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Hacia el fin del veto a las parejas no casadas para compartir habitación de hotel en Marruecos

El Gobierno de Rabat plantea dejar de exigir el certificado de matrimonio para poder acceder a una habitación en establecimientos hoteleros. La transgresión está penada con hasta un año de cárcel

Viandantes pasan ante la entrada del hotel Al Minzah en la ciudad marroquí de Tánger.
Viandantes pasan ante la entrada del hotel Al Minzah en la ciudad marroquí de Tánger.Ricardo Rubio (Europa Press / Getty Images)
Juan Carlos Sanz

“Estoy saliendo con un marroquí. Había pensado reservar un cuarto en un riad (hospedería tradicional) en Marraquech, pero me han dicho que no podemos. Me han aconsejado que mejor alquile un apartamento. ¿Creen que también habrá controles policiales allí?”. Marie, 15 de mayo de 2023. Los foros de viajes para visitantes en Marruecos recogen todo tipo de dudas y recomendaciones para las parejas no casadas que deseen pasar una noche romántica en una habitación de hotel sin acabar en una celda. Si ambos huéspedes son extranjeros están exentos de presentar el certificado de matrimonio, pero para los marroquíes sin libro de familia el Código Penal prescribe en su artículo 490 hasta un año de cárcel por el delito de fornicación si son sorprendidos en la alcoba de un establecimiento hotelero.

Esta pesadilla puede estar tocando a su fin, y ya no será la Seguridad Nacional con una orden de arresto la que llame a la puerta de madrugada, sino el servicio de habitaciones con bebidas frías. La ministra de Turismo, Fatim-Zahra Ammor, se refirió la semana pasada a la “necesidad de levantar algunas restricciones que impiden a las parejas no casadas compartir una habitación de hotel”. Para ello, aseguró, ya ha entablado conversaciones con los Ministerios de Interior y de Justicia. Estas restricciones, argumentó la ministra Ammor ante la prensa, según informa el diario Assabah, “empujan a muchas personas a optar por destinos turísticos como Turquía o Europa”. Después de Francia, España (la Costa del Sol en particular) es el segundo país más visitado por turistas de la emergente clase media marroquí.

Tras el decenio (2011-2021) en el que los islamistas del Partido de la Justicia y Desarrollo (PJD) estuvieron al frente del Gobierno en Rabat con una política restrictiva en cuestiones morales, el Ejecutivo del primer ministro Aziz Ajanuch, una de las primeras fortunas del país magrebí, envió señales de liberalización y modernización del Código Penal de 1961, entre otras medidas para despenalizar las relaciones sexuales antes del matrimonio y entre personas del mismo sexo.

Hace ahora un año, el rey Mohamed VI anunció durante el Discurso del Trono, en el 23º aniversario de su entronización a la muerte de su padre, Hassan II, una revisión de la mudawana, el Código de Familia inspirado en la sharía o ley islámica que rige el estatuto personal de los ciudadanos. El monarca de la dinastía alauí se dirigió de nuevo a la nación este sábado con motivo de la Fiesta del Trono.

Un año ha transcurrido ya y el Gobierno no se ha atrevido a poner en marcha la reforma de la mudawana. Ahora parece querer devolver al soberano la iniciativa sobre unas medidas que dividen a la sociedad marroquí, marcadamente conservadora y religiosa. Así lo dio a entender el pasado lunes en el Parlamento el ministro de Justicia, Abdelatif Uahbi. “El rey es el único que tiene la autoridad, en el tiempo y en la forma, para que podamos iniciar el debate parlamentario”, precisó a preguntas de un diputado socialista. “Él es quien detenta el poder social en materia religiosa”, apostilló, en alusión al título real de Amir el Muminin o Comendador de los Creyentes.

Las parejas no casadas marroquíes buscan mientras tanto en páginas de alojamientos turísticos como Airbnb apartamentos discretos para sus escapadas amorosas en los que librarse del control policial de las fichas de registro de los hoteles. La ley que prohíbe las relaciones extraconyugales ha perseguido incluso a sus más ardientes defensores. Mulay Omar Behamad, de 63 años y casado, y Fátima Nejar, de 62 años y viuda, fueron sorprendidos por la policía en vísperas de unas elecciones cuando mantenían una relación sexual en el interior de un vehículo. Los dos eran vicepresidentes del ala más religiosa del movimiento islamista PJD.

