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El jurista Moreno Ocampo: “Israel maneja a EE UU. Su impotencia sobre Gaza es absoluta”

El primer fiscal del Tribunal Penal Internacional es partidario de un acuerdo con Putin para acabar con la guerra en Ucrania: “Dentro de un año será peor”

Luis Moreno Ocampo
Luis Moreno Ocampo, primer fiscal del Tribunal Penal Internacional, en la Gran Vía de Madrid el 21 de octubre.Samuel Sánchez
Natalia Junquera

El fundador del Tribunal Penal Internacional (TPI), el argentino Luis Moreno Ocampo (72 años), fiscal también adjunto en el primer proceso (1985) contra la dictadura argentina (1976-1983), publica Guerra o Justicia (Espasa), un libro donde analiza los actuales conflictos comparándolos con otros del pasado. La historia, dice en una entrevista en Madrid, se repite, y la diplomacia tropieza a menudo en la misma piedra, pero es optimista. El escenario es “tan crítico” que puede convertirse en una “oportunidad para el cambio”, para virar del actual modelo de guerra, al de la justicia.

Pregunta. Para definir cómo se integra el Tribunal Penal Internacional en el escenario diplomático habla de “una piedra en un zapato”, es decir, algo que no impide seguir caminando. Tanto el presidente de Rusia, Vladímir Putin, como el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, tienen órdenes de detención. ¿Qué tiene que ocurrir para no sea tan solo una molestia y la justicia funcione como método de disuasión?

Respuesta. El Tribunal Penal Internacional es disuasorio. Putin enfureció tras la orden de detención porque sabe que no puede viajar a determinados sitios, pero hace falta apoyo político. El senador de Estados Unidos Lindsey Graham apoya la investigación contra Putin como criminal de guerra, pero se opone en el caso de Netanyahu porque los políticos piensan en términos de amigos y enemigos y los fiscales, en términos de crimen o no crimen. Son dos lógicas distintas: la guerra o la justicia.

P. El pasado mayo, el presidente estadounidense, Joe Biden, aseguró que había advertido a Netanyahu para que no cometiera el mismo error que su país en Afganistán, cuando respondieron con una guerra a los atentados del 11-S, pero usted explica que EE UU sigue apoyando esa estrategia bélica contra el terrorismo por encima de la justicia y el derecho internacional. ¿Es posible volver a antes de 2001, cuando el terrorismo era un asunto para policías, jueces y fiscales?

R. Biden entiende que la estrategia de Afganistán fue equivocada, pero no presenta una alternativa. Sus generales están básicamente de acuerdo con lo que hace Israel. A veces piden que las bombas sean más chicas, pero no cuestionan la estrategia. Bush instauró el modelo de guerra contra el terror y Obama, que lo criticó y ganó el Nobel de la paz, lo consolidó. A EE UU le gusta la guerra, sobre todo cuando ellos ponen las armas y otros las vidas. EEUU utiliza la guerra para manejar conflictos, subsidia con billones de dólares su producción de armas y no se aflige por las muertes de ucranianos o civiles en Gaza. Hay que ayudar a EEUU a cambiar, pero Europa, cuya debilidad me asombra, cayó en la trampa en Ucrania y apoya el modelo de guerra. Hay que buscar acuerdos, sabiendo que no van a ser perfectos.

P. ¿Cuál sería una paz justa en Ucrania? ¿Qué imagina en ese acuerdo?

R. Obama negoció con [el dictador sudanés] Al Bashir ignorando un genocidio. Europa no quiere pactar con Putin, pero pacta con el hombre que está masacrando a los armenios. Se debe negociar con Putin, y China puede jugar un papel importante en esa negociación. El mayor problema es la ocupación del territorio de Ucrania, hay que asegurarse de que no pueda seguir adelante. Lo que no tiene sentido es que Finlandia se vaya a gastar su presupuesto educativo en armas o que haya partidos verdes apoyando la guerra. Hay que negociar un concepto de seguridad nuevo que incluya que nadie puede invadir otro país.

P. ¿Qué garantizaría, si Putin obtiene parte del territorio en ese acuerdo, que mañana no quiera más?

R. Ucrania depende de la ayuda extranjera y debe cerrar un acuerdo porque dentro de un año será peor. La idea de ganar a Rusia con una guerra es absurda, aunque Rusia también se ha desgastado y por eso mismo sabe que si no ha podido tomar Ucrania no puede extenderse más. Me asombra que los europeos no lo vean más claro.

