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El Partido Socialista de Portugal celebra el congreso que despedirá la etapa de António Costa

La investigación del Tribunal Supremo condicionará el futuro político del primer ministro en funciones, que daría el salto a la política europea si quedara libre de sospechas

António Costa felicitaba en Lisboa el pasado 17 de diciembre a su sucesor Pedro Nuno Santos, tras ganar las primarias para secretario general del Partido Socialista portugués.
António Costa felicitaba en Lisboa el pasado 17 de diciembre a su sucesor Pedro Nuno Santos, tras ganar las primarias para secretario general del Partido Socialista portugués.Horacio Villalobos (Corbis via Getty Images)
Tereixa Constenla

La etapa de António Costa como líder de los socialistas portugueses se cerrará este fin de semana en Lisboa sin que la historia disponga aún de todos los elementos para una evaluación completa de su legado. Costa dará este viernes su último discurso, ya como ex secretario general del Partido Socialista, ante 1.600 delegados que participan en el 24º congreso nacional que encumbrará este domingo a su sucesor, Pedro Nuno Santos, elegido como líder hace tres semanas en unas primarias en las que se impuso, con el 60%, al ministro del Interior, José Luís Carneiro. Ambos rivales han pactado una lista única para presentar en el congreso, que contará con un 35% de representantes del sector derrotado, considerado el más centrista del partido.

Nadie duda de la aclamación que Costa recibirá esta tarde, cuando hable a sus compañeros a partir de las 19.30 (una hora más en la España peninsular), pero la valoración de su etapa no podrá completarse mientras el Tribunal Supremo no presente sus conclusiones sobre la investigación que está realizando para conocer si el ex primer ministro intervino de forma ilícita para facilitar varios proyectos energéticos. Este asunto provocó su dimisión el pasado 7 de noviembre y una hecatombe política en el país, que pasó de la estabilidad de un Gobierno de mayoría absoluta a la perspectiva de tener elecciones anticipadas a dos años de las anteriores.

Un día antes del inicio del congreso socialista en la Feria Internacional de Lisboa, la Fiscalía presentó un recurso contra la decisión del juez que había desinflado las acusaciones de la Operación Influencer y que provocaron la dimisión de Costa y la detención de su entonces jefe de gabinete, Vítor Escária, y su amigo Diogo Lacerda Machado, entre otros. Los fiscales piden que se endurezcan las medidas cautelares contra los arguidos (sospechosos) y apuntan hacia el exministro João Galamba como “autor y verdadero mentor” del esquema de corrupción y tráfico de influencias para favorecer el proyecto de construcción de un megacentro de datos en Sines, promovido por la empresa Start Campus. Dos administradores, ahora apartados, de esta empresa figuran también como imputados.

La evolución del caso judicial condicionará el futuro político de António Costa, que ha sido la figura más relevante de la política portuguesa en la última década desde que asumió el liderazgo socialista en 2014. Un año después se convertía en un inesperado primer ministro, tras desalojar al conservador Pedro Passos Coelho, que había ganado las elecciones y perdido la mayoría absoluta, con una moción de censura avalada por toda la izquierda. Esta alianza parlamentaria con el Bloco de Esquerda y el Partido Comunista, que nunca participaron en el Gobierno, pasó a ser conocida como geringonça y acabaría proporcionando menos sobresaltos a Costa que la legislatura de la mayoría absoluta que estrenó en 2022.

Si en el plano político Costa quebró algo que era casi tabú para los socialistas al aliarse con los comunistas, la gestión de su Gobierno se distinguió por una obsesión por sanear las cuentas públicas para evitar situaciones como la que llevó a pedir en 2011 un rescate de 78.000 millones de euros a Bruselas y la intervención del país por la troika (Comisión Europea, Fondo Monetario Internacional y Banco Central Europeo). El Gobierno socialista suprimió algunas decisiones impuestas durante la etapa de la austeridad salvaje, pero rechazó grandes inversiones públicas que forzasen nuevos endeudamientos.

En la etapa de Costa, la deuda pública ha disminuido del 131,12% del PIB en 2015 a rondar el 100% actual, una cifra que no se alcanzaba desde hace 23 años. La contrapartida de esta política de contas certas (cuentas correctas) han sido la insuficiencia del gasto para sostener la sanidad pública, siempre al borde del colapso, y la educación, donde la precariedad de los profesores motivó las mayores movilizaciones contra el Gobierno socialista en sus ocho años de gestión. La contención también ha impedido el desarrollo de infraestructuras básicas para el país, que solo se han puesto en marcha con la llegada de fondos europeos. Están pendientes el nuevo aeropuerto de Lisboa, la línea de alta velocidad entre la capital y Oporto y la conexión con Madrid. Las dos capitales ibéricas siguen sin tener un tren directo y forzando a los viajeros a realizar transbordos.

En el haber de António Costa figura el gran impulso a la transición energética, con el desarrollo de las energías renovables, que ya proporcionaron el 61% de la electricidad consumida en Portugal en 2023. Paradójicamente, ha sido la aceleración de la revolución verde, que incluyó la simplificación de procesos administrativos para facilitar la instalación de industrias, la que ha propiciado las irregularidades que investiga la Fiscalía y que provocaron la caída del primer ministro.

En el plano internacional, el socialista recibe los mayores aplausos. En esta década se ha afianzado como un socio fiable y dialogante, capaz de tender puentes a izquierda, derecha y más allá, como muestra su buena relación con el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, al que acompañó en el palco presidencial en Budapest para asistir a la última final de la Europa League, algo que fue criticado en Portugal.

Europa está en el horizonte de Costa como su próxima etapa política, aunque esto dependerá del resultado de la investigación judicial. Si el Tribunal Supremo concluye en los próximos meses que no hay irregularidades en su conducta, se da por hecho que irá en las listas socialistas para el Parlamento europeo, donde puede disponer de apoyos para ocupar algún cargo relevante. Su dimisión inmediata como primer ministro, pese a la vaguedad de los indicios, hizo que toda la familia política socialista, empezando por el presidente español, Pedro Sánchez, le arropase y ensalzase la dignidad de su gesto. Este fin de semana Costa cierra la etapa política portuguesa con la esperanza de abrir en breve la europea.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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