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Musk roba protagonismo a Trump al participar en la primera reunión del Gabinete: “Sin mí, EE UU irá a la bancarrota”

En un gesto sin precedentes, el empresario se suma a la reunión inaugural del nuevo Gobierno estadounidense entre las fricciones con algunos de sus miembros por el plan de recortes del DOGE

Elon Musk habla mientras el presidente estadounidense Donald Trump organiza su primera reunión de gabinete en Washington, este miércoles.
Elon Musk habla mientras el presidente estadounidense Donald Trump organiza su primera reunión de gabinete en Washington, este miércoles.Brian Snyder (REUTERS)
Iker Seisdedos

La segunda presidencia de Donald Trump continuó este miércoles produciendo material televisivo indeleble ―sin precedentes en la historia de Estados Unidos― con la celebración de la primera reunión del nuevo Gabinete. La estrella de la retransmisión no fue Trump, precisamente, sino Elon Musk, su más reciente y estrecho aliado. Pese a que no compartieron plano (el empresario se sentó en una esquina, lejos del presidente) nunca se había plasmado en imágenes una simbiosis tan perfecta entre los poderes económico y político en este país, como cuando, poco antes del mediodía, hora de Washington, el hombre más rico del mundo, vestido de punta en negro y tocado con una gorra con el mensaje trumpista Make America Great Again, se sentó a la mesa con el líder de la primera potencia mundial y el resto de los miembros de su Gobierno, listo para participar en su junta inaugural, celebrada 36 días después de la toma de poder del republicano.

¿En calidad de qué, lo hizo Musk? Aún no está del todo claro, aunque sí lo esté que el empresario no es miembro del Gabinete. La Casa Blanca sigue negándose a aclarar cuál es su papel en el organigrama del Gobierno ―“empleado gubernamental especial”, lo llaman― aunque todos sepan que el dueño de Tesla, X y Space X, entre otras empresas, se ha ganado el apelativo de Primer Amigo del presidente (mientras su Primera Dama, Melania Trump, se mantiene discretamente lejos de la Casa Blanca). También, que sus acciones al frente de algo llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), organismo paragubernamental dedicado a la tarea de adelgazar la Administración estadounidense a base de despidos y de la congelación de miles de millones de dólares en subvenciones y programas federales, han acaparado casi toda la atención de la acción del Ejecutivo en estas semanas.

La reunión arrancó con 45 minutos de retraso y con los miembros del Gabinete unidos en una oración conjunta. Las primeras palabras de Trump fueron para el acuerdo alcanzado el martes con el presidente ucranio, Volodímir Zelenski ―que, confirmó el republicano, vendrá el viernes a Washington― para la explotación conjunta de los recursos minerales ucranios, y como parte del plan de paz para acabar con la guerra de Ucrania. El presidente repitió después cifras falsas sobre la aportación de Estados Unidos a la causa de Kiev, que contrapuso a la europea, que considera “insuficiente”. A su izquierda, estaba sentado Pete Hegseth, secretario de Defensa. A su derecha, el secretario de Estado, Marco Rubio. Después de rezar, Trump se refirió al “maravilloso trabajo” del DOGE, y dio la palabra, antes que a nadie, a Musk.

Gabinete Donald Trump
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, celebra su primera reunión de gabinete, sentado junto al secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, este miércoles. Brian Snyder (REUTERS)

El empresario, que no estaba sentado en el primer círculo, sino en la segunda fila de la sala de reuniones, defendió de pie su labor como algo que “no es opcional”. Sin él, “Estados Unidos irá a la bancarrota”, sentenció. Musk dijo que el objetivo es recortar el déficit en un billón de dólares para 2026. Durante la campaña, el entonces candidato prometió que el tijeretazo alcanzaría los dos billones. Musk reconoció que eso no será posible, y también el error de haber congelado los fondos para un programa de detención de la epidemia del ébola en África.

Trump abrió entonces el turno de preguntas de los reporteros presentes en la sala, que dieron paso a otros temas, desde sus queridos aranceles ―anunció, sin concretarlos, gravámenes del 25% para la UE y un aplazamiento de otro mes para Canadá y México― a la gestión del Pentágono o el “visado dorado” para extranjeros con 5 millones de dólares en la cuenta, entre muchos otros asuntos. La primera pregunta fue si los miembros del Gabinete estaban molestos con el poder creciente de Musk. “¿Hay alguien descontento con Elon?”, preguntó Trump. “Si es así, lo echaremos”. Los presentes respondieron con una risa nerviosa que culminó en un tímido aplauso. “El presidente Trump ha formado el mejor gabinete de la historia”, intervino entonces Musk.

