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Hungría inquieta a la UE al extender a rusos y bielorrusos los visados de trabajo para extranjeros

Budapest asegura a los Estados miembros que da por concluida su supuesta “misión de paz” para Ucrania

Viktor Orban Hungria
El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, durante la cumbre de la Comunidad Política Europea, el pasado 18 de julio en Oxford (Reino Unido).Hollie Adams (REUTERS)
María R. Sahuquillo

Hungría ahonda sus vínculos con el Kremlin. La reciente decisión del Gobierno del nacionalpopulista Viktor Orbán de flexibilizar una de sus fórmulas de visado laboral para extenderlo a ciudadanos de Rusia y Bielorrusia, en plena guerra del Kremlin contra Ucrania, cuando se amplían las alertas por los sabotajes y la guerra híbrida de Moscú en Europa y en el momento más bajo de las relaciones entre el bloque y Vladímir Putin, inquieta a Bruselas. La Comisión Europea sondea si el esquema húngaro entra en el ámbito de aplicación de las normas del club comunitario. Budapest remarca que los procedimientos de concesión de permisos de residencia son competencia nacional y ha desestimado cualquier preocupación de la UE.

Con la flexibilización de la llamada carta nacional, una modalidad nueva y que estaba disponible solo para ciudadanos de Serbia y Ucrania, Budapest permitirá a rusos y bielorrusos trabajar en Hungría durante dos años prorrogables sin necesidad de una autorización de seguridad, llevar a sus familias al país y solicitar la la residencia permanente a los tres años.

Las autoridades húngaras han comentado que la apertura a rusos y bielorrusos –también se ha ampliado a Bosnia, Moldavia y Macedonia del Norte—permitirá a empleados de esos países trabajar, por ejemplo, en la ampliación de la planta nuclear que la compañía rusa Rosatom está preparando en el país europeo; un proyecto muy controvertido. Dentro del esquema “carta nacional”, las autoridades húngaras no han introducido cupos o un límite. Unas pocas decenas de personas de Ucrania y Serbia se han acogido a ese tipo de visado por ahora, según fuentes húngaras. El ministro de Exteriores húngaro, Peter Szijjartó, ha asegurado este miércoles que ese tipo de permiso está sujeto a controles.

El episodio calienta aún más la crisis entre Budapest y la UE por la cercanía de Orbán a Rusia, el bloqueo de fondos de ayuda militar para Ucrania y, sobre todo, por sus visitas a Putin en Moscú, al presidente chino, Xi Jinping, en Pekín, y a Donald Trump, candidato republicano a volver a la Casa Blanca y muy crítico con la ayuda a Ucrania, en Florida. Las reuniones para hablar sobre Ucrania en una supuesta “misión de paz”, que han coincidido con el inicio de la presidencia semestral húngara del Consejo de la UE, han enfurecido a las instituciones comunitarias y la mayoría de las capitales. La Unión y el Parlamento Europeo han reclamado represalias contra Budapest y ya están boicoteando las reuniones de alto nivel organizadas por la presidencia húngara del Consejo de la UE.

Tras la polémica, por la que Budapest se ha visto obligada a rendir cuentas de esas citas, Hungría ha dado por concluida esa “misión de paz”, según una nota enviada a los Estados miembros por el ministro de Asuntos Europeos húngaro, Janos Boka, según varias fuentes diplomáticas. Las capitales dudan de que sea cierto y creen que Orbán, un gran provocador, puede “reactivar” esa maniobra cuando le interese.

Grietas en la unidad de la UE

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Esa nueva apertura con los visados de Hungría a Rusia y Bielorrusia, desde donde el Kremlin lanzó parte de su invasión a Ucrania en febrero de 2022, no solo ha despertado preocupaciones de seguridad en la UE, donde el espacio Schengen permite la libre circulación sin necesidad de control de pasaporte, sino sobre todo por el hecho de que amplíe la grieta dentro del club comunitario donde se percibe a Orbán cada vez más como un submarino del Kremlin.

“Es otra señal de sintonía con Moscú de la que el Kremlin toma buena nota”, remarca una alta fuente comunitaria. Los servicios de espionaje de Rusia sufrieron un duro golpe tras la invasión a gran escala de Ucrania cuando los Estados miembros expulsaron a cientos de agentes que estaban en la UE bajo una coraza diplomática. Desde entonces, el Kremlin está reconstruyendo su red de espías y ha cambiado de tácticas. Fuentes de inteligencia europea señalan que la posibilidad de acceder con menos restricciones a territorio comunitario que presentará el nuevo visado húngaro puede aportar nuevas posibilidades, pero sobre todo da “gasolina” a Moscú para su discurso divisivo.

Los esquemas de visados de Hungría, como el de la llamada golden visa, que da acceso a un permiso de residencia a cambio de la compra de una propiedad, ya han suscitado polémica relacionada con Rusia. El hijo de Serguéi Narishkin, el jefe de una de las agencias de espionaje del Kremlin, tenía permiso de residencia en Hungría (y por tanto libertad de movimientos en la UE) a través de una golden visa.

Excepto por las sanciones a cientos de personas vinculadas al Kremlin para frenar el esfuerzo de guerra de Rusia contra Ucrania, los ciudadanos rusos con un visado para un país europeo no tienen restringida la entrada en la UE. No obstante, se ha vuelto más difícil para ellos lograr un visado por las dificultades burocráticas y también viajar hacia territorio comunitario debido a que las aerolíneas rusas tienen prohibido sobrevolar el espacio aéreo europeo y las comunitarias han dejado de volar a Rusia.

El presidente del Partido Popular Europeo, Manfred Weber, ha pedido al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, que plantee el tema en la próxima reunión de líderes europeos, en octubre. Weber asegura que la nueva fórmula húngara abre la puerta a los espías rusos a territorio comunitario y considera que el resto de Estados miembros deberían tomar medidas.

“[Abrir la mano podría] potencialmente permitir que un gran número de rusos ingresen a Hungría con una supervisión mínima, lo que representa un grave riesgo para la seguridad nacional”, asegura el presidente de los populares en su carta a Michel, adelantada por el Financial Times.

El Ejecutivo comunitario ha reiterado este miércoles que el Kremlin supone un riesgo para la Unión y que ha solicitado una clarificación a Budapest. “Rusia es una amenaza para la seguridad de la UE y por lo tanto todo los instrumentos a nivel de la Unión y los Estados miembros deben garantizar la seguridad de la Unión y también tener en cuenta la seguridad de Schengen”, remarca una portavoz de la Comisión Europea.

El portavoz del Gobierno húngaro, Zoltan Kovacs, ha cargado contra Weber, ha declarado que está lanzando un “ataque hipócrita” contra el Gobierno húngaro y ha acusado al político conservador alemán y a la UE (en lo que engloba como “élite liberal europea proguerra”) de enviar a “millones de migrantes ilegales a Europa”. “El régimen migratorio húngaro es el más estricto de la UE”, ha dicho Kovacs en las redes sociales.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.
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