Marco Rubio asegura que el alto el fuego en Gaza abre “grandes oportunidades”
El candidato de Trump a secretario de Estado asegura en el Senado que su política exterior antepondrá los intereses de Washington a cualquier otro factor
El candidato de Donald Trump a secretario de Estado, el senador Marco Rubio, considera que el acuerdo de alto el fuego en Gaza y otros acontecimientos recientes en Oriente Próximo abren “la puerta a extraordinarias oportunidades históricas”. Pero para aprovecharlas será imprescindible saber quién estará al cargo del Gobierno en la Franja, según ha asegurado este miércoles en su audiencia de confirmación ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos.
“La clave no es la simple gobernanza, sino quién te gobierne. No se puede entregar esa autoridad a gente que busque [la] destrucción [de Israel]. Es un asunto muy complejo”, ha considerado. “No se puede coexistir con elementos armados en la frontera que quieren tu destrucción. No lo toleraríamos los israelíes ni nosotros”, ha apuntado. Pero el alto el fuego es un paso importante que se suma a la caída de Bachar el Asad en Siria, el acuerdo de tregua en Líbano y el posible debilitamiento militar de Irán para allanar un camino que permita la seguridad de Israel, evitar que Hamás pueda repetir acciones como el ataque del 7 de octubre, que desató la guerra en Gaza y, en el futuro, lograr pasos como la normalización de relaciones entre Israel y Arabia Saudí. “Si se gestiona de modo apropiado, hay una oportunidad histórica que cambiaría la dinámica de lo que puede ser posible en la región”, ha opinado.
En su discurso de presentación ante los senadores que deberán confirmarle como secretario de Estado, Rubio ha prometido desarrollar una política exterior que priorice siempre los intereses de Estados Unidos. Y ha descrito un mundo en el que los socios europeos de la OTAN deben contribuir más a su propia defensa y la de la Alianza; en el que Ucrania y Rusia tendrán que negociar un acuerdo de paz en el que ambos deberán hacer concesiones, y en el que el Partido Comunista de China ―la gran némesis de Rubio en su etapa como senador― es “el adversario más potente y peligroso al que este país se ha enfrentado jamás”.
El que previsiblemente será el primer secretario de Estado de origen hispano ―es hijo de inmigrantes cubano, y habla español con fluidez― ha lanzado una encendida defensa de la visión del presidente electo, Donald Trump, cinco días antes de que su Administración tome el relevo y mientras el mundo contiene el aliento sobre el acuerdo de alto el fuego en Gaza.
“El orden global de la posguerra no solo ha quedado obsoleto, se ha convertido en un arma en nuestra contra”, ha declarado Rubio. “Las instrucciones que [Trump] ha dado son claras”, ha indicado en su discurso de presentación. “Cada dólar que gastemos, cada programa que paguemos y cada política que adoptemos debe responder a tres cuestiones muy simples: ¿Hace más seguro a Estados Unidos? ¿Lo hace más fuerte? ¿Lo hace más próspero?”. Y ha insistido: “Anteponer nuestros intereses a cualquier otra prioridad no es aislacionismo”. “¿De qué les vale a nuestros aliados unos Estados Unidos que no sean fuertes?”
A lo largo de más de tres horas de audiencia, y a preguntas de los senadores, Rubio ha repasado los principales puntos calientes globales y sus recetas para solucionarlos. Ha lanzado un mensaje de tranquilidad sobre la permanencia de EE UU en la OTAN —”el presidente [Trump] ya ha nombrado un embajador ante la Alianza”—, pero ha insistido en que los socios europeos, “ricas economías avanzadas”, deben aumentar su contribución a la organización y a su defensa: “es importante tener alianzas, pero tienen que ser con socios fuertes y capaces, no con esos que ven a Estados Unidos y la OTAN como una excusa para gastar menos en defensa y más en sus necesidades internas. Nosotros también tenemos necesidades internas”.