Los medios estadounidenses han informado estos días sobre el enfado de algunos secretarios al encontrarse el fin de semana pasado con la sorpresa de que Musk había mandado a sus trabajadores federales un correo electrónico en el que les preguntaban por el modo en el que habían empleado el tiempo la semana anterior. Musk contó que había preguntado al presidente si estaba de acuerdo y Trump le dijo que aprobaba su envío. El mensaje no pretendía ser tanto, afirmó el magnate, “un examen del desempeño”, “sino una toma de pulso [a los empleados federales]”. “Queríamos saber si existen, si siguen vivos, y si son capaces de escribir un correo electrónico”, agregó.

Líderes de los Departamentos de Defensa, Estado, Energía, Salud y Seguridad Nacional, todos ellos, a diferencia de Musk, confirmados por el Senado, contradijeron públicamente al jefe del DOGE al pedir a sus trabajadores que no contestaran al polémico correo. No responder a esa petición, les había amenazado el magnate sudafricano, podría ser un motivo de despido. En la reunión del Gabinete, el presidente se refirió a los que no habían contestado, en algunos casos, siguiendo órdenes de sus superiores, y dijo que estaban “en la cuerda floja”. “Algunos puede que se hayan mudado, que hayan cambiado de trabajo, o que estén muertos”, añadió, insistiendo en la sospecha, de la que no constan pruebas, de que el descontrol en la Administración llega a los extremos de contar con empleados fallecidos que siguen cobrando.

Para cortar de raíz la escenificación de posibles conflictos entre los suyos, Trump había escrito a primera hora de este miércoles en sus redes sociales (y con su habitual recurso a las mayúsculas) que “TODOS LOS MIEMBROS DEL GABINETE ESTÁN EXTREMADAMENTE FELICES CON ELON”. “¡Los medios lo verán en la reunión del gabinete esta mañana!”, añadían los mensajes.

Reuniones poco frecuentes

La principal crítica de sus detractores a Musk es que nadie votó por él para que tuviera un papel tan destacado en el Gobierno, aunque Trump dejó claro durante la campaña —una campaña de la que el magnate fue el mayor donante con más de 250 millones de dólares (casi 240 millones de euros)― que contaría con el empresario. También, que no ha pasado por el escrutinio del Senado, que podría haber investigado los aparentes conflictos de interés de alguien encargado de adelgazar una Administración con la que sus empresas privadas hacen suculentos negocios.

Vista general de la sala en la que se reunió este miércoles con su primer Gabinete.
Vista general de la sala en la que se reunió este miércoles con su primer Gabinete. Brian Snyder (REUTERS)

Las reuniones de Gobierno, al estilo del Consejo de Ministros español, son poco frecuentes en Estados Unidos. Más infrecuente aún es que cuenten con un invitado que no forme parte de él. Trump y su jefa de Gabinete, Susie Wiles, despachan directamente con los secretarios de los diferentes departamentos y el órgano colegiado no tiene competencias específicas más allá del asesoramiento del presidente. Lo componen el vicepresidente, los secretarios de departamentos ejecutivos, la jefa de gabinete y otros miembros con diferentes cargos.

Algunos de ellos, no todos, fueron invitados por Trump a hablar cuando los reporteros hacían preguntas que les atañían, como cuando el secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., prominente antivacunas, no aclaró demasiado sobre las noticias de un niño sin vacunar, muerto por la epidemia de paperas en Texas. Fue notable el papel del vicepresidente, J. D. Vance. Se sentó frente al jefe, y no habló hasta que había pasado casi una hora. Cuando lo hizo, fue por invitación del presidente, y empleó su turno de palabra para atacar a los medios y defender a Trump. El tema era el proceso de paz en Ucrania. “Cada vez que el presidente se involucra en la diplomacia, ustedes [la prensa] lo acusan preventivamente de ceder ante Rusia”, protestó. “Él no ha cedido nada ante nadie. Está haciendo el trabajo de un diplomático, porque es, por supuesto, el diplomático en jefe es el presidente de Estados Unidos”.

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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.
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