unos y otros, la batalla entre los dos partidos se libra en un puñado de Estados aún por decidir: Pensilvania, Michigan, Wisconsin (el llamado “cinturón azul”, territorios en el Norte que suelen votar demócrata) y Nevada, Arizona, Georgia y Carolina del Norte, que forman el “cinturón del sol”.

A su favor, los demócratas cuentan con el entusiasmo renovado de sus bases. Un 87%, según el Times, está ilusionado con su candidata. Los de Harris aseguran que más de 200.000 voluntarios se han sumado a la campaña. Sus mítines —escasos y de aforo discreto durante la era Biden— llenan ahora pabellones con 15.000 personas, cifras que el partido demócrata no veía desde el triunfo de Barack Obama en 2008: no es casualidad que la vicepresidenta haya incorporado a su equipo a varios veteranos de aquella campaña, o que sus lemas de “alegría” y “cuando luchamos, ganamos” evoquen el “esperanza” y “sí, podemos” del primer presidente negro.

Los demócratas cuentan con una fortaleza clave: la financiera. En julio, y muy especialmente tras el relevo, su campaña recaudó más de 310 millones de dólares, el doble que los contrincantes republicanos. Esta semana, en las primeras 24 horas tras el anuncio de la selección del gobernador de Minnesota, Tim Walz, como su candidato a la vicepresidencia ingresaba más de 36 millones de dólares en sus arcas.

La vicepresidenta también calcula que su selección de número dos contribuirá a mantener el impulso en las encuestas. Harris se ha inclinado por el gobernador, sobre todo, por su imagen de persona genuina de clase media, de profesor entrañable que habla sencillo y sin pelos en la lengua. Cree que esa imagen atraerá a votantes más centristas en el “cinturón azul”. Y que las medidas progresistas que Minnesota ha implantado durante el mandato del gobernador convencerán a los grupos más a la izquierda dentro del partido,

Los republicanos, por su parte, parten con ventaja en la campaña: el propio sistema electoral en las presidenciales estadounidenses. Este no aplica el voto directo —en el que los demócratas suelen sumar mayoría— sino que gana el candidato que suma al menos 270 votos en el Colegio Electoral, donde cada Estado cuenta con un cierto número de sufragios según su población. Eso hace que los republicanos necesiten un 3% menos que los demócratas para ganar.

Los republicanos también cuentan con la ventaja de un candidato ya muy consolidado, que entusiasma a su base y que, con su mensaje de que Estados Unidos se encuentra en decadencia, conecta con una parte del electorado que se siente apartada del sistema y perjudicada por la inflación de la era Biden. “¡Las Bolsas se están HUNDIENDO! ¡El desempleo está CRECIENDO! ¡Las guerras en Oriente Próximo están quedando FUERA DE CONTROL!”, se lee en un correo electrónico de recaudación de fondos típico de su campaña, enviado esta semana.

En las encuestas, Trump aventaja a su rival en las opiniones sobre quién manejaría mejor la economía: en la que publica este sábado The New York Times, recibe el 53% frente al 44% de Harris. Los votantes también se fían más de él en otro de los grandes asuntos de estas elecciones, la gestión del sistema migratorio y la frontera: en el mismo sondeo obtiene la confianza del 51% frente al 46% de su rival.

Menos consolidado aparece el número dos de Trump, el senador por Ohio J. D. Vance. Su debut en la campaña en julio quedó empañado por la viralización de algunos comentarios suyos en el pasado. Muy especialmente unas declaraciones de 2021 en las que consideraba que Estados Unidos estaba gobernado por “mujeres sin hijos y amantes de los gatos” como Harris. En el sondeo para The New York Times en Pensilvania, Wisconsin y Michigan, un tercio de los consultados se declara insatisfecho con la selección de Vance. Un 17% se considera “enfadado” por ese nombramiento.

Faltan menos de tres meses para la cita en las urnas, el próximo 5 de noviembre. En una campaña tan accidentada como la de este año, ambos partidos pueden aún dar la vuelta a la tortilla. Quizás, incluso varias veces. En el camino faltan momentos clave: el primero, la convención demócrata de Chicago a partir del día 19 de agosto, con la que los de Harris esperan continuar su impulso entre el electorado. El 10 de septiembre llegará lo que puede ser un episodio decisivo: el primer debate televisado entre la vicepresidenta y Trump.

En noviembre quedará claro si Haley tenía razón en sus predicciones. Quién gane dependerá de qué campaña sepa conectar mejor con los votantes. Si los demócratas con su mensaje de optimismo o los republicanos con el de malestar. “Las cosas lucen mucho mejor para los demócratas de lo que se veían hace unas semanas, pero Trump parece más fuerte ahora que en 2020. Cualquiera puede ganar”, concluye Walter.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.
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