Acerca de Ucrania, ha asegurado que “la guerra debe acabar”. Pero ha advertido que tanto Kiev como Moscú deberán hacer concesiones, al igual que Estados Unidos. Ni Rusia puede aspirar a conquistar toda Ucrania, ni las fuerzas ucranias, desangradas, pueden de manera realista empujar a las tropas rusas de regreso a su lado de la frontera. “Va a ser muy difícil. Conflictos de esta naturaleza y de tal contexto histórico requieren una enorme cantidad de diplomacia y trabajo duro, pero es algo que tiene que ocurrir”.
El candidato a secretario de Estado ha dedicado algunas de sus palabras más duras a China, el país al que ha criticado una y otra vez durante su etapa en el Senado y que le mantiene sancionado desde 2020. El Partido Comunista, que encabeza el presidente Xi Jinping, representa una amenaza peor de lo que fue la Unión Soviética en la Guerra Fría, en su opinión. El gigante asiático es “un adversario tecnológico, un competidor industrial, económico, geopolítico, científico”, que representa “un desafío extraordinario” que cree “que definirá el siglo XXI”. También ha expresado su apoyo a Taiwán, la isla de régimen democrático que Pekín considera parte de su territorio y que aspira a unificar incluso por la fuerza. “Lo que queremos es hacer que el coste de una invasión sea mucho mayor que los beneficios. Disuasión, en suma”, ha apuntado.
Rubio ha expresado también su opinión de que los cárteles del narcotráfico en México son “organizaciones terroristas”, porque “aterrorizan a Estados Unidos con una migración masiva y un flujo de drogas”. Preguntado sobre el uso de la fuerza militar estadounidense contra ellos, como ha apuntado Trump en alguna ocasión, destacó que es “una opción que el presidente tiene a su disposición”. Pero ha insistido en que él personalmente prefiere resolver el problema “cooperativamente” con el país vecino porque es una lacra que también “amenaza al proceso político mexicano”.
A diferencia de otros candidatos más polémicos a distintos puestos en la Administración, no se espera que Rubio tenga problemas para recibir el visto bueno de sus hasta ahora colegas para encabezar la diplomacia estadounidense. El senador por Florida, elegido por primera vez en 2010, fue en la legislatura anterior vicepresidente de la comisión de Exteriores y ha formado parte de la comisión de Inteligencia. Cuenta con un largo historial en el campo de las relaciones internacionales y tiene buenas relaciones en su partido y con la oposición demócrata.
Una de las incógnitas en torno a su puesto es la relación con el presidente electo y hasta qué punto podrá disfrutar de verdadero poder en el Departamento de Estado.
Los lazos entre ambos no fueron cordiales en el primer mandato de Trump, quien miró con desconfianza a uno de sus rivales más acérrimos en las primarias de 2016 y llegó a apodarle “Pequeño Marco”. El senador es de instintos intervencionistas frente al aislacionismo del líder republicano, y al comienzo de la guerra en Ucrania fue uno de los defensores más fervorosos de la ayuda a Kiev. Pero a medida que avanzó la campaña para los comicios de 2024 fue variando su postura: en abril pasado fue uno de los 15 senadores republicanos que votaron en contra de la partida extraordinaria de asistencia militar. Para entonces su nombre ya sonaba como posible número dos de Trump en la papeleta, un puesto que acabó en manos de J.D. Vance.
El presidente electo ha ido nombrando durante la transición una serie de amigos y asesores como enviados a los puntos calientes del globo que bien podrían limitar la capacidad de decisión de Rubio. Entre esos representantes personales se encuentran Steve Winkoff, para la zona de Oriente Próximo, o Mauricio Claver-Carone, también de origen cubano como Rubio y que se ocupará de América Latina. Además, Trump mantiene a su lado al magnate tecnológico Elon Musk, que opina sobre cómo cree que debe funcionar el mundo y a través de su red social X ha tratado de interferir en la política interna del Reino Unido y Alemania.
El mismo Trump también tiene sus propias ideas sobre los objetivos de su política exterior. Desde su victoria en las elecciones de noviembre ha repetido una y otra vez su interés en comprar la isla de Groenlandia a Dinamarca y en recuperar el canal de Panamá, incluso mediante presiones militares y económicas, por razones de seguridad nacional. También ha sugerido que Canadá debería convertirse en un Estado de Estados Unidos y ha amenazado con subidas de aranceles a México si no toma medidas contra la inmigración irregular y el tráfico de fentanilo.
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