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Trump nombra jefa de Gabinete a Susie Wiles, arquitecta de su campaña y primera mujer en ocupar el cargo

Mientras se animan las quinielas con posibles nombres, el presidente electo elige como primer fichaje a una fiel estratega, que ostentará uno de los puestos de mayor rango en la Administración estadounidense

Susie Wiles
Susie Wiles, el lunes pasado en un mitin de Trump en Pittsburgh (Pensilvania).Brian Snyder (REUTERS)
Iker Seisdedos

La segunda Casa Blanca de Donald Trump empieza a tomar forma. El presidente electo de Estados Unidos hizo público este jueves su primer fichaje: Susie Wiles, de 67 años, una figura esencial de la campaña con la que el candidato republicano ha logrado la reelección. Será su jefa de Gabinete, uno de los puestos de mayor rango ―y más delicados― en la Administración estadounidense. Es la primera mujer en desempeñarlo.

“Me acaba de ayudar a lograr una de las mayores victorias políticas en nuestra historia y fue parte integral de mis exitosas campañas de 2016 y 2020... Susie es fuerte, inteligente, innovadora y es universalmente admirada y respetada”, se puede leer en el comunicado con el que Trump anunció el fichaje. “Seguirá trabajando incansablemente para devolver su grandeza a Estados Unidos [en alusión a Make America Great Again]. Es un honor bien merecido tener a Susie como la primera mujer jefa de Gabinete en la historia de Estados Unidos. No tengo ninguna duda de que hará que nuestro país se sienta orgulloso”.

La apuesta por Wiles se veía venir. Cuando el candidato republicano salió en la madrugada del miércoles a celebrar su triunfo ante miles de simpatizantes, congregados en un centro de convenciones de Palm Beach (Florida), se acordó especialmente de Wiles y de Chris LaCivita, codirector de la campaña. Trump vaticinó que ella, que tiene una carrera de cuatro décadas a su espalda, no querría hablar al micrófono, y acertó, dando por buena la fama de la estratega como una mujer reservada, feliz de permanecer en la sombra, mientras otros se llevan la atención de los focos.

Y eso que jugaba en casa: Wiles es una veterana de la política de Florida, y dirigió la victoriosa campaña de Trump en el Estado en 2016. También ayudó a pilotar el viaje que llevó a Ron DeSantis a ser gobernador del Estado en 2018, antes de que ambos se pelearan, y ella hiciera (con éxito) todo lo posible por torpedear la carrera de DeSantis, tan prometedora por un momento, hacia la Casa Blanca. Wiles trabajó de nuevo en la campaña de Trump de 2020 en Florida.

La noticia de su nombramiento saltó el jueves a última hora de la tarde, y es, de momento, el único nombre seguro de la nueva Casa Blanca de Trump mientras siguieron arreciando las quinielas en Washington. El diario económico Financial Times habló el viernes de las conversaciones del presidente electo con Robert Lighthizer, “halcón de los aranceles”, para que repita en el puesto que ya tuvo la primera vez: representante en el exterior del comercio estadounidense. El periódico británico también abrió la puerta al nombramiento del gobernador de Dakota del Norte, Don Burgum, como “zar de la energía” de la Administración de Trump.

Otros nombres (con sus respectivos puestos) que suenan son: Marco Rubio (secretario de Estado; sería el primer latino en llegar tan alto), el multimillonario John Paulson (secretario del Tesoro), los antiguos colaboradores Tom Homan o Chad Wolf (secretario de Seguridad Nacional, el que gestiona la frontera), y Mike Pompeo o Mike Waltz (jefe del Pentágono). Waltz es un veterano del ejército y representante por Florida que confirmó una ley que proponía bombardeos selectivos en México para acabar con el narco.

“Una operadora astuta”

Un extenso perfil publicado hace unos meses de la web Politico describe a Wiles como “una operadora astuta, una gerente capaz, una detectora y cultivadora de talentos emergentes, una fomentadora y guardiana de relaciones con los periodistas y una hábil y sutil creadora de historias, que ayudan a enmarcar las corrientes políticas que pueden determinar la diferencia entre una victoria y una derrota”.

Pese a esa batería de talentos, Wiles, hija del fallecido locutor de la NFL Pat Summerall, lleva décadas sin trabajar en Washington, ciudad en la que pasará a ser desde el próximo enero una de las figuras con más poder. Como jefa de Gabinete, puesto que cabe equiparar al de un primer ministro en la sombra en una democracia presidencial europea, será la encargada no solo de ordenar la vida de la Casa Blanca y de coordinar a los diferentes secretarios (ministros), sino también de relacionarse con el Senado y la Cámara de Representantes.

Como escribe Chris Whipple en Gatekeepers (guardianes), libro que repasa la historia de quienes desempeñaron ese puesto en las sucesivas administraciones, la misión de esa figura es “traducir la agenda del presidente a la realidad”. “Cuando el Gobierno funciona, es porque el jefe [de Gabinete] entiende el tejido del poder, y sabe enhebrar el hilo entre la política y las políticas (...) Por el contrario, cuando el Gobierno fracasa, a menudo se debe a sus deficiencias”, argumenta Whipple.

Como condición para aceptar el encargo, Wiles ha negociado, según los medios estadounidenses, que tendrá decisión sobre quién puede acercarse a Trump, papel que ya desempeñó durante la campaña, un tiempo en el que mantuvo a raya a histriónicos aliados que, como la activista de ultraderecha Laura Loomer, pudieran afectar a la imagen del candidato entre los moderados. Antes de lograr las llaves de la Casa Blanca por primera vez, Trump prometió que contrataría “solo a la mejor gente”. Después de dejarla atrás, se ha quejado a menudo de cuánto se equivocó con algunos de los fichajes.

Si los primeros cuatro años de Trump en el Despacho Oval sirven de guía para lo que va a venir, Wiles acaba de aceptar un trabajo poco estable. Durante ese convulso tiempo, el presidente tuvo cuatro jefes de Gabinete: el expresidente del Comité Nacional Republicano, Reince Priebus; el general John Kelly; y los exrepresentantes de Carolina del Sur y de Carolina del Norte, Mick Mulvaney y Mark Meadows.

Priebus duró seis meses, antes de que Trump lo despidiera a través de Twitter ―y con él, al único vestigio del viejo Partido Republicano en su entorno― para nombrar a Kelly, implacable exmarine que aguantó año y medio. En una entrevista concedida a The New York Times, este dijo de su antiguo jefe que “sin duda entra en la definición general de fascista”. En cuanto a Mulvaney, ejerció solo como interino. Fue reemplazado en marzo de 2020 por Meadows, quien fue tan fiel a Trump que acabó encausado por un tribunal federal, junto a otros 18 acusados, por crear una asociación de tipo mafioso para cometer fraude electoral en Georgia en las elecciones de aquel año.

En el currículo washingtoniano de Wiles figuran su paso por el Departamento de Trabajo y la Casa Blanca de Ronald Reagan (1981-1989) y el tiempo en el que trabajó a las órdenes del difunto congresista Jack Kemp, representante republicano por el Estado de Nueva York. Ahora le toca una tarea a priori mucho más complicada: demostrar que es capaz de lidiar con la impredecible personalidad de Trump y de capear los impulsos del nuevo presidente de Estados Unidos.

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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.
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