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El retrato robot del Gobierno de Trump: hombre blanco, joven, ultrarrico y de Florida

El gabinete del nuevo presidente, uno de los menos diversos de las últimas décadas, tiene la mayor concentración de milmillonarios que se recuerda

Iker Seisdedos
Sciammarella

La formación de Gobierno del nuevo presidente de Estados Unidos sirve, cada cuatro años, para que este devuelva favores, premie lealtades y fije nuevas prioridades como, por ejemplo, el incentivo de las criptomonedas. También para que el nuevo inquilino de la Casa Blanca mande un mensaje con el espejo que coloca frente a la sociedad a la que se dispone a gobernar. En el caso de Donald Trump, que mañana lunes jurará el cargo y en los últimos dos meses ha anunciado un centenar de fichajes, ese espejo devuelve la imagen de una Administración cuyo retrato robot podría dibujarse como el de un hombre blanco, ultrarrico, más joven que sus predecesores, con un rostro familiar para los televidentes de la cadena Fox News y, a poder ser, de Florida.

En un grupo tan amplio de colaboradores hay, por lo demás, (casi) de todo, aunque si algo los une es su probada lealtad al jefe en los cuatro años que ha durado su travesía en el desierto tras la derrota en las urnas de 2020, mientras urdía su revancha. Esta vez, todos ellos son su gente, y eso es mucho más de lo que podía decirse de aquellos a los que nombró tras ganar en 2016. Fue una victoria tan inesperada y era tan poca su experiencia política que tuvo que rodearse apresuradamente de un equipo de colaboradores a los que en muchos casos apenas conocía. A varios de ellos los despidió a los pocos meses.

Ocho años después, eso también ha cambiado: unos 25 de los fichajes del Trump 2.0 trabajaron en su primera Administración. Es el caso de los dos principales arquitectos de su política migratoria: Tom Homan, el “zar de la frontera”, y Stephen Miller, un joven Rasputín que aconsejó al candidato, con éxito, endurecer su discurso xenófobo durante la campaña. También repiten Linda McMahon (secretaria de Educación), empresaria de lucha libre profesional a la que Trump conoce de sus coqueteos con ese espectáculo entre violento y circense, o Peter Navarro, que será consejero de Comercio tras pasar cuatro meses en la cárcel por un delito de desacato al Congreso por negarse a declarar ante la comisión bipartidista que investigaba el asalto al Capitolio.

Además de la fidelidad, estos son otros de los rasgos que definen a quienes tendrán acceso al Despacho Oval de Trump a partir del lunes:

Diversidad, ¿qué diversidad?

Trump ha hecho historia al nombrar por primera vez a una mujer, Susie Wiles, como jefa de Gabinete, tal vez el puesto de mayor poder de la Casa Blanca, y a un latino, Marco Rubio, como secretario de Estado. Por lo demás, este Gobierno no se caracterizará por su diversidad. De 98 fichajes, solo 16 son de mujeres. Entre los nombramientos con nivel de gabinete (16 puestos con un poder similar al de un ministro europeo, contando con el vicepresidente), la proporción es más alta: cinco mujeres (incluyendo a Pam Bondi, fiscal general) frente a 11 hombres.

En ese selecto grupo, los blancos son aplastante mayoría, salvo por Rubio, por la secretaria de Trabajo, la hispana Lori Chavez-DeRemer, y por Scott Turner, uno de los dos afroamericanos escogidos por Trump (el otro, también exestrella de fútbol americano, es Herschell Walker, y ejercerá de, ejem, embajador en Bahamas). En la nómina amplia hay una quincena de personas que no son blancas; entre ellas, la samoana Tulsi Gabbard (directora de Inteligencia Nacional), y una notable representación de nuevos altos cargos provenientes de la inmigración india, con el ultratrumpista Kash Patel (director del FBI) y el milmillonario Vivek Ramaswamy, que liderará junto a Elon Musk el recién creado Departamento de Eficacia Gubernamental, a la cabeza.

Ninguno de esos porcentajes pueden sorprender. La primera Administración de Trump ya fue predominantemente masculina y blanca. Y esta vez construyó una campaña de tintes misóginos y xenófobos con la promesa de acabar con las políticas de Diversidad, Igualdad e Inclusión que han regido la vida estadounidense durante las últimas décadas. Esas políticas son el demonio en el universo de Trump, que acusó a su rival, Kamala Harris, de haber medrado gracias a ellas. Para Musk, el más influyente de sus nuevos colaboradores, están en el origen de los peores males; esta semana hasta las culpó de la devastación de los incendios de Los Ángeles.

El nuevo Gobierno sucede además al más diverso de la historia, formado por Joe Biden al calor de las protestas antirracistas que siguieron al asesinato de George Floyd y bajo la influencia del movimiento Me Too. Cuatro años después, Trump ha ganado las elecciones con el apoyo de los hombres jóvenes que se sienten amenazados por el feminismo, y aquellas súbitas tomas de conciencia parecen cosa del pasado. El presidente electo, hallado responsable por un jurado de abusar sexualmente y difamar a la periodista E. Jean Carroll, persiste además en su apoyo al presentador de Fox News Pete Hegseth como secretario de Defensa, pese a que ha sido acusado de violación y de crear un ambiente de trabajo hostil para las mujeres.

