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Zelenski quiere tener lista este año su propuesta de paz para Rusia

La oficina del presidente de Ucrania afirma que en pocos meses debe estar acordada con sus aliados internacionales la hoja de ruta para negociar con el invasor

Guerra de Rusia en Ucrania
Un soldado ucranio toca el piano en un edificio en ruinas en Chasiv Yar (Ucrania) el 25 de junio.UKRAINIAN ARMED FORCES (via REUTERS)
Cristian Segura

Volodímir Zelenski quiere tener lista a finales de este año la propuesta que Ucrania presente a Rusia para terminar la guerra. El presidente ucranio afirmó el 16 de junio, durante la Cumbre de la Paz de Suiza, que la siguiente y definitiva cumbre con sus aliados debería celebrarse “en cuestión de meses, no de años”. De esta segunda cita ha de salir el documento que terceros países, en nombre de Ucrania, presenten al presidente Vladímir Putin para negociar. La mano derecha de Zelenski, Andrii Yermak, confirmó el 25 de junio en la revista Time que el objetivo es que la conferencia que acuerde la propuesta final se celebre antes de que termine este año en Arabia Saudí.

Igor Zhovkva, miembro del equipo Yermak, indicó el 21 de junio a la agencia Interfax que hay tres motivos para darse prisa: el primero es que “nadie quiere más la paz que Ucrania lo antes posible”; el segundo es que el trabajo multinacional para concretar cada uno de los 10 puntos de la propuesta de Zelenski avanza rápido; el tercer motivo son las elecciones presidenciales en Estados Unidos del próximo noviembre. Como reconoció Zhovkva, todo el mundo está pendiente de esos comicios y, sobre todo, de una posible victoria del republicano Donald Trump, abiertamente contrario a proseguir con la ayuda económica y militar a Ucrania. Yermak añadía que la guerra en Gaza ha complicado más el tablero geopolítico global.

El factor Trump

Trump tiene sobre la mesa un plan para finalizar la guerra, según explicaron el martes a Reuters los dos asesores del candidato que lo han elaborado, Keith Kellog y Fred Fleitz. Este documento establece que a Ucrania se le debe exigir que abra el diálogo con Rusia si quiere continuar recibiendo armamento estadounidense. Y a Moscú, según el plan, se le reclamará que acepte negociar con Kiev porque, de lo contrario, la Casa Blanca aumentará el apoyo militar para Ucrania.

Mijaílo Podoliak, asesor de Zelenski, valoró a la misma agencia que el plan del equipo de Trump es “extraño” porque supone legitimar la vulneración del derecho internacional y porque no contempla que Rusia pague compensaciones por la destrucción causada.

El ministro de Exteriores suizo, Ignazio Cassis, aventuró el 16 de junio que lo más práctico sería que la segunda cumbre se celebre antes de las presidenciales estadounidenses. Pero no todos piensan así. Mijaílo Gonchar, uno de los asesores en política de defensa más veteranos de Ucrania, presidente del centro de estudios geopolíticos Estrategia XXI, aseguró el 24 de junio a este diario que el mes ideal para presentar la propuesta de paz es diciembre: “Antes de noviembre, en plenas elecciones estadounidenses, podría parecer una operación de presión a Joe Biden; en diciembre ya habrán pasado las elecciones, se sabrá quién es el nuevo presidente, que todavía no habrá asumido el cargo”. Gonchar, próximo a las negociaciones de la cumbre de paz de Suiza, subraya que la principal presión para iniciar cuanto antes las conversaciones procede de las potencias europeas.

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Los 10 puntos de la denominada Fórmula de Paz de Zelenski son la base de la cumbre que se celebró en Suiza con la participación de un centenar de gobiernos. 89 países firmaron el comunicado conjunto de la reunión que daba apoyo a las tesis de Zelenski. En Ucrania se ha producido un intenso debate sobre si la cumbre fue positiva. Los medios opositores al presidente han sido críticos por la falta de apoyos importantes del llamado Sur Global, entre ellos, la India, Brasil, México, Colombia, Arabia Saudí y la más destacada, China, principal soporte diplomático de Rusia.

