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Italia protesta en la OTAN por la elección de un español como su representante para el Mediterráneo

Meloni expresa su “decepción” a Stoltenberg por el posible nombramiento de Colomina para un puesto que consideraba suyo

Representante OTAN Mediterráneo
La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, en un momento de la cumbre de la OTAN celebrada en Washington, el pasado 11 de julio.SHAWN THEW (EFE)
Íñigo Domínguez

Italia ha sentido como un golpe bajo el posible nombramiento ―la OTAN asegura que aún no es oficial― de un español para un puesto que ya daba por hecho que sería suyo, el representante de la organización atlántica para las relaciones con los países del sur del Mediterráneo. El viernes se filtró la asignación del cargo al diplomático español Javier Colomina y la reacción del Gobierno de Giorgia Meloni ha sido furibunda. Su representante permanente ante la OTAN, Marco Peronaci, ha enviado una carta al secretario general, Jens Stoltenberg, en la que la que indica que “las autoridades italianas han conocido los tiempos de la decisión con gran sorpresa y decepción” y subraya “la ausencia de una adecuada consulta con los aliados”. Según el diario Il Foglio, que publicó la misiva, Italia conoció la noticia el miércoles.

El Ejecutivo de Meloni considera la decisión una iniciativa personal de Stoltenberg que además es polémica porque va a dejar el cargo el próximo 31 de octubre y será relevado por el holandés Mark Rutte. En la misma línea, Italia se ha opuesto a otros seis nombramientos también realizados a última hora. Por esta razón opina que la elección de Colomina solo tiene un valor provisional y que la cuestión sigue abierta hasta que se cierre de forma definitiva en noviembre, ya con el nuevo secretario general, con quien Meloni ya habría pactado asumir el cargo. La OTAN aseguró horas más tarde, para enfriar la controversia ante las protestas italianas, que el nombramiento se conocerá “a su debido tiempo”.

Javier Colomina es desde 2021 vicesecretario general adjunto para Asuntos Políticos y Política de Seguridad de la OTAN y representante especial del secretario general para el Cáucaso y Asia Central. Entre 2017 y 2021 había sido representante permanente adjunto en la embajada de España ante esta organización. Antes había pasado por las embajadas españolas en Tokio, Buenos Aires, Damasco y ante la ONU en Nueva York. La elección de Colomina supone que la OTAN no crea un puesto ad hoc, sino que encarga a un alto funcionario de la organización la tarea de sacar adelante el Plan de Acción la Vecindad Sur aprobado en la reciente cumbre de Washington, lo que supone de paso un ahorro presupuestario.

Frente a las protestas de Italia, el Ministerio español de Exteriores se muestra muy cauto. “A la espera de la comunicación oficial, Exteriores valora muy positivamente la creación de la figura del representante del secretario general para la vecindad sur, así como los importantes avances producidos en la cita de Washington, que están alineados con la posición expresada por España en las anteriores cumbres de la OTAN en Madrid y Vilna”, se limitan a señalar fuentes oficiales. En medios diplomáticos no se descarta que la maniobra de Meloni busque frenar el nombramiento del diplomático español, que se daba por hecho, informa Miguel González.

Inmigración desde África

Para la primera ministra italiana, que ha estado vendiendo como cosa hecha su logro diplomático desde que se celebró la cumbre de la OTAN en Washington la semana pasada, este puesto tiene un fuerte valor estratégico y simbólico. La inmigración desde los países africanos del Mediterráneo es una de las principales prioridades de su Gobierno y precisamente en este punto es donde presume de haber logrado incidir en las decisiones de la UE en la última legislatura, pese al cordón sanitario que pesa sobre la ultraderecha, con su apuesta por medidas más severas y cambiar la estrategia ante el fenómeno. Por ejemplo, con la construcción y apertura en Albania de centros de acogida donde deportar a los inmigrantes rescatados en alta mar por Italia, que empezarán a funcionar después del verano. También esta semana Meloni acaba de volver de Libia que, en virtud de un polémico acuerdo migratorio con Italia, patrocinado por la UE y renovado desde 2017, recibe financiación para interceptar embarcaciones de migrantes, que son enviados a centros de detención en los que las organizaciones de derechos humanos denuncian torturas y condiciones inhumanas. Meloni también presentó el pasado enero el llamado Plan Mattei, un ambicioso proyecto de cooperación con nueve países africanos.

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En esta operación para coronarse como la gran guardiana del Mediterráneo que está solucionando por fin el problema de la inmigración, el puesto de la OTAN era la guinda que le faltaba, y contaba con ella. De ahí su indignación. De hecho, en la carta de protesta se insiste en que “para ser eficaz la política de la OTAN hacia el sur necesita una actitud renovada, no un cambio de nombre”. Es lo que ha estado contando Meloni al resto de mandatarios tanto en la cumbre de la organización militar como en la del G-7 que se celebró en Italia el mes pasado. Es por todo ello que se lo ha tomado casi como una afrenta personal, como si todo lo hablado no hubiera servido para nada.

Además, esta controversia ha llegado en un momento de debilidad para la líder de Hermanos de Italia, que ha visto cómo para ella seguía vigente el cordón sanitario de la UE y se quedaba fuera del reparto de poder de la nueva Comisión Europea. El jueves votó en contra de la reelección de Ursula von der Leyen, alineándose con el resto de partidos de ultraderecha y es la primera vez en la historia de la UE que Italia, país fundador de la UE y tercera economía del continente, vota en contra de la mayoría parlamentaria. Hasta el Movimiento Cinco Estrellas (M5S), nacido antisistema, apoyó a Von der Leyen en 2019, cuando presidía el Gobierno italiano.

La oposición en Italia clama ahora por el riesgo de que el país sea relegado a un papel marginal. Porque además, en el plano militar, pesa el tener dentro del Gobierno de Roma a un socio como la Liga, declaradamente afín al presidente ruso, Vladímir Putin, y alineado con el húngaro Viktor Orbán en el nuevo grupo europeo de ultraderecha, el tercero del Europarlamento, Patriotas de Europa. Y justo en este debate ha llegado el revés en la OTAN. El nombramiento del diplomático español, para el Gobierno de Italia, ha sido tan prematuro y fuera de lugar que asegura que ni siquiera ha tenido tiempo todavía de decidir quién es su candidato, pues no se conoce ningún nombre, aunque ya daba por hecho que el puesto era suyo.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Es periodista en EL PAÍS desde 2015. Antes fue corresponsal en Roma para El Correo y Vocento durante casi 15 años. Es autor de Crónicas de la Mafia; su segunda parte, Paletos Salvajes; y otros dos libros de viajes y reportajes.
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