Marco Rubio
Marco Rubio, el pasado día 15 en Washington. GRAEME SLOAN (EFE)

El Gobierno de los ultrarricos

Biden empleó esta semana su último turno de palabra como presidente para alertar de “la peligrosa concentración de poder en manos de muy pocas personas ultrarricas”. Lo hizo en su discurso de despedida, y se refería a la extraordinaria presencia de grandes fortunas en la Administración de su sucesor, multimillonario él mismo. Trump ya se rodeó de ricos en su primera vuelta, pero esta vez ha pulverizado todas las marcas.

Lo habría hecho solo con uno de sus colaboradores, Musk, dueño de la mayor fortuna del mundo, cifrada este sábado en casi 434.000 millones de dólares, saca una enorme ventaja al resto de sus compañeros de la Casa Blanca en la parte alta de la rueda de la fortuna. Puede discutirse dónde se sitúa la frontera que separa a los ricos de los ultrarricos, pero no que una docena de los nombramientos de Trump, de Ramaswamy a los secretarios del Tesoro (Scott Bessent) y Comercio (Howard Luttnick), pertenecen a la segunda categoría. Con cierta lógica, ocho de sus fichajes fueron además grandes donantes de la campaña presidencial. Y ahí, de nuevo, Musk destaca sobre el resto, con una aportación récord de más de 260 millones de dólares.

La cantera de Florida... y de Fox News

Ron DeSantis, el político que durante un breve momento de 2022 pareció capaz de pasar la página de Trump para el Partido Republicano, lanzó su fallida campaña presidencial con la publicación de unas memorias políticas que pretendían servirle de carta de presentación al resto del país y un eslogan: Make America Florida. Su candidatura quedó en nada, pero la idea de llevar los ideales conservadores de Florida a EE UU sirve también para definir otra de las claves en los nombramientos del hombre que arrasó con él en las primarias.

Tras su derrota en 2020, Trump se retiró a su refugio de Mar-a-Lago, en Palm Beach, una adinerada ciudad de Florida que se ha convertido desde su victoria electoral en el epicentro de su transición presidencial y en el lugar al que conducen todos los caminos MAGA (siglas de su lema: Make America Great Again), así como en el destino de un puñado de grandes empresarios tecnológicos, como Jeff Bezos, de Amazon, o Mark Zuckerberg, de Meta, más o menos enemigos en el pasado, que han ido a besar el anillo del presidente electo. Musk prácticamente se ha mudado a la mansión-club de golf del nuevo presidente, y al menos una docena de sus fichajes han participado o sido anfitriones, según The New York Times, de eventos en Mar-a-Lago.

La cantera de Florida le ha servido para cubrir una decena de puestos diplomáticos, desde el embajador en España, Benjamín León Jr., al de Panamá, Kevin Marino Cabrera, ambos de Miami. Entre los nombramientos de mayor relieve con raíces en Florida destacan Wiles, veterana conocida de la política estatal (decisiva en la caída de DeSantis); Rubio (hijo de inmigrantes cubanos); el consejero de Seguridad Nacional, Mike Waltz; o Bondi, que fue la segunda opción para fiscal general tras el final del congresista Matt Gaetz, que renunció acosado por el escándalo de una presunta relación con una menor.

Pam Bondi, el pasado día 15 en el Capitolio.
Pam Bondi, el pasado día 15 en el Capitolio.Elizabeth Frantz (REUTERS)

Waltz cumple además el requisito de su vinculación con Fox News, cadena de noticias conservadora en la que aparecía regularmente como analista de política internacional. No es el único: entre los fichajes de Trump hay una docena de personas próximas al canal, algunos, tanto como Hegseth, presentador de la edición de fin de semana del programa Fox & Friends y empleado de la compañía desde 2014.

El presidente más viejo y el gabinete más joven

Cuando mañana asuma el cargo, Donald Trump (78 años y 7 meses) superará a Joe Biden como el presidente más viejo de la historia en el momento de acceder al puesto. Eso sí, tendrá el gabinete más joven en décadas. Si se toma el promedio de edad (54,1 años) de los seis cargos más importantes —vicepresidente, jefa de gabinete, fiscal general y secretarios de Estado, Tesoro y Defensa— se trataría (siempre que el Senado apruebe esos fichajes) del más bajo desde la formación del Gobierno de George H. W. Bush en 1989.

Pete Hegseth, el pasado martes en Washington.
Pete Hegseth, el pasado martes en Washington.SHAWN THEW (EFE)

Uno nunca sabe con Trump, pero los medios estadounidenses lo achacan a un afán por asegurar el futuro del movimiento MAGA y por llevarle la contraria al hecho de que la ley le impide volver a ser presidente. De ahí su decisión de nombrar a J. D. Vance, de 40 años, como vicepresidente. Es el tercero más joven de la historia, y, aunque es muy pronto, también el candidato republicano oficioso a la Casa Blanca en 2028.

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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.
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