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Bruselas da el primer paso para boicotear la presidencia húngara del Consejo de la UE por los polémicos viajes de Orbán

La Comisión Europea no enviará representantes políticos a las reuniones informales de ministros y cancela el viaje previsto de los comisarios a Budapest

Viktor Orbán y Donald Trump
Viktor Orbán y Donald Trump, el pasado jueves en Palm Beach (Florida).Zoltan Fischer HANDOUT (EFE)
Manuel V. Gómez

El creciente enfado con el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, por sus visitas a Moscú y a China y su reunión con Donald Trump en Florida en los apenas 14 días que Budapest lleva presidiendo el Consejo de la UE ya empieza a traducirse respuestas concretas: la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha decidido que no habrá comisarios en las reuniones informales de ministros que organiza Hungría en su país; Bruselas enviará “solo funcionarios de alto nivel”, según ha anunciado el portavoz principal del Ejecutivo de la Unión, Eric Mamer, este lunes por la tarde. Esta decisión carece de precedentes y tiene un alto grado de simbolismo, puesto que aunque estos consejos informales no suelen tener una agenda muy cargada de temas capitales para la UE, sí que le dan al país que le corresponde la presidencia un escaparate de su acción durante el semestre.

“A la luz de los recientes acontecimientos que marcan el inicio de la presidencia húngara, la presidenta [Von der Leyen] ha decidido que la Comisión Europea estará representada a nivel de altos funcionarios solo durante las reuniones informales del Consejo”, ha explicado Mamer en la red social X. “No se realizará la visita del Colegio a la Presidencia”, ha continuado. Se cancela así la tradicional visita de todo el colegio de comisarios que se organiza al inicio de cada semestre, cuando comienza la presidencia semestral del país de turno.

El ultraconservador Orbán comenzó la presidencia de su país en el Consejo viajando a Kiev, Moscú y Pekín, más una visita al expresidente de Estados Unidos y candidato a repetir en el cargo, Donald Trump, en lo que el quiso llamar “misión de paz” para Ucrania. Tanto la UE en conjunto como los aliados de la OTAN le recordaron desde el comienzo que no tenía mandato para hablar en nombre de ellos y que si hacía estos viajes, era en el marco de las relaciones bilaterales húngaras con estos países. De hecho, al principio Orbán comenzó publicitando sus viajes en la redes sociales con el logo de la presidencia húngara del Consejo y, posteriormente, lo omitió.

Pero este gesto no calmó a nadie. El enfado ha ido creciendo conforme han pasado los pocos días que Hungría lleva al frente de esta institución de la Unión. A finales de las semana pasada, el malestar era tan grande que varios países, principalmente los bálticos y nórdicos, comenzaban a plantear la opción de boicotear esas reuniones informales de ministros que suelen celebrarse en el país de turno (España lo fue hace un año) enviando representantes de un nivel inferior y barajando la posibilidad de que el tradicional consejo no oficial de Asuntos Exteriores, que es el comienzo oficioso de estos semestres, se convirtiera en un reunión formal en Bruselas, aprovechando que su convocatoria depende del alto representante para la Política Exterior.

Otro síntoma de este enfado llegó desde Berlín, donde el pasado viernes, el Ministerio de Asuntos Exteriores del país más influyente del club comunitario no dudó es señalar a Orbán: “Estamos en el día 12 y ya ha causado un gran daño”.

La autoproclamada “misión de paz” ya provocó un choque la semana pasada en la reunión de embajadores de los Estados miembros. En ese encuentro, se presentó oralmente un informe de los servicios jurídicos de la Unión que apuntaba que la actitud de Orbán violaba los tratados de la UE en el apartado de Política Exterior y 25 de los 27 países del club le reprocharon esos viajes (solo Eslovaquia se mantuvo en silencio).

La gran discrepancia con Orbán cuando habla de paz no es el objetivo en sí, sino los términos y el camino para alcanzarla. Como explican fuentes diplomáticas en Bruselas, “hay que añadir los adjetivos justa y duradera” o de lo contrario eso no es más que consagrar la ruptura de la integridad territorial de Ucrania sin la garantía de que Rusia no vuelva a agredir a su vecino.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.
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