La cumbre que muestra los nervios en Kiev
La tensión en torno a la conferencia de paz de Zelenski evidencia que el tiempo corre en contra de Ucrania
El tiempo corre en contra de Ucrania. En el campo de batalla no hay señales para el optimismo, ni este año ni en el largo plazo. Volodímir Zelenski ha vuelto a lamentar esta primavera que sus aliados solo transfieren a su ejército armamento suficiente para resistir. No es una valoración nueva, pero la manera de expresarlo, a diferencia de años anteriores, es la de alguien que ya no espera que se obre un milagro, que la ayuda militar se multiplique. Los siete meses que necesitó el Congreso de Estados Unidos para aprobar en abril su último paquete de asistencia para Ucrania fueron una dura lección.
El cansancio en la sociedad ucrania también es inevitable, con una oposición mayoritaria a la nueva ola de reclutamiento de civiles. Es en el escenario internacional donde el presidente ucranio está centrando sus esfuerzos para conseguir una gran mayoría geopolítica que secunde sus intereses ante una Rusia cada vez más aislada. En este contexto se entiende la cumbre de este fin de semana en Suiza sobre la propuesta de paz ucrania, una cita que también ha servido para poner el termómetro en los nervios de Kiev. Y la temperatura es elevada.
Las relaciones entre las autoridades ucranias y estadounidenses nunca han sido fáciles en los más de dos años de invasión. Ha habido encontronazos entre sus cúpulas militares, pero también entre sus presidentes, sobre todo por la tenacidad ucrania para exigir más ayuda y rápido. En los prolegómenos de la cumbre —coincidiendo con un artículo en el Financial Times que advertía de que la relación bilateral se encuentra hoy en el peor momento de la guerra—, Zelenski lanzó unas palabras que causaron revuelo: advirtió a Joe Biden de que su ausencia en la conferencia de Suiza sería aplaudida por Rusia. Biden y Zelenski se han reunido en dos ocasiones este junio, pero el mandatario estadounidense priorizó asistir a un acto de recaudación de fondos en California para su campaña electoral que a la cumbre de la paz.
No fue la primera muestra de nerviosismo por parte de Zelenski. El jefe de Estado ucranio atacó directamente a China, acusándola de sabotear la cumbre de la paz y de ayudar a Rusia en su guerra. Sorprendió el tono tan duro contra la única potencia que puede tener una influencia directa en la posición rusa, pero insistió en ello este domingo: “Cuando Brasil y China se sumen a los principios que nos han unido aquí hoy, los de los países civilizados, estaremos contentos de escuchar sus opiniones, aunque no coincidan con la de la mayoría de los países del mundo”.
Los nervios también se han evidenciado desde los medios de comunicación. El Gobierno ucranio negoció durante semanas una resolución final para la cumbre de Suiza que pudiera sumar cuantos más apoyos, mejor. Dos borradores previos fueron filtrados al diario Pravda, medio crítico con Zelenski, que abrió un intenso debate público e insistió desde su consejo editorial en las posibles concesiones que el texto incluía y que podían beneficiar a Rusia.
Zelenski ha asegurado este domingo que la próxima cumbre debe ser la que ponga fin a la guerra, y ha añadido que esto “será cuestión de meses, no de años”. Hay otra razón por la que darse prisa: no es solo el dominio militar ruso, sino una posible nueva presidencia de Donald Trump en EE UU. Coincidiendo con la conferencia en Suiza, el candidato republicano en las elecciones de noviembre dijo en un mitin que no esperará a ser nombrado presidente para cerrar el grifo a Ucrania. “Creo que Zelenski es el mejor comercial en un político que nunca se ha visto. Cada vez que viene a nuestro país, se va con 60.000 millones de dólares”, afirmó con su populismo característico: “Y esto es lo mejor, se fue de aquí hace dos días con 60.000 millones, llega a casa y dice que necesita otros 60.000 millones más, nunca se acaba. Pero lo solucionaré, incluso antes de ser presidente electo”.
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