Negociar directamente mediante terceros

El esquema de trabajo de la Fórmula de Paz de Zelenski supone que 10 gobiernos desarrollen el contenido de los 10 puntos para conseguir el máximo número posible de Estados que lo secunden. Queda por determinar cómo se presentará a Rusia el documento final, pero el ministro de Exteriores ucranio, Dmitro Kuleba, apuntó el 21 de junio en los informativos estatales que el modelo será parecido al que en 2022 consiguió poner en marcha la llamada Iniciativa del Grano, la exportación de cereales ucranios a través de los puertos del mar Negro bajo la inspección de la flota rusa. Rusia rompió el pacto un año más tarde, pero Kuleba señaló que es el camino: “Tenemos una experiencia positiva, la iniciativa del grano. Ucrania negoció con Turquía y la ONU, y Turquía y la ONU con Rusia. El documento fue firmado entre Turquía, la ONU y Ucrania, y entre Turquía, la ONU y Rusia”.

Yermak, junto a Zelenski el político más influyente de Ucrania, aseguró, en cambio, en Time que el escenario final debe ser ucranios y rusos sentados en la misma mesa para sellar el acuerdo.

El Kremlin considera que la Fórmula de Paz de Zelenski es inaceptable porque no piensa retornar ni un metro cuadrado de los territorios ocupados por las armas desde 2014. Ucrania tampoco contempla ceder ni un ápice su soberanía. Ni siquiera en la península de Crimea, anexionada ilegalmente en 2014 y que Rusia considera parte inalienable de su identidad nacional. Esta semana se celebró en Kiev una reunión de la Plataforma para Crimea, un organismo que fundó Zelenski en 2021, “precisamente cuando en las negociaciones con Rusia, Crimea no aparecía por ningún lado”, explica a este diario Maria Tomak, jefa de la oficina de la Plataforma de Crimea: “La Plataforma se constituyó precisamente para dejar claro que Crimea no será una moneda de cambio”.

Un informe de esta primavera de los expertos en defensa de la Plataforma de Crimea asegura que liberar la península es fundamental para el desenlace de la guerra e incluso para el futuro de Rusia: “Crimea fue un punto de arranque clave de la agresión rusa. Crimea continúa siendo el centro de gravedad de la guerra y su liberación bloqueará los esfuerzos de guerra de Rusia y puede desatar el colapso del régimen de Vladímir Putin”.

Refat Chúbarov, presidente del Consejo del Pueblo Tártaro de Crimea, insistía en las jornadas de Kiev que los expertos militares están convencidos de que es posible aislar a las tropas rusas en Crimea y cerrar el suministro logístico del invasor en el sur de Ucrania. Un representante diplomático de un país de la UE en el mar Negro, que pidió no ser identificado, explicó a EL PAÍS que una de las prioridades de su presencia en las conferencias de la Plataforma de Crimea era recabar información sobre la verdadera posibilidad de expulsar al invasor de la península. Las autoridades ucranias intentan convencer a la OTAN de que la salida de Rusia de Crimea aportará estabilidad a todo el mar Negro.

Voces independientes también empiezan a cuestionar dentro de Ucrania el realismo de algunas de estas propuestas. Anatolii Arnelin, fundador del Instituto Ucranio para el Futuro, publicó un breve ensayo el 22 de junio en Espresso en el que concluía que la mejor opción para todas las partes implicadas en la guerra es congelar el conflicto, asegurando antes el acceso de Ucrania al mar de Azov y triplicando su potencial militar. Arnelin estimaba que el momento para congelarse el frente puede ser entre el próximo otoño y la primavera de 2025, dependiendo de las presidenciales estadounidenses.

Arnelin consideraba que la fórmula de paz de Zelenski tiene pocas opciones de prosperar “porque es una derrota para Rusia que ni los rusos ni EE UU desean”. Mikola Bielieskov, investigador del Instituto Nacional de Estudios Estratégicos, organismo dependiente de la presidencia ucrania, resumió en junio a EL PAÍS que Washington, sobre todo, no quiere llevar la guerra a escenarios peores de inestabilidad global: “EE UU sigue la vieja doctrina de que Rusia no puede ganar esta guerra, pero tampoco perderla”.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario 'Avui' en Berlín y en Pekín. Desde 2022 cubre la guerra en Ucrania como enviado especial. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.
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