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Las parejas sin libro de familia más pudientes reservan habitaciones separadas en hoteles de lujo para intentar pasar inadvertidas a los controles de la policía turística. El antiguo responsable de la Federación Nacional de Turismo Othmán Cherif Alani defendía este mismo mes en una tribuna en el semanario Tel Quel que el acceso de las parejas no casadas a los hoteles es “un asunto de libertades fundamentales”. El Ministerio de Turismo ha confirmado a la misma publicación que está trabajando en “el levantamiento de restricciones que frenan el desarrollo turístico”. El artículo 490 del Código Penal sigue siendo tajante: “Serán castigadas con entre un mes y un año de cárcel aquellas personas del mismo sexo que, sin estar unidas por el vínculo del matrimonio, mantengan relaciones sexuales”. El artículo 489 prevé hasta tres años de prisión en el caso de relaciones homosexuales, y el 491, hasta dos años para un adúltero denunciado por su pareja legal. El Ministerio de Justicia, mientras tanto, se ha limitado a señalar que Marruecos se dirige hacia una “descriminalización de estas conductas en la esfera privada”.

La pesadilla de pasar una noche de hotel sin certificado matrimonial se mantiene en el supuesto de que solo uno de los miembros de la pareja sea de nacionalidad de origen marroquí, aunque también tenga pasaporte europeo, previenen los blogs con recomendaciones para extranjeros que pretendan viajar o instalarse en el país magrebí. Interrogatorios policiales, confiscación de pasaportes, multas, procesos judiciales y hasta cárcel. A un marroquí le amenaza la privación de libertad en todo caso. Al extranjero que comparte habitación con una mujer marroquí, con una alta probabilidad. Para librarse de todas estas tribulaciones, los abogados recomiendan pedir clemencia a los jueces, que solo suelen concederla si la pareja se compromete a casarse y aporta prueba de esponsales.

Al tiempo que anticipaba un futuro menos sombrío para las parejas no casadas en los hoteles marroquíes, la ministra Ammor informaba de que en los cinco primeros meses de este año el número de turistas se han incrementado en un 20% respecto al mismo periodo de 2019, antes de la pandemia que cerró a cal y canto el país norteafricano. Los ingresos por visitante han aumentado mientras tanto en un 42%. Mientras el Gobierno de Rabat se decide a dar el paso de levantar las restricciones morales y religiosas que lastran el sector turístico, las guías de viaje y los foros de viaje siguen recomendando a las parejas no casadas, si uno o ambos miembros son marroquíes, ponerse un anillo de bodas de circunstancias para no despertar sospechas en sus escapadas amorosas en una habitación de hotel con vistas al mar.

La esperada reforma del estatuto personal

Los sectores más modernos de la sociedad marroquí, con el feminismo a la cabeza, quieren romper la baraja de unas leyes que discriminan sobre todo a las mujeres, como las que toleran de facto la poligamia o el matrimonio de niñas, y que también las privan de heredar en igualdad de derechos con los hombres. La Constitución de 2011 estableció la igualdad de géneros, pero la legislación aún no se ha adaptado. Al inicio de su reinado, Mohamed VI impulsó una reforma de la mudawana que fue considerada avanzada dentro de los países musulmanes, pero que dejó abiertas excepciones en el estatuto personal que han acabado convirtiéndose en regla.

Por ejemplo, la ley prohíbe el matrimonio con menores 18 años, aunque permite a los jueces autorizar que una niña pueda casarse con un hombre adulto. En 2022 se registraron en Marruecos más de 20.000 solicitudes de este tipo, de las que unos dos tercios fueron aceptadas por los magistrados, según el informe anual de la Fiscalía General.

La discriminación en el derecho sucesorio —que priva a las mujeres de la mitad, e incluso por completo, de su herencia familiar— y en la tutela de los hijos —que la esposa divorciada pierde si vuelve a casarse— afecta por igual a todas las marroquíes. La exclusión que sufren, concebida para una era en la que los hombres mantenían a las familias, choca con la realidad social. El 16,7% de los hogares están sostenidos por mujeres, según datos publicados en 2020. Hasta un tercio de las familias dependen de la aportación del trabajo femenino para subsistir.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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