P. Cuenta que una embajadora estadounidense fue a verle a La Haya para pedirle que cerrara un examen solicitado por la Autoridad Nacional Palestina. Afirma que EE UU invoca las leyes internacionales, pero evita aplicarlas. Tiene una ley que incluso faculta al presidente a rescatar a personal entregado al Tribunal Penal Internacional, lo que constituye una amenaza velada de invasión de La Haya.

R. Estados Unidos es un obstáculo porque comparte los principios, pero no su aplicación. Los reclama en Ucrania, pero no los aplica en Gaza. Israel maneja a EE UU, que ha demostrado su impotencia absoluta en este caso, en lugar de permitir que el Tribunal Penal Internacional ayude a poner límites. Netanyahu y Putin hacen cosas parecidas y lo que hace falta es que comunidades no estadounidenses ayuden a los estadounidenses a pensar distinto. Porque el presidente de EE UU influye en la política mucho más que el presidente de tu propio país.

P. Mantiene el contacto con amigos palestinos e israelíes. ¿Le dicen ahora cosas distintas que hace un año?

R. Cada uno protege a su grupo. Tengo amigos israelíes que se manifestaban contra Netanyahu y que desde los atentados del 7 de octubre lo apoyan totalmente. Y amigos palestinos que se quejan de que diga que Hamás cometió un genocidio.

P. En 1982, Israel invadió Líbano para expulsar de allí a la Organización para la Liberación de Palestina. Murieron más de 17.000 personas. Israel logró su objetivo, pero recuerda que, como consecuencia de esa intervención se desarrolló un grupo terrorista aún más poderoso, Hezbolá, apoyado por Irán. Dice en el libro: “Me impresiona la incapacidad de aprender del pasado”. ¿Es solo falta de aprendizaje o hay demasiados incentivos para seguir equivocándose? La guerra aumentó la popularidad de Bush, de Putin, de Netanyahu…

R. La guerra favorece el terrorismo. En Gaza no acabará con él, lo multiplicará. El problema es muy serio y para resolverlo no solo tienen que intervenir políticos, sino los expertos. Lo que ocurre es que muchos de ellos están proponiendo guerra. En EE UU faltan profesores independientes que propongan la cooperación. Pasé seis años en Harvard tratando de abrir un debate con los otros profesores y fracasé porque es una universidad estadounidense que cree que lo importante son los intereses de EE UU.

P. Afirma que Hamás sabía que Israel iba a reaccionar como reaccionó y que buscaba exactamente eso, para deslegitimarles. En esa espiral de violencia, cita declaraciones muy similares de terroristas de Hamás y autoridades israelíes negando la distinción entre civiles y objetivos.

R. Porque, con argumentos más o menos sutiles, tanto Hamás como Israel ven al pueblo como enemigo. Israel cae en la trampa del terrorismo porque sobrerreacciona con una estrategia de guerra, no de justicia y lanza una bomba sobre un campo de refugiados. Pero no es un error. Es una decisión política: eliminar a los palestinos. Y Biden no ha logrado pararlo ni un milímetro.

P. ¿Por qué Donald Trump es el candidato favorito de Netanyahu?

R. Trump y [Elon] Musk son empresarios, hacen transacciones, negocios, no política. El lobby judío en EE UU es muy poderoso y Trump lo usa para acusar a Biden de no apoyar a Israel. No sé qué va a hacer Trump, pero su diferencia con los demócratas en este caso, está más dentro que fuera de EE UU.

P. Dice: “Como el caso de Sadam Husein puso de manifiesto, durante las guerras no se cuestiona a los aliados y en el siglo XXI esos aliados pueden ser individuos como Elon Musk”. ¿Qué interesa a Trump de Musk y viceversa? ¿Las redes sociales son armas de comunicación masiva?

R. Musk tiene contratos millonarios con defensa. Es parte de la estrategia de defensa de EE UU y también de la estrategia de comunicación, porque se compró Twitter, ahora llamado X, y usa la plataforma para Trump. En abril de 2024, EE UU sacó una ley sobre seguridad que incluía armas para Ucrania, Israel, Taiwán y la propiedad de TikTok. Las redes sociales manejan los algoritmos, es decir, lo que ves ,y ahí no existe el contexto. La idea de que los extremistas manejen la discusión es ridícula. Hay que mejorar la comunicación entre grupos opuestos.

P. Recuerda que Tinder, al ver que el hecho de que las mujeres rechazaran el 98% de las propuestas desmoralizaba a los usuarios masculinos, inventó un algoritmo que filtraba las respuestas negativas y plantea desarrollar una aplicación por la paz siguiendo ese modelo. ¿No es eso la diplomacia: tratar de conjugar intereses sin herir sensibilidades?

R. Sí, pero el problema es que el modelo lo aplican Estados independientes, actores nacionales. El modelo del Tribunal Penal Internacional moviliza al Estado de otra forma. Silicon Valley está invirtiendo en guerra, no en paz. Estados Unidos podía haber liderado esa cooperación. Europa puede ayudar. Que las compañías de software trabajen también para eso, para crear un tinder de la paz.

P. Pese al sombrío panorama internacional, plantea que hay una oportunidad de acelerar el cambio y enfocarse en la justicia. Lo compara con la abolición de la esclavitud en Inglaterra, cuando los británicos dueños de esclavos que se habían opuesto a la medida se transformaron en inesperados promotores del cambio para evitar que sus competidores franceses pudieran usar esclavos en sus plantaciones de algodón y consiguieran mejores precios. ¿Pueden Putin, Netanyahu, Hamás… ser parte del proceso de cambio como los esclavistas británicos?

R. La gente dice que es imposible, pero después de 50 años, España terminó con ETA; el mundo abolió la esclavitud; el colonialismo era la historia de la humanidad y también terminó. Los cambios son posibles. El problema es que los líderes del mundo occidental no están poniendo los ideales. Y claro que hay incentivos económicos, como ha demostrado la dependencia energética, pero estamos invirtiendo mucho más en guerra que en paz. La ultima gran inversión en la paz fue el Tribunal Penal Internacional.

P. La guerra en Gaza ha distraído las fuerzas, el apoyo y la atención. ¿Cree que eso irá a más?

R. Cada conflicto oculta al anterior. Siria ocultó Darfur. Ucrania ocultó Siria. Ahora el conflicto en Líbano oculta Gaza. Y si se va a la guerra con Irán, ocultará a todos los demás. El foco siempre es limitado. En Armenia y en Venezuela no hay grupos terroristas, pero la represión en ambos países es una lucha por la civilización.

P. La crisis en Venezuela ha generado mucha polémica en España. El PP acusó al Gobierno de participar en un golpe de Estado y a José Luis Rodríguez Zapatero de ser cómplice de Nicolás Maduro. ¿Cómo valora esa mediación del expresidente español?

R. No sé por qué se ve como un tema de derechas o izquierdas. Es un tema de derechos. Venezuela se ha convertido en un gobierno dictatorial, Maduro ha dado un golpe de Estado para quedarse en el poder. Zapatero, cualquier mediador, debe asumir que es un tiempo nuevo en el que hay un gobierno ilegítimo. Al fiscal del Tribunal Penal Internacional no le ha temblado el pulso para procesar a Putin y Netanyahu y no le va a temblar con Maduro. Pero la justicia sola no alcanza. Falta apoyo político.

P. Explica en el libro que la estrategia de combatir el terrorismo con guerra provocó el desplazamiento de millones de personas y que cuando parte de ellas llegaron a Europa fueron percibidas como una amenaza, lo que favoreció el auge de la extrema derecha y de los discursos xenófobos. La población musulmana es la principal víctima del terrorismo, pero no es percibida así. ¿A qué cree que se debe?

R. Europa tiene una especie de dependencia ideológica muy fuerte de EEUU y los líderes políticos a menudo trabajan a corto plazo, en sobrevivir sin prever las consecuencias. Esos desplazamientos masivos provocados por una estrategia errónea hicieron que Europa se volviera menos hospitalaria y que muchos dejaran de distinguir entre víctimas y victimarios, de forma que las víctimas del terrorismo islámico pasaron a ser sospechosos de ser terroristas islámicos. Un mundo que ve a amigos y enemigos es un mundo en guerra con la gente, un mundo de tribus.

P. ¿Qué escenario ve dentro de un año en Gaza, Israel y Ucrania?

R. Existe la posibilidad de que Israel bombardee Irán y que haya una escalada bélica. Azerbaiyán recibe armas de Israel y las utiliza contra Armenia. Si Israel bombardea Irán, Azerbaiyán va a invadir Armenia. Hay un efecto dominó que no percibimos porque faltan autoridades que piensen en global. Yo creo que en Ucrania debe haber un acuerdo. Necesitamos el liderazgo de países medianos y pequeños para ir caminando hacia el modelo de justicia, abandonando el de la guerra. La transformación tiene que ser caso a caso.

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